30.3.10

Cuba: la eternidad es revolucionaria?*


1ª quincena abril 2010



En tiempos de auge militante bajo las pautas tradicionales de la izquierda, una expresión feliz orientaba por igual un requisito epistémico y un mandato moral: “la verdad es revolucionaria”. En aquella acepción la verdad iluminaba la transformación revolucionaria incorporando transparencia en la realidad, pero también adquiría validez en el fuero íntimo, en cuanto enunciación y veracidad se articulaban por igual en una misma rectitud subjetiva. Esa trascendencia histórica del sujeto no dejaba de requerir algunas remodelaciones en la noción de verdad. En particular la verdad revolucionaria suponía admitir, en razón de la propia racionalidad transformadora que sustentaba, que las razones de su fundamento desaparecerían una vez alcanzado el objetivo transformador que se proponía. Por lo tanto el raciocinio revolucionario debía sustentarse en el relato, que por su propia índole barrunta el devenir conceptual antes que la exactitud del concepto o de la observación. Aunque se encontrara exiliada de las delicias narcisistas de la verdad formalizada, la verdad histórica aspiraba a una eternidad trascendente, en cuanto aducía una superación a obtener en el cambio concreto. La eternidad progresista sacraliza el cambio, porque no llega a confirmarse sino como efecto trascendente con relación a un estado previo.

Cierta eternidad del cambio histórico también requiere algunas condiciones permanentes. La principal consiste en la participación subjetiva en el devenir humano, que desde entonces abandona la mera cristalización de un perfeccionamiento cognitivo. Otra condición eterna del cambio progresista supone que el sujeto histórico corrobora la transformación efectiva de un estado previo. Esa doble correlación entre la acción subjetiva y la constatación observable exige la biunivocidad propia de todo sistema (cualquier elemento se restituye en el sistema por la actividad de un término correlativo). Tal carácter clausurado del devenir histórico declara su cierre en el escepticismo que abandona un desideratum en razón de falencias relativas a todo sistema: porqué debiera preferirse un sistema por ser "el menos malo”[1]? ¿No sería mejor eliminar la “jaula de hierro” de todo sistema que necesariamente amenaza la libertad de cualquiera de los elementos que encierra?

La doble relación entre metafísica de la modernidad y eternidad de la trascendencia histórica se encuentra planteada por Foucault, en tanto dispositivo humanista moderno (el “doblete empírico-trascendental”). Este no puede dejar de ejercer, en tanto anclado en limitantes circunstanciales, una reactivación crítica de las representaciones que sostiene, por otro lado, tal reactivación no puede resignarse ante la objetividad representada y tiende a una trascendencia significativa[2]. De esa manera, en tanto participación positiva de una condición finita humana en su propia transformación, las ciencias humanas protagonizan en tanto “figuras positivas del saber” la edad de las ciencias empíricas. Esta transformación no puede no proponerse una metafísica, porque propende a trascender la condición de su objeto humano. Por otro lado, esa metafísica del Hombre (en tanto ser que habla, que trabaja, que vive) se encuentra desarticulada desde su propia base de sustentación por la finitud empírica que admite quien la cavila[3].

La autocrítica soviética ya preveía como parte de sus simulacros el cuestionamiento restringido de la metafísica del partido único. En otro registro, Fidel Castro se interrogó en su momento acerca de la invasión soviética a Checoslovaquia, preguntándose por la situación de una revolución que se veía llevada a adoptar tal expediente represivo. En ese sentido las críticas que se dirigen al poder actual en Cuba se encuentran en desventaja si pretenden fundarse en una casuística de la libertad, no sólo en cuanto todo régimen de partido único es metafísicamente liberticida, sino sobre todo porque el régimen puede llegar a habilitar cierta benevolencia, como ya lo aducen algunos de sus defensores[4].

Por otro lado, los cuestionamientos que lamentan una traicionada intangibilidad del socialismo se asemejan cada día más, en el mundo de hoy, al papel literario, por cierto noble y encomiable como tal, que cumplió el anarquismo en la segunda mitad del siglo pasado[5]. Los regímenes socialistas que sobreviven trasuntan ante todo un filtro político de idiosincrasias nacionales, cuyo cotejo dificultoso con Occidente requiere una traducción parabólica de las formas autóctonas del poder. Estas adaptaciones nacionales resuenan cada vez más a la sepultura secular del socialismo, en cuanto trasuntan ante todo inercias idiosincráticas que se disimulan tras la pantalla política de un colectivismo sui-generis. El caso de China comunista no debe aquí ser tomado por paradigmático, sin olvidar que en todas sus manifestaciones dialécticas y sintéticas los nacionalismos se engulleron a sus propias universalidades socialistas (con o sin aislamiento-bloqueo, excusa que ya se adujo en el caso soviético del “socialismo en un único país”). En cuanto a quienes ven en la derrota del gobierno francés actual en las elecciones regionales un rebrote de la izquierda europea, hacen recordar a aquellos que veían en la solución de la crisis bancaria universal de 2008 el retorno de los estados en el escenario de los países centrales[6].

Queda además un conjunto de argumentaciones que defiende o ataca alternativamente a Cuba por logros o carencias económicas y sociales. Pensar la inclinación de los conjuntos humanos desde el punto de vista de la calidad de vida que alcanzan a apropiarse se parece mucho, en el presente de los regímenes integristas y los ataques suicidas, a soñar despiertos con el retorno de la Humanidad por la puerta del Progreso. Incluso la dificultad que encontramos en diferenciar la revolución cubana de la condición nacional en Cuba, cosa que no nos sucede por ejemplo con el batllismo y el Uruguay, o la quinta república y Francia, debiera advertirnos que nos encontramos ante una configuración fundacional, cuyas alternativas difícilmente se reduzcan a salud y educación o a exilio y despotismo, ante el margen con que cuentan señales mitológicas de identidad.

El elemento catalizador de la crisis de la opinión pública sobre Cuba, que parece encontrar una agudización coyuntural, aunque ya conoció episodios análogos y frecuentes, consiste en el descrédito que gana crecientemente al adjetivo “real”. No hablemos ya del “socialismo real” cuya mención se aproxima cada vez más al sentido peyorativo de la opresión efectiva, antes que al encomio moderno de la condición positiva. Este descrédito de la condición positiva gana ante todo a la democracia, sin cuyo sustento, como ya lo dejaba en claro Lenin, el socialismo no puede llevar sino a conclusiones absurdas y reaccionarias[7].

El planteo de Rancière sobre la democracia[8], que la distingue de la mera institucionalidad republicana y la contrapone a un aparato jurídico, ancla en la concepción de la actividad en Foucault, en cuanto incluso en el período llamado “epistémico”, ya presentaba la reactivación crítica de la representación en tanto “movilidad casi trascendental”. Esta condición de la iniciativa crítica que la sometía a la jurisdicción empírica se ha visto al presente transubstanciada (el término teológico dice de perillas la trascendencia de la esencia) en la emisión a distancia. Wolton ha señalado con acierto hasta que punto en pocos años (se diría que entre los 70’ y los 80’) una configuración naturalista de la actualidad, sustentada en la lucha de clases, la industria pesada y el control de las materias primas, cede a paso a una configuración inmaterial de la comunicación, en cuanto bases de datos, flujos transfronterizos de informaciones y tecnología informática. La inmaterialidad del ser a distancia (global o local) convierte al ser social presencial en una pesadilla aplastante. No en el sentido sartreano de “el infierno es el otro”, que registraba la presión de la ajenidad presencial, sino en cuanto cadenas y grilletes que atan a un mundo real cada vez más irreal, ante la realidad virtual de los vínculos a distancia.

Conviene recordar que el panóptico moderno en tanto prisión, libera sin embargo a los prisioneros tanto de la condena metafísica (son reeducables) como de los atelajes de hierro que los remitían al destino común de la deportación[9]. La cárcel moderna permite el movimiento de los cuerpos para reeducarlos mejor y permitirles superar la patología delictiva, en particular a través de la soberanía de la conciencia sobre la conducta. Una vez que la estructura del poder concuerda con la emisión a distancia (telemática, informática y audiovisual articulan el conjunto de nuestra actualidad desde la pequeña empresa al centro educativo, pasando por la multinacional), la trascendencia empírica de la conciencia que analizara Foucault (la metafísica del Hombre) se convierte en el Panóptico de Luz (muro de emisión) que cuestiona Virilio[10]. Quizas el mejor ejemplo a escala universal de tal transformación del control, que transfigura el muro de concreto en emisión de imagen, se encuentra en el Shopping Punta Carretas, donde el marketing tecnológico transluce en el propio Penal de antaño[11].

La frivolidad marketinera de la derecha uruguaya, imbuida incluso de un destino más selectivo que comunitario, encuentra sin embargo un correlato adverso en el moralismo revolucionario de la dirigencia cubana. Así como el desarraigo social del sanguinettismo arrastró al partido del Estado en el Uruguay a su peor performance política, la insistencia en un modelo de partido único puede colocar al régimen cubano en las antípodas de una sensibilidad democrática imbuida del intercambio universal de imágenes[12]. La muerte de Orlando Zapata Tamayo estampa, incluso por contraposición a su escasa proyección militante en un aparato político, la reivindicación de una libertad de circulación de imágenes que trasciende a la libertad de circulación presencial, sin dejar de incorporarla en su acerbo.

A la hora de incorporar la libertad en un sentido que trascienda la metafísica moralista del sujeto histórico, la izquierda latinoamericana suele retroceder espantada ante un espectro de derecha. Este problema trasciende con mucho a Cuba, e incluso desde el propio Frente Amplio en el Uruguay se cuestiona la vigencia de estructuras internas[13]. El mundo de la globalización incluye un despertar de sensibilidades que anclan en la remoción mediática de la diversidad antropológica. El sueño latinoamericanista de la emancipación parece en este bicentenario fuertemente cuestionado, en particular por la emergencia del indigenismo, en tanto identificación del destino nacional con una sensibilidad tributaria del neocolonialismo europeo. Quizás la curiosa eternidad partidocrática de inscripciones intelectualmente obsoletas, como el “socialismo científico” o el “centralismo democrático”, también ancle en la preservación de cenáculos que hoy frecuentan sedes gubernamentales.


*Artículo antecedente sobre Cuba: "Cuba en la guerra de los intelectuales" presentado en el IV Corredor de las Ideas Montevideo, 2004 y publicado en Guerra, en su nombre, ArCiBel, Sevilla, 2005. Link al texto en http://www.google.com.uy/search?hl=es&source=hp&q=Cuba+en+la+guerra+de+los+intelectuales&btnG=Buscar+con+Google&meta=&aq=f&aqi=&aql=&oq=&gs_rfai=

[1]Este criterio ha alcanzado latitud cultural, aunque su fundación teórica quede en suspenso. Ver: « Democracia representativa » Wikipedia http://es.wikipedia.org/wiki/Democracia_representativa

[2] Foucault, M. (1966) Les mots et les choses, Gallimard, Paris, p. 375. Versión española Foucault, M. (1985) Las palabras y las cosas, Siglo XXI, México. La edición de 1985 corrige la versión de 1968, que conviene descartar.

[3] Op.cit.p.328.

[4] Alarcón, R. « La necedad y el desvarío » La República (29/03/10) http://www.larepublica.com.uy/larepublica/2010/03/29/nota/404854

[5] el Macu « Reflexiones » Semanario Voces (25/03/10) p. 9 http://www.vocesfa.com.uy/No247/No247.htm

[6] « Viendo pasar el cadáver del neoliberalismo » (2ª quincena ocubre 2008) planteaba desde este blog la futilidad de tal esperanza estatista ante la crisis del sistema financiero mundial.

[7] Lenin citado por Altamirano, E. en « Lenin y la Revolución Democrático-Burguesa » El Nuevo Diario (10/07/00) http://archivo.elnuevodiario.com.ni/2000/julio/10-julio-2000/opinion/opinion1.html

[8] Mantengo una polémica con Fernando Gutiérrez en torno a la diferencia democracia/república en Red Filosófica del Uruguay http://filosofiauruguaya.ning.com/?xg_source=msg_mes_network Presento el planteo de Rancière en Viscardi, R. “Educación y debate nacional en el Uruguay” (2008) Fermentario 2 FHCE, Universidad de la República, Montevideo http://www.fermentario.fhuce.edu.uy/index.php/fermentario/article/view/4

[9] Retomo el tópico foucaldiano de Foucault, M. (1975) « Surveiller et punir » Gallimard, Paris.

[10] Sobre la lectura de Foucault por Virilio : Viscardi, R. (2006) Guerra, en su nombre. Los medios de la guerra en la guerra de los medios, Biblioteca Virtual de la Asociación Filosófica del Uruguay, http://afu.atspace.org/Biblioteca.htm p.22

[11] Bajo el primer período presidencial de Julio María Sanguinetti comenzó la transformación del antiguo Penal de Punta Carretas, cárcel de seguridad del Uruguay hasta la dictadura militar de 1973, en shopping comercial. Las instalaciones conservan y recuperan partes fundamentales del antiguo edificio carcelario y en particular el celdario de la prisión. El edificio se encuentra en uno de los barrios de clase alta en Montevideo.

[12] Pablo Romero ha publicado en Facebook un video conmovedor en razón del sincretismo conceptual que expresa, en tanto la protagonista da por « eternas » las informaciones, es decir, revierte la trascendencia moderna que aspiraba a plasmarse en una « realidad empírica » : http://www.youtube.com/watch?v=uUTPJmdp_A4&feature=player_embedded

[13] Ver al respecto « Montevideo ancho y ajeno » Semanario Voces (editorial) (25/03/10) http://www.vocesfa.com.uy/No247/No247.htm p.3.

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