31.7.10

Por-presente: señales 2010


1ª quincena agosto 2010


Algunos períodos, particularmente cargados de diferencias significativas, no incluyen sin embargo la posibilidad de distinguir cuanto conllevan. Fue el caso, particularmente, del retorno a la tradición democrática en el Uruguay. Hegemonizado ideológicamente por los partidos tradicionales (que ahora conviene denominar “históricos”) aquel retorno estaba cargado de la necesidad moderna de reivindicar un origen perdido (sin cuyo ignoto antecedente no se logra proyectar la ficción del futuro) y de hacer olvidar que fueron esos mismos partidos los que trajeron la dictadura (no todos sus sectores, aunque pertenecían a esos partidos todos los que la concitaron y participaron en su conjunto a favor del poder pre-dictatorial en momentos claves[1]).

Por entonces todo era “retorno” a la democracia, recuperación de tradiciones y revalorización de lo que no habíamos apreciado suficientemente, contribuyendo con algún tipo de “violentismo” a arruinar. Había que advertir dos veces, antes de discutir, que se respetaba al otro. Por esa vía de la moralina tradicionalista se desarticuló rápidamente la movilización principal en la lucha contra la dictadura, presente ante todo a través de actores públicos no partidarios pero imbuidos de objetivos certeros y compartidos por la comunidad: la movida cultural de protesta, el reverdecimiento de los gremios populares, los movimientos de reivindicaciones sectoriales[2].

No existían a mediados de los 80’ en el Uruguay condiciones intelectuales ni políticas propicias para identificar, como tal, la diferenciación que se había dado en las costumbres. De esa manera la “democracia representativa” crecientemente cuestionada por la crisis de los estados-nación (la delegación representativa supone como condición previa la organicidad nacional), pudo reinstalarse aparatosamente, pese a la corrosión contracultural que infundían los movimientos sociales y los medios masivos, grandes señales, por entonces, del por-venir. Hoy aquel porvenir es por-presente: los partidos políticos son efectos mediáticos o consecuencias de éstos, un importante sector de la población se inclina por votar en blanco o anular el voto (obligatorio, por lo demás y con multa) y las redes sociales tienden a substituir a los “formadores de opinión”.

Sin duda, esta corrosión de formalidades institucionales avanza aceleradamente y por vías cada vez más numerosas y sorpresivas. Unas cuantas señales del 2010 parecen haber desarticulado la característica actitud pacata de una democracia representativa, ante todo, de pactos:

  1. Las elecciones departamentales y municipales de mayo pasado subrayaron una interrogante principal ¿porqué la gente se va del sistema político? No es un trasiego de votos entre unos y otros. Los votos que vinieron de los partidos tradicionales, inter-generacionalmente en particular, no vuelven al corral de antaño, sino que prefieren marcar que ni siquiera la izquierda en el poder les sirve[3]. O que no les sirve ante todo una izquierda que no es sino poder y además con un discurso fantástico -en el sentido propio del término- sobre el poder (que “todavía no se tiene” cuando no se sabe siquiera a qué se parecería tal cosa en el mundo de hoy), mientras no alcanza a ocupar sino un poder de vacaciones (Conrad). Si el candidato de este sector “desencantado” es Pinchinatti[4], se trata sobre todo de reírse un poco, antes de retomar las cosas serias. Las elecciones con candidatos caricaturales (el extupamaro más realista que el rey, el muchacho atlético y emprendedor, el expresidente fogueado y con purgatorio cumplido) obviamente o no son serias o son demasiado serias (por eso merecen en cualquier caso un efecto-Pinchinatti).

  1. El recibimiento dispensado al seleccionado de fútbol que obtuvo el 4º puesto en 2010 parece investido de un aspecto paradójico: quienes retornan en triunfadores han sido derrotados, no sólo en semifinales, sino incluso por el tercer lugar[5]. La derrota convertida en victoria –no sólo en el Uruguay sino en varios otros países- por la recepción multitudinaria, ilustra un efecto mayor de red, que parece integrar incluso aquella que mueve la Jabulani en su impacto goleador. La memoria cultural del Uruguay leyó el relativo éxito deportivo que significa un 4º puesto en el mundial de fútbol 2010 como un retorno a las glorias del pasado, en cuanto el logro futbolítisco cristalizaba en aquel Uruguay una dimensión cultural, que adquiría el sentido del propio éxito social de un país. Sin embargo, en las condiciones actuales en que el Uruguay exporta futbolistas que ni siquiera llegan a jugar en los principales equipos del país cuando ya son contratados desde el extranjero (es el caso de Forlán), el éxito de una cultura futbolística rica en proporciones inusitadas con relación al tamaño del país, parece vinculada ante todo al mercado mundial, en tanto terminal de múltiples redes económicas y tecnológicas. Además y por añadidura, apunta a una red que en efecto no sólo es recepción de multitudes, sino también recepción de circunstancias (fútbolísticas incluidas) convertidas por la propia red de redes en cada quién ante la pantalla, en tanto destinatario no sólo del mundial de fútbol sino del mundial día a día, en el que se juega ante todo la inclusión personal. Que este efecto sea registrado por cada televidente como un festejo (Jabulani en zulú) propio a domicilio, no hace sino amplificar el mismo efecto de festejo que supone, tanto para el balón como para quien lo divisa en pantalla, estar en la red. Bajo un viso trágico, que corresponde tanto al efecto inusitado del balón Jabulani, que lo lleva al fondo de la red, como al fondo del tele-espectador que tele-divisa la red goleada, se festeja sobre todo la inclusión. Incluso tras la derrota y antes que nada de cara a la tragedia social, que en medio del festejo, cundió a través de la inmolación social de 12 reclusos en condiciones de exclusión humanitaria[6].

  1. El conflicto del tabaco ha llenado de humo presidencial la atmósfera de los medios[7]. Expresidente contra presidente en ejercicio. Uno y otro entrañables compañeros de partido, según declaran, tanto el ex ministro del ahora expresidente, como este último. La paradoja no sólo es ideológica, para ilustrar hasta que punto no estamos ante una voluta de ideas, sino sobre todo política, en cuanto señala que la voluta mediática se aleja por ondas, como un humo cada vez más ajeno al humus social. En efecto, por encima de egos heridos de catástrofes diplomáticas y de patrañas de seguidores de lo mismo que propician cosas diferentes, el conflicto del tabaco presidencial destaca la base de la desafección militante (empezando por la desaparición efectiva del contingente de los comités de base y siguiendo por el esfumarse del voto de izquierda en blanco de voluntades). La desafección parte de encontrarse desafectado. ¿Para qué bases subyacentes si todo es -aquí y en cualquier parte, ahora ya, humo mediático? Por lo mismo, el “poder” no consiste en formar soviets por doquiera (recordemos a Lenin: el socialismo es los soviets más la electricidad) sino en electrificar a cualquier soviet que se resista a decir lo que el rating quiera oir. Luego, es necesario decir lo que la gente ya sabe, e incluso salir al aire con una voluta de humo a cautivar rating. Sin embargo, tales soviets objetos de la electrificación terminan por electrocutarse ideológicamente por un exceso de conexión. Se ven convocados a ser-cualquiera divisando la voluta de humo mediática en progresiva levitación, que confina toda audiencia a un punto en tierra cada vez más residual. No es de extrañar entonces, que tales “bases” minimizadas osen maximizarse, incluso arrojando por el aire con desdén de quien fumó hasta el hartazgo, la voluta de un descrédito cada vez más cancerígeno[8].



[1] Rodríguez, L. “Qué paz, qué democracia” La Diaria (21/07/10) Montevideo http://ladiaria.com/articulo/2010/7/que-paz-que-democracia/

[2] Una puesta en perspectiva de ese período se encuentra en Viscardi, R. “¿Nacional-globalismo o alter-globalización?” (18/10/07) Semanario Voces del Frente Nº 143, Montevideo, p.8. http://www.vocesfa.com.uy/No143/No143.htm

[3] “Uuguay mayo 2010 ¿qué significa la elevada desistencia electoral?” Grupo de discusión en facebook http://www.facebook.com/group.php?gid=119790254719536

[4] Caricatura humorística de la figura de candidato presidencial uruguayo que hiciera famosa Ricardo Espalter.

[5] Dedicamos al acontecimiento la pasada actualización de este blog (2ª quincena de julio): Efecto de festejo (Jabulani): estar en la red

[6] Amaral, H. y redacción “En la peor tragedia en cárceles uruguayas doce reclusos murieron calcinados en Rocha” La República (09/07/10) http://www.larepublica.com.uy/justicia/416605-en-la-peor-tragedia-en-carceles-uruguayas-doce-reclusos-murieron-calcinados-en-rocha

[7] “Vázquez rechazó flexibilización de la lucha antitabaco y anunció denuncia” La República (25/07/10) Montevideo http://www.larepublica.com.uy/politica/418260-vazquez-rechazo-flexibilizacion-de-la-lucha-antitabaco-y-anuncio-denuncia

[8] Editorial “La guerra del tabaco” Voces (29/07/10) Montevideo, p.3 http://www.vocesfa.com.uy/No264/No264.htm

2 comentarios:

Unknown dijo...

Tras tanto efecto- defecto jabulani seria bueno recordar como precedente de una reflexión colectiva impostergable, amarilla de la postergación, olvidada quizá en la aterida fila de asuntos de alguna oficina ministerial, que precisamente la “inmolación social” no es un efecto-defecto impredecible, ni siquiera en la velocidad vertiginosa, y pasmosa –pasmante decimos en el barrio-, de los medios de comunicación, ni que hablar en la agenda política nacional. De todas formas lo más duro de asumir es la espalda que todos ofrecemos a la situación de hacinamiento en los complejos carcelarios como clase o red social. Tras la hipnosis catódica que nos enajena, nos extraña de nosotros mismos, 12 de los nuestros mueren calcinados mientras 24 celestes pasan a semifinales del mundial tras 40 años de decadencia futbolística, nuestros desde el punto de vista “celeste”, cielo nacional quimérico y distante de la amarga realidad socio-económica de los integrados a la pantalla de humo del evento mundialista que solapa tanto la marginación global como la desintegración social al interior del territorio del paisito embriagado en la milonga perversa de la FIFA. Ricardo le felicito por su pluma, a veces un tanto barroca, pero muchas más, certera y ácida. Le recomiendo un breve articulo de Aníbal Corti aparecido en la edición de Brecha del día 23 de julio de 2010 intitulado “La esperanza es una virtud teologal”, que versa también sobre la altisonante actitud de los uruguayos ante la campaña celeste en Sudáfrica

Saludos cordiales,
Rodrigo Carballal

Anónimo dijo...

Rodrigo: gracias por tu comentario. Entramos en un período del Uruguay bastante insospechado. Hasta ahora, los dramas uruguayos han sido modernos, pero el Uruguay no está preparado para dramas que no nos incluyen a todos, ni por igual, ni con las mismas chances relativas a desempeños personales. Hay y habrá hipocresía, autocomplacencia y desdén, como consecuencia de la cuestión de la escasa viabilidad nacional compensada con adhesión al paradigma mundial. Como decía Raúl Zibechi en la presentación de un libro suyo, el sistema de dominación mundial tiene como principal característica la exclusión. El Uruguay, por su éxito moderno en el pasado, que cree poder reditar ahora, no está preparado para entenderlo. Seguirá excluyendo y diciendo que no lo hace.

Cordiales saludos, R. Viscardi.