15.12.10

Esencialidad: estrategia FAtal

2ª quincena diciembre 2010


Al decretar la esencialidad laboral de sus propios trabajadores[1], el Estado borra bajo la propia firma de sus titulares el sentido de la denominación “servidores públicos”. Acuñada con arrojo moral por el mismísimo presidente de la república en tanto desideratum colectivo, tal distinción verbal no parece suscitar el voluntariado benévolo de los indolentes funcionarios. Quienes fueran enaltecidos recientemente por el designio presidencial con la expresión “servidores públicos” se ven forzados ahora a cumplir la misma labor bajo coacción de sumario, que puede terminar tras cinco días de ausencia en el licenciamiento. Cierta autocomplacencia gubernamental ante el sesgo de autoridad de un decreto que obliga a los funcionarios con fuerza de ley, no deja de suscitar el fantasma de una crucifixión política de las jerarquías[2], en tiempos que pueblan de espectros las soberanías estatales, wilileaks mediante, o sea, mediante un diccionario plebeyo de las fugas mediáticas del propio poder. Por vía de fuga, el espectro del poder campea por la red de redes en tanto poder de los medios.

Tal reversibilidad del más allá indiviso en el más acá conectado supone, desde el punto de vista de Baudrillard, el desarrollo tecnológico vertiginoso de los medios, que conlleva la disolución de la finalidad en tanto esencialidad de una meta. La manipulación de la trascendencia se convierte en una fatalidad redoblada: como efecto de la intrascendencia del fin programado, los medios “enloquecen” en una proliferación sin fin ni finalidad: una estrategia fatal, como decimos “un niño fatal”[3]. En cuanto se requiere que la estrategia gobierne, la inconducta infantil de un estratega no conduce sino a una victoria pírrica: tan imprevisible en sus consecuencias como la propia esencialidad de una gloria programable. La estrategia enloquecidamente fatal se anuncia, desde entonces, en la necesidad de recurrir a cualquier medio para alcanzar la misma finalidad que debiera orquestarlos, manoteada ahora de una panoplia legal en tanto recurso de esencialidad.

La victoria pírrica, que por poco disuelve la potencia militar romana que enfrentaba a los cartagineses, es el reverso de lo que Baudrillard denomina “estrategias fatales”. Tal antecedente latino supone que la propia noción de finalidad ya sugería in limine la fatalidad, en tanto signo diferencial de toda estrategia. En su esencialidad el fin conduce a la extinción de los medios que sirvieron para alcanzarlo, como efecto de un espectro estratégico borrado al retorno de su propio éxito. Nada más mediático que un espectro. Incluso cuando arrojado a la papelera[4] puede manifestarse instantáneamente, como efecto del más allá social, a través de medios más incendiarios que el papel.

Es lo que parece ocurrir con el Frente Amplio, si atendemos a la contradicción que lo contrapone a los medios de sus propias bases sindicales, que parecen haber enloquecido según la percepción de algunos, cuando ADEOM Canelones reivindica salarios por encima de los 7.000 pesos por mes[5]. O puede ser que lo enloquecido sea el medio de prohibir por decreto las ocupaciones tradicionales de locales públicos en medio de una conflictividad que se dice desatada[6]. En cualquiera de los dos casos, se anuncia la fatalidad de una estrategia, en cuanto el mismo presidente denuncia que la movilización sindical no persigue sino un objetivo político dictado desde un grupúsculo ultraizquierdista[7]. La esencialidad proviene aquí de una infusión espiritual de lo ideológico en lo social, de manera que el medio sindical no es, como asimismo lo declaró el supremo magistrado de la nación, sino un instrumento de la ideología grupuscular, esto es, un medio enloquecido. La fatalidad de la estrategia se revela así en la misma enunciación del fin que guía al medio, sencillamente convierte al medio sindical en instrumento de manipulación inmediata, con mera finalidad partidaria.

Ante esta transgresión de los lugares públicos propios de la democracia representativa que signa la legalidad en vigor, los responsables gubernamentales no dejan de suspirar en privado y en público con compungida resignación, atribulados por lo que no quisieran hacer pero se ven llevados a cumplir[8]. Esta finalidad esenciada o esencialidad finalista manifiesta una necesidad soberana de la soberanía. Tal fatal finalidad del poder se traduce tanto por la fuerza de ley que estampa el decreto de esencialidad en razón de la salubridad pública, como en razón de la propia voluntad manifiesta del soberano popular expresada a través de una opinión pública, que condena la incuria de quienes debieran considerarse servidores públicos antes que sindicalistas irredentos.

Sin embargo, como corresponde a una estrategia perfecta que se disuelve en la fatalidad de sus propios medios, poco a poco los roles van apoderándose de los personajes. La construcción del personaje de represor imbuido de un bien público, en tanto supone ante todo la autoridad del Estado, encuentra entre los cuadros gubernamentales de hoy un obstáculo subjetivo mayor: la memoria del antecedente pachequista, que en su momento los mismos gobernantes actuales combatieron en calidad de militantes subversivos. En cuanto se nos anuncia que la fatal revisión de la vía estratégica guerrillera alcanzó, en calidad de autocrítica, 42 expresiones distintas de la misma organización antes subversiva, tan numerosa multiplicación de la contrición ideológica se presenta en tanto elocuente revocación de pareceres.

Ahora, 42 versiones de lo que no debiera estamparse sino en una única consideración compartida pueden, en la suma de disonancias[9], significar también un enloquecimiento de los medios autocríticos, quizás previamente incitados por la esencialidad estratégica de una inflación revolucionaria. Ver la revolución como esencialidad fatal es lo propio del voluntarismo, particularmente militarista, que obnubila la visión teórica en pos de una inminencia del mandato histórico. Por lo mismo tal mandato desciende de lo histórico a lo inmediato y de lo político a lo militar.

En razón de una frustración inmediata pero incontrastable, el mismo inmediatismo militarista puede convertirse, en aras del culto al quehacer, en inmediatismo electoralista. Llevado por el afán de alcanzar la transformación política a cada pasamanos de banda presidencial, el militante político-militar de ayer termina por enrolarse en la actividad político-electoral convencional, con el riesgo pacífico agregado de confundir victoria estratégica con auge mediático. Este último poder, en tanto finalidad de los medios, disuelve la tecnología de los medios en su propia mediación, es decir, termina por confundir el enloquecimiento de los medios de comunicación con la transformación súbita de la índole mayoritaria: una fatalidad estratégica (los “servidores públicos” conminados a trabajar por decreto de esencialidad) adviene por la vía de una estrategia fatal (el emplazamiento mediático de la opinión pública).

Los mismos que la combatieron ayer encuentran hoy en calidad de esencialidad la represión estatal, devengada del medio que se adoptó para acotarla, o sea el mismo poder de Estado, que no expresa sino una estrategia fatal: la victoria pírrica del medio del poder (el Estado) cuando se da como fin la esencialidad del poder (la autoridad).

De tu fábula, narrador.


[1] “Declaran esencialidad de la recolección de residuos” Uruguay al día (08/12/10) http://www.uruguayaldia.com/2010/12/declaran-esencialidad-de-la-recoleccion-de-residuos/

[2] Valenti, E. “Montevideo: ¿Quo Vadis?” uy.press, http://www.uypress.net/uc_10996_1.html

[3] Baudrillard, J. (1984) Las estrategias fatales, Anagrama, Barcelona, p.9. http://www.scribd.com/doc/6906264/Baudrillard-Jean-Las-estrategias-fatales

[4] “PepeLeaks” Montevideo Portal (06/12/10) http://www.montevideo.com.uy/notnoticias_125940_1.html

[5] “Desocuparon junta local de Las Piedras” sObserva (13/12/10) http://www.observa.com.uy/actualidad/nota.aspx?id=106033&sec=8

[6] “No más ocupaciones de edificios públicos” Teledoce (02712/10) http://www.teledoce.com/noticia/15740_No-mas-ocupaciones-de-edificios-publicos/

[7] “Mujica acusó a la ultraizquierda” Observa (10/12/10) http://www.observa.com.uy/actualidad/nota.aspx?id=105923&sec=8

[8] “Astori:” las cosas llegaron a un límite en que era preciso ejercer la autoridad” Observa (10/12/10) http://www.observa.com.uy/actualidad/nota.aspx?id=105920&sec=8

[9] Garcé, A. adelanto del libro “Donde hubo fuego”, Radio El Espectador, http://www.espectador.com/principal/documentos/garce_capitulocuarto.pdf, p.5.