31.12.09

Masacre por trivialidad

1ª quincena enero 2010


Las pautas que identifican a la comunidad uruguaya con la modernidad, particularmente en su vertiente política, otorgaron un cariz propio a los últimos años. La significativamente tardía llegada de la izquierda al gobierno, así como un período económicamente favorable, se saldan al presente por un perfil neo-batllista del sentimiento mayoritario. Esa perspectiva significa tanto el cumplimiento de tareas redistributivas postergadas por los partidos tradicionales en razón de una estrategia electoral infeliz, como perspectivas obsoletas en razón de la declinación de los estados-nación. Bajo ese conjunto de condiciones se configura cierto conformismo cultural de la recepción pública, así como una señalada pasividad con relación a la actualidad universal de los sectores supuestamente críticos.

Este blog refirió a estas características del último período, incluso entre las propias referencias de su actualizaciones, al plantear el fatal desencanto de los movimientos sociales[1], así como el alineamiento del Estado uruguayo en la retaguardia de la globalización, en cuanto esta neutraliza en su desarrollo las tareas de los estados-nación[2].

La misma campaña electoral ha sido protagonizada de forma decisiva por los medios de comunicación masivos y a través de las nuevas tecnologías (TICS), en términos de una militancia cada vez menos presencial y cada vez más embanderada en el sentido propio, es decir no racional y simbólico, del término. Estrategias tales como la “reforma del Estado” se anuncian desde ya como saltos en el vacío, predestinados a un futuro tan promisorio como el desenlace del conflicto de la Intendencia de Montevideo con Adeom. En estas condiciones de ausencia de impulso crítico, en buena medida como efecto del prejuicio táctico ya hoy obsoleto que recomendaba “no hacerle el juego a la derecha”, se desarrollará una trivialidad de la vida pública, signada por una masacre de la opinión como tal.
Esta masacre ya asoma en el súbito conformismo de los partidos tradicionales con una participación en el Estado que denegaron durante cuatro años y que hoy cambian por un espejismo de “control”, destinado a alimentar algo más que las ilusiones de cuadros poco afectos a las “travesías del desierto”. El mismo conformismo rebosante de chatura se expresa en el empalagamiento de los medios masivos con una figura presidencial ampliamente retratable en la imaginación uruguaya, frecuentemente inclinada a un igualistarismo ramplón del que ha terminado por ser, en su propio pasado, tanto víctima como protagonista.

En “Bannalité du masacre”
[3] Maurice Matieu no se refiere a la masacre de Irak, que sin embargo conoció personalmente, aunque no fuera la única que mereció su atención. Pese a su significación política implícita, el libro se refiere a la masacre del sujeto como efecto de la disolución de la subjetividad que surge de la comprensión, incluso en los propios textos de Cézanne sobre la pintura impresionista, de la claudicación moderna de todo lugar ajeno a un sistema de equivalencias. Por contraposición se plantea, a través del vínculo entre matemáticas y pintura que plantea Matieu, la posibilidad de una masacre de la trivialidad.
Esa será nuestra tarea, una vez que la ilusión uruguaya de un reverdecimiento de su destacada modernidad batllista habrá capotado definitivamente en la trivialidad política y la chabacanería cultural: masacrar la trivialidad. No será una tarea difícil, sino ante todo extensa, por la prolongación cultural de la impronta batllista que los propios partidos tradicionales favorecieron, al intentar ahogarla sin llevarla hasta sus últimas consecuencias, en aras de conservar un mezquino poder electoral.

En adelante se plantea reagrupar la alternativa en términos de despliegue simbólico glocal, el modo de acumulación no estatal capaz de oponerse al nacional-globalismo en tiempos de red. Ese tiempo que es ahora ya, plantea tanto la trivialidad de la masacre cultural que llevarán a cabo políticos profesionales y comunicadores empresariales como la impostergable necesidad de masacrar la trivialidad a través de una política de redes.

[1] Viscardi, R. “1994” (2005) Revista Arjé Nº1, Montevideo, pp.6-8. http://www.uruguaypiensa.org.uy/cattextos_2_1_1.html
[2] Viscardi, R. “¿Nacional-globalismo o alter-globalización?” (18/10/07) Semanario Voces del Frente Nº 143, Montevideo, p.8.
Publicación electrónica en la dirección
http://www.vocesfa.com.uy/No143/No143.htm
[3] Matieu, M. (2001) Bannalité du masacre, Actes Sud, Paris.

2 comentarios:

MARA dijo...

Copio en tu blog, donde siempre he escrito, el comentario que hice sobre este artículo en la R.F.U.


Hola Ricardo: Ya había expresado en comentario a tu "Carta abierta al Sr. Presidente electo Sr. José Mujica", mi preocupación, coincidente con la tuya, por el papel que se le quiere otorgar a las humanidades y al lugar del pensamiento crítico. Retomás acá ese tema cuando hablás de ese "cierto conformismo cultural de la recepción pública, así como una señalada pasividad con relación a la actualidad universal de los sectores supuestamente críticos."

Coincido contigo en este enfoque y espero que se revean y discutan estos temas abandonando esa "pasividad", sobre todo, de algunos universitarios.
La cultura es mucho más que mate, candombe y bailar en las esquinas. Hay bastante disconformidad en muchos sectores de la misma que no se han visto contemplados en una mirada más amplia, ambiciosa e integradora.
Agrego: esto,fundamentalmente en lo referente a la gestión de la Dirección de Cultura de la IMM.

Habrá que seguir insistiendo sobre estos asuntos, nada menores, por cierto.

Un abrazo, María

Contragobernar dijo...

Mara: sin duda una convergencia de temas comienza a delinearse desde un punto de vista crítico. Esta convergencia probablemente sea acentuada por la hegemonía político institucional del gobierno frenteamplista, particularmente en el ámbito parlamentario. Estas condiciones limarán aún más, a mi entender, el escaso perfil crítico de la derecha, en cuanto en definitiva no presenta ni continuidad alternativa ni coherencia crítica (en cuanto no se entiende porqué el obstinado apartamiento de los cargos de coparticipación es abandonado ahora, mientras escasearon las propuestas diferenciadas y coherentes en la campaña electoral).

Por eso es tan importante abrir nuevamente una serie de capítulos inconclusos del período anterior.
Entre ellos la cuestión de la cultura y la educación ha sido desde entonces el más carente de perspectivas consistentes.

Un abrazo, Ricardo.