6.5.15

¿Porqué no hacer campaña por el voto en blanco?


1a quincena, mayo 2015



La desistencia se ha instalado como una perspectiva permanente del quehacer electoral. Más allá de los auspiciosos resultados obtenidos en términos comiciales,1 esta opción permanece en el menú del análisis, ante todo, porque es la única que estampa como tal la debacle de la condición partidaria. 

En cuanto supone la carencia de opción dentro del sistema electoral, el voto en blanco significa una transformación del equilibrio de fuerzas en el campo público en su conjunto. De horizonte ambicioso, esta perspectiva no deja de intranquilizar a los ansiosos y de desencantar a los pragmáticos, pero su figura se consolida día a día, ante la verosimilitud del sentimiento que la inspira.

Un buen ejemplo proviene de la patente inutilidad de votar a alguien que no va a gobernar, como lo denuncia el escándalo de enterarse de la negociación uruguaya del TISA (la traducción de la sigla: Acuerdo de Comercio de Servicios). Este acuerdo internacional sobre servicios podría condicionar el desarrollo económico del país en tal escala que sólo es comparable con un TLC (Tratado de Libre Comercio). Sin embargo, consultado sobre el TISA, Mujica sólo pudo decir que le llegó sobre el fin de su gobierno, fecha que lo obligó a pasarlo al gobierno siguiente.2 Sin embargo, la reacción de Astori fue de plena responsabildad intelectual. No sólo conocía de que se trataba (el Tratado en cuestión), sino que además defendió conceptualmente la negociación por parte de Uruguay para lograr su ingreso al mismo tratado, que como se sabe, la representación nacional estaba gestionando desde muchos meses antes.3 El presidente no pudo o no quiso dar cuenta de una jugada estratégica a escala mundial, el vice-presidente no sólo no “pasaba la mano”, sino que estaba plenamente imbuido de la significación del asunto.

¿Cómo extrañarse entonces de que en los distintos balances sobre la gestión de Mujica muchos hayan subrayado que fracasó en el núcleo programático (la relación con la Argentina, la reforma del Estado, la transformación de la educación)? ¿Ni extrañarse asimismo porque los mismos analistas hayan subrayado tanto la “empatía” mediática como el sentimiento que despertó, gracias a un estilo tan chabacano como sensacionalista (del que incluso se vanagloria)?4 Conviene desde ya tomar a cargo que en 2009 se votó por alguien que hablaba sobre el asado (“del Pepe”), pero que la carne que estaba en el asador era otra y otro el encargado de asarla.

Por esa razón se sostuvo desde este blog en su momento, que lo irrenunciable en Mujica era su renuncia,5 al tiempo que quien ejercía la presidencia efectiva era Astori. Desde una consideración consecuente, sería asimismo erróneo entender que la renuncia de Mujica a ejercer una política efectiva fuera una casualidad del destino que nos deparan los medios de comunicación. Pareciera más razonable admitir que el gobierno simbólico de las conciencias pasa por un lado y el gobierno administrativo de los asuntos pasa por otro relativamente diferente, aunque la bifurcación llegue por un mismo corte: la obsolescencia de la representación gubernamental. Tal gobierno por delegación de las mayorías se vacía de contenido común antes de volcarse al ámbito público, una vez configurada la relación tecnológica entre el “afuera doméstico” (la pantalla en mi domicilio) y la “prótesis del adentro” (la programación estratégica de la mediación social).6 Al presente no se regula por un saber común (público) una única realidad (representada), sino que desde ya, la realidad de la representación queda a cargo del lugar (particular) desde el que se accede a una “mediatización”7 generalizada.

Por consiguiente llega a ser más efectivo elevar contra el TISA (así como ya ocurrió con el TLC) el muro de la movilización social (a empezar por la denuncia en la prensa, siguiendo por los sindicatos y movilizando a la opinión pública ante los efectos de la mundialización tecnocrática) que propiciar por la vía electoral un “gobierno en disputa”. La única disputa que ocurrrirá dentro de un gobierno por delegación representativa ya está laudada, ante la extensión doméstica que alcanza la tecnología mediática, por la propia necesidad de reproducción electoral: cerrar filas ante “los hogares uruguayos de todo el país”, en aras de generar un “clima de opinión”. ¿Acaso nos habrá pasado desapercibido que impúdicamente el Frente Amplio volvió a la tan vituperada “ley de lemas”, para ocultar la pata de elefante de los aparatos partidarios tras una diversidad amable de candidaturas? En esas condiciones, el poder del presente instala, aquí y en cualquier otra parte, un bufón en la pantalla y un tecnócrata en el joy-stick. Conviene considerar que se votará en elecciones nacionales (por delegación representativa) al bufón, que habrá sido de antemano elegido por la tecnocracia (en particular la que determina la circularidad entre la medición de opinión y la programación de los medios, por la vía del joy-stick estadístico).

La paradoja que instala la inevitable igualación electoral -quien debiera diferenciarse intenta mostrarse inocuo- abre la brecha por la que llega con paso de paloma la diferenciación de la derecha, como acaba de probarlo Novick.8 En cuanto la izquierda no se distingue de un continuo tecnocrático donde la derecha le da la derecha “por la positiva”, mientras la izquierda en el gobierno propone “resultados a evaluar” a cambio de cargos en la administración pública, existe el peligro de un “irresistible ascenso”. Tal fatalidad del nazi-fascismo proviene, como lo señalara Baudrillard9 y lo prueba inmejorablemente el presente de la socialdemocracia europea, de la desarticulación del Orden que supuestamente despliega la representación moderna. Novick no representa una derecha al estilo clásico uruguayo (ni la patria blanca, ni el Estado colorado), sino una derecha popular que “dice lo que siente” (hoy la derecha): soy dinero. Bajo la ecuación “dinero-trabajo”, Novick puede posicionarse en el mismo rango mediático que Mujica (también fue feriante)10 y en verdad, perforar con una versión de derecha el mismo estereotipo cursi: yo llegué (a rico) aunque soy un trabajador de origen pobre ¿porqué no haría usted (Mujica) lo mismo, ya que no propone nada distinto? La consistencia simbólica de la tradición demagógica uruguaya se posiciona en “lo popular” contra toda complejidad crítica: Chico Tazo, Pacheco, Mujica y Novick. El último nos aclara la significación propia del penúltimo: reduce a la austeridad de la acumulación dineraria lo que Mujica reducía al “saber del laburante” (con ganancia de simplicidad en el “modo de empleo”).

Sin embargo, los perjuicios políticos del pastorado de la elegibilidad representativa sobre la opinión pública están lejos de limitarse al estereotipo que favorecen los medios. Ante todo impiden que la diversidad de la participación movimentista pueda anclar en su propio campo de pertenencia. Un buen ejemplo lo presenta la polémica que se ha dado en torno a las campañas de opinión pública impulsadas por los movimientos de mujeres. Algunos artículos plantearon la interpretación sesgada de las normas que suscita el propio concepto de “perspectiva de género”.11 No puede entenderse, desde ese punto de vista, una “agenda de derechos” que se ponga por encima de la universalidad de la norma, en cuanto se desvía desde esa orientación el ejercicio de la justicia. Esta perspectiva fue asimismo conducida, por distintos comentaristas, a la cuestión de la libertad de opinión. Cierto clima que lauda las tomas de posición por el lugar (masculino o femenino) desde el que se emiten, atentaría directamente contra la posibilidad de un espacio democrático, tendencia que desde esa perspectiva prohija el triunfo del prejuicio y la persecución de la libertad de expresión. Incluso se hizo valer que la afirmación de la opinión, en cuanto se ejerce en el discurso, conlleva vocación de universalidad12 y adquiere, a partir de esa calidad, concomitancia enunciativa con relación al género (o cualquier otra condición) de quien la sostenga.

Lo que se propone defender es la universalidad propia tanto a la norma como a la verdad, ante el señalamiento, por parte de militantes feministas, tanto del lugar (masculino) desde el que habla en esa defensa del universalismo, como de la existencia de un campo teórico alternativo (marcado por la lucha de las mujeres) que se pasa por alto.

Cierto quid pro quo tiende a instalarse, entre quienes denuncian una “estrategia de la mordaza” (mujeres incluidas) y quienes imputan a toda posición el lugar del que proviene (hombres incluidos). Sin embargo, tanto para unos (unas) como para otras (otros), el debate no puede situarse más en la perspectiva de un legislador supérstite, en cuanto toda referencia a un principio al margen de la contienda pierde sentido por sí misma (no existe amordazamiento de una autoridad efectiva, ni lugar parcializado por encima de la discusión). La dificultad del debate sobre la significación democrática de los movimientos sociales (por ejemplo el de las mujeres) se presenta, ante todo, en cuanto tales movimientos singulares no alcanzan significación propia si la soberanía permanece intacta. Si, por el contrario, la soberanía se resquebraja, los movimientos sociales surgen como el campo del planteo alternativo, pero desde entonces éste no puede sustentarse en el antiguo vínculo de la verdad con la universalidad, porque ese vínculo supone, ante todo, la vigencia de una única soberanía (de la verdad) sobre un universo común.13

Sin duda, la perspectiva comicial sobre la cuestión pública tiende a restituir la unidad de la soberanía, que en el ejercicio de la democracia representativa corresponde a una mayoría. Nos encontramos, por lo tanto, ante un plano de creencias que disuelve la noción de una pluralidad de fuerzas y posiciones en juego (por ejemplo en torno a la lucha feminista), en cuanto una diversidad lauda entre sí un equilibrio provisorio e inestable, pero nunca cedido al cetro de ninguna soberanía, por más proclamada que se la presente. La mejor campaña por el voto en blanco es la que no se pronuncia, siquiera en términos de una campaña negativa, en tanto tal campaña ya supondría admitir la vigencia de la soberanía, antes que la libertad incontenible del juego abierto, de cara al poder, por las diferencias entre el común.


1El voto en blanco duplicó su número con relación a las anteriores elecciones nacionales de 2009. Ver Politólogos atribuyen porcentaje de votos en blanco y anulados a falta de incentivos en la campaña” El Observador(03/12/14) http://www.elobservador.com.uy/noticia/293423/politologos-atribuyen-porcentaje-de-votos-blancos-y-anulados-a-falta-de-incentivos-en-la-campana/
2Corazón de TISA” Montevideo Portal (20/04/15) http://www.montevideo.com.uy/auc.aspx?268604
3“Astori defiende la participación de Uruguay en el TISA” Subrayado (28/04/15) http://subrayado.com.uy/Site/noticia/44428/astori-defiende-la-participacion-de-uruguay-en-el-tis
4“Rebelión en la granja” Montevideo Portal (/05/05/15) http://www.montevideo.com.uy/auc.aspx?270135,245
5Ver en este blog “Renuncia, regresión y reagrupamiento: gobernar en 2013” http://ricardoviscardi.blogspot.com/2013/01/renunciaregresion-y-reagrupamiento.html
6Sobre “afuera doméstico” y “prótesis del adentro” Derrida, J. “Mal de Archivo” en el sitio Derrida en castellano http://marbue.xoom.it/martinm/PUG/Maldearchivo.pdf p.12
7La transformación del término “mediatización” expresa bien el tránsito desde el significado histórico (excluir) al actual (vincular), como lo señala Virilio, P. (1996) El arte del motor, Manantial, Buenos Aires, p.16.
8Novick supera a Topolansky según la encuesta de Opción” El Observador (05/05/15) http://www.elobservador.com.uy/noticia/304361/novick-supera-a-topolansky-segun-la-encuesta-de-opcion/
9Baudrillard, J. (1978) Olvidar a Foucault, Pre-textos, Valencia, pp.90-91.
10Novick a Topolansky: mientras yo cargaba cajones en la feria usted cargaba fusiles” El País (04/05/15) http://www.elpais.com.uy/informacion/novick-cajones-feria-topolansky-fusiles.html
11Esta polémica fue inciada por Hoenir Sarthou en el Semanario Voces, en el que se publicaron también posiciones contrarias, entre otros: Sarthou, H. “Feminicidio” Voces (19/03/15) p.5.
12Refiero a propósitos de Amir Hamed difundidos por Oscar Larroca.

13Lacan señalaba que “el catolicismo es la verdadera religión”, refiriéndose a la verdad antes que a la religión, pero sobre todo a la religión de la verdad que habilitó, entre sentido y trascendencia, el vicariato católico Viscardi R., 2013, “La Jerusalén Freudiana: una incredulidad religiosa” en Lacan &Spinoza, Ñácate, Montevideo, pp.80-81.