Dos dogmas de la modernidad uruguaya
2ª quincena de septiembre 2009
El viernes 11 de setiembre tuvo lugar en la Facultad de Ciencias Sociales la visita académica y conferencia de Michel Maffesoli, autor clave en el registro sociológico de la posmodernidad. El texto que sigue es el que presenté en la mesa previa a la intervención de Maffesoli, sugestivamente denominada « Ay, que hubo de posmodernidad ? ». La cuestión que me pareció decisiva en la convocatoira de esa mesa es la recepción de la posmodernidad en el Uruguay.
En un prólogo a la antología de poemas de Ibero Gutiérrez, Luis Bravo presenta en el año 1992[1] una lectura contrapuesta a todas las otras que se han hecho hasta ahora sobre esa obra. La tesis que se esboza es que Ibero Gutiérrez es un antecedente uruguayo de la posmodernidad. Lo sugerente estriba en que Ibero fue un militante de los movimientos estudiantiles y políticos de fin de los años 60’, asesinado además por el Escuadrón de la Muerte, el 28 de febrero de 1972. Ese asesinato, por si todo lo anterior ya no fuera singularmente significativo, abre la última etapa del enfrentamiento entre las fuerzas represivas y las guerrillas, porque el MLN responde a raíz del asesinato de Ibero con la ofensiva del 14 de abril de 1972, que abre el ciclo de represión sangrienta que se prolongará de hecho hasta inicios de los años 80’.
Si cundiera la singular y solitaria tesis de Bravo, se desarticularía la versión de la inmunidad ideológica de los movimientos estudiantiles y de la militancia de izquierda uruguayos respecto al movimiento contracultural de los años 60’[2]. Esta tesis es absolutamente imprescindible para la reproducción retro-tópica de la socialdemocracia batllista reciclada en versión de izquierda que ya es la receta confesa de la actual fórmula presidencial frenteamplista. Si entre el Uruguay batllista y su prolongación con aderezos coyunturales del momento, que desde siempre reitera la izquierda uruguaya, se interpusiera un cuestionamiento de la racionalidad moderna desde una articulación clave del relato frente-tupa-amplista, pincharía la bicicleta que lidera el pelotón centro-sistémico que se identifica hoy con la política partidaria, es decir, la cocina del Estado.
Sobre la obra de Ibero cada uno podrá hacerse una composición de lugar, particularmente en la presentación de una nueva edición ampliada que tendrá lugar en la Feria del Libro el domingo próximo[3] a las 19 horas. Habrá además una retrospectiva organizada por el Museo de la Memoria sobre sus dibujos y pinturas hacia fines de septiembre.
A mediados de 1990 tuvo lugar una fiesta, curiosamente llamada La fiesta del FER, por el nombre de la legendaria agrupación estudiantil del IAVA, que jamás se deshonró dejando un vidrio sano de la fachada del Canal 4, cuando estaba en 18 y Eduardo Acevedo. Pero no fue una kermesse militante para recoger fondos ni una guitarreada de campamento con memorias de fogón, sino una fiesta pop cuyo símil más adecuado sería el tema “Revolution” de los Beattles. Nada resume mejor esa fiesta que una volanteada que hizo en el mismo baile Horacio Tejera. El volante decía de un lado: “Demasiado tarde para lágrimas. El F.E.R. era una fiesta” y del otro llevaba el texto en español de “Wish you were here” de Pink Floyd.
El semanario Búsqueda, con la sutileza interpretativa que lo caracteriza, presentó una versión brillante, o quizás brillosa: vio en esa fiesta yuppies acaudalados descendiendo de automóviles lujosos entre otros diversos reflejos metálicos aunque no necesariamente viles, al menos desde el punto de vista de Búsqueda[4].
La soledad de la lectura de Bravo en relación a la obra de Ibero y la miopía de la versión de Búsqueda ante la significación contracultural de la memoria estudiantil, metaforizan la perspectiva de arranque de la posmodernidad en el Uruguay de los 80’. Una izquierda fuertemente implantada en los aparatos culturales, particularmente en la educación pública, intentando endosar entre sí posmodernidad y neoliberalismo, para camuflar ideológicamente su obsolescencia decimonónica, organicista y aparatista. Por otro lado, un estamento empresarial que la dictadura puso nuevamente en línea de combate, intentando olvidar la dependencia libidinal que mantuvo con la incubadora de subsidios batllista.
Desde mediados de los 90’ el auge de la interactividad ha significado una extensión de la condición posmoderna, en cuanto ha consolidado la diversidad idiosincrática, multiplicándola por la vinculación a distancia. Bajo estas condiciones de desarticulación de una única perspectiva de Orden, la situación glocal del Uruguay corresponde a un país sin economías de escala, integrado en torno a las estructuras de Estado y por esas dos razones sujeto al influjo regional y mundial. La fachada de una cohesión nacional requiere para sostenerse bajo esas condiciones aducir una incorporación global decisiva.
La glocalización[5] uruguaya se presenta entonces como un proyecto nacional-globalista, cuyo primer ejemplo fue el alineamiento nacional en aras de la causa multinacional de Botnia. Nos anuncian más y peor MERCOSUR incluso, si fuera necesario. El nacional-globalismo[6] supone que el Orden no puede ser meramente local, sino como traducción de un ordenamiento global.
En ese sentido, la desarticulación posmoderna de la representación, en tanto situación instalada por los mismos excesos y falencias del Orden que la delegación representativa dice reflejar, es y será la cara visible de la democracia, cuando esta abandona los vericuetos leguleyos del mero republicanismo y se adentra, además, en la interfaz de los envíos entre miembros de una misma red.
[1] Gutiérrez, I. (1992) Antología II, Arca, Montevideo, pp.19-21.
[2] Ver al respecto « Pasa el 68’ » La Diaria (23/05/08) Montevideo, p.7. http://www.ladiaria.com.uy/files/ladiaria_2008
[3] Se refiere al 13 de septiembre de 2009.
[4] Sobre la « Fiesta del FER » ver Viscardi, R. (1991) Después de la política, Juan Darién, Montevideo, pp.23-29.
[5] Sobre « glocalidad »: Marramao, G. (2006) Pasaje a Occidente, Katz, Buenos Aires, pp.41-42.
[6] Sobre « nacional-globalismo »: Viscardi, R. “¿Nacional-globalismo o alter-globalización?” (18/10/07) Semanario Voces del Frente Nº 143, Montevideo, p.8.
Publicación electrónica en la dirección http://www.vocesfa.com.uy/No143/No143.htm
3 comentarios:
Había ya escrito un comentario pero...algo pasó. Mejor así porque prefiero-a la luz de los materiales que recibí sobre los homenajes a realizarse a Ibero Gutiérrez, por un lado, y a textos de J.P. Barrán publicados en la última Brecha, por otro,centrarme únicamente en dos aspectos que se abordan, entre tantos, en este artículo de Ricardo Vicardi.
Coincido con su opinión, discrepante de la de Luis Bravo, acerca de la ubicación político-ideológica de Ibero. Me parece inconsistente la propuesta de Bravo ubicándolo como un precursor de la posmodernidad en Uruguay. El joven mártir, se comprometió con los temas políticos y sociales de su tiempo, así como con el arte en muy diversas manifetaciones: poesía, dibujo, pintura, fotografía...Demasiado para caber en 22 años! Por eso es un emblema de esos años de luchas estudiantiles, de los 60, y así se lo recuerda, con toda justicia.
Quise soslayar toda discusión política acerca del papel del F.A hoy, porque insumiría demasiado epacio, además de no ser conducente, creo, a cuatro semanas de una elección.
Pero sí coincido en que desde el sistema político-educativo uruguayo se ha querido identificar posmodernidad con neoliberalismo y a ambos con globalización (en un sentido negativo). Considero esto un gran error y una postura aferrada a una Modernidad y sus nociones fuertes de "Verdad", "Razón", "Representación" "Significado", "Fundamento" y otras que autores de la talla de Foucault, Derrida, Deleuze y Guattari, Lyotard y tantos, interpelaron fuertemente.
La recepción en Uruguay de esas posturas "post" y "neo", no por frivolidad o novelería lingüística empezaron a usarse esos prefijos, si bien fue de rechazo en el sistema antes mencionado, fue de apertura en muchos intelectuales e investigadores que comenzaron a producir materiales, a discutir y a encarar la "teoría" de una manera abierta a este "giro".A las diferencias, a todo lo diferente de ese sujeto con la "dispersión" que Foucault señaló.
Por citar a uno solo, quien acaba de fallecer, nombro al gran receptor de esta posmodernidad y "la condición posmoderna" que fue J.P Barrán. Y sé que esto puede ser polémico...Su lectura profunda e inteligente de Foucault es una huella clara en su producción de las últimas décadas.
R.V agrega la irrupción posterior y despliegue imparable de la red de redes como posibilidad de ampliar aún más los mundos y poner en diálogo las diferencias y los diferentes. Bienvenidas estas repuestas a los dogmas modernos que aún pelean su lugar. Muchos Saludos María
De la visita de Maffesoli, lo primero que salta a la vista es la pésima gestión, el debate que empezó antes de la llegada del invitado, el salón demasiado pequeño para la concurrencia, la poca preparación de las presentaciones de los académicos uruguayos. En consecuencia, no se escuchaba, no se entendía, no había diálogo ni reflexión.
Viene un autor que, quiéraselo o no, tiene relevancia internacional (y local) y la misma Facultad de Ciencias Sociales donde pululan conceptos como el de tribu urbana, no parece darle importancia al hecho y prefiere dejar que prosigan las clases regulares.
Finalmente, la muchachada estudiantil queda maravillada con Maffesoli, sobre cuyas ideas no se profundiza, a menos que nos remitamos a esta presentación (este post) y seamos lo bastante perspicaces o degenerados como para percibir una analogía entre la nueva era maffesoliana de barbarismo armonioso y la mixtura posmo-liberal de la izquierda uruguaya. Alguien podría haber planteado una idea semejante, pensar el optimismo esteticista de Maffesoli localmente, pero salvo en una rebuscada interpretación de Viscardi, eso estuvo lejos de ocurrir.
Por otra parte, parece caer de madura la necesidad de renovación en los programas de la UDELAR, al menos en las áreas de humanidades, segmentada internamente en áreas teóricas del tiempo de Batlle y salpicada por cursos y seminarios dispersos sobre algún tema contemporáneo puntual, de manera casi anecdótica. ¿Quién podría introducir los autores posmodernos y los más antiguos retomados en la posmodernidad? ¿Quién podría volver la mirada teórica sobre nuestra sociedad, nuestra ideología, nuestra contingencia? Los panelistas uruguayos, lejos de ser representantes del status quo, no demostraron sin embargo ningún interés en ello, ni siquiera esperanza en que los estudiantes pudiesen entender alguna cosa, sino que exhibieron una actitud cínica, propia de la mixtura posmo-liberal; flaco favor a la imagen de los caudillos urbanos académicos frente a la hegemonía universitaria de doctores solipsistas.
Hubo que presenciar una clase elemental de historia del arte de Arocena, seguida de la obsoleta problematización del escaso acceso a la educación de "los planchas" por parte de Filardo. A continuación, Gabriel Eira hizo una suerte de stand up commedy, donde esbozó analizar los grafitis en los baños de la FCS, pero sin pasar de una descripción poco rigurosa, concentrado más bien en reírse de sus propias confusiones del pasado y solapadamente, de la confusión de otros. Antes o después de él, Carlos Muñoz mencionó en menos de 10 minutos tantos autores como la compañera del otro comentario de este post, llegando a decir cosas como "Deleuze: literatura y balbuceo".
El conjunto de las presentaciones se redujo a un picoteo enciclopédico carente de conceptos, de preguntas, de crítica. Viscardi cerró la mesa criolla leyendo el presente artículo, cuya sustancia se perdió en la barroca sintaxis a oídos que esperaban en todo caso algún otro chistecito, amén del propio Maffesoli, a quien en esa instancia nadie le proporcionó un intérprete, y que no entiende español si no le hablan despacio.
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