Reflexiones de Leviatán: la educación y el estado de la política
2ª quincena diciembre 2011
Podría pensarse que el título de este texto se contrapone a otro título del que adquiere cierta resonancia: “Pensar sin Estado”[1]. Sin embargo, por la vía de privar al pensamiento de la “violencia metafísica”[2] que encarna el Estado en tanto Leviatán soberano, se llega a obtener un estado de la política cuyo requisito previo exige la educación. Estado, pensar y educación forman una tríada que avanza en cohesión y diferenciación interna con la naturalización de la soberanía divina, transferida progresivamente de la teología a la naturaleza, a través del proceso de secularización[3].
Pensar con Estado devino, por la vía del propio Estado, en un pensamiento acerca de los derechos humanos, en cuanto el derecho natural convirtió los derechos individuales de los particulares, que el Estado admitía como otros tantos límites propios respecto a los ciudadanos, en derechos de la naturaleza humana[4].
Convertida en fuente de soberanía, incluso estatal, tal naturaleza no puede admitir sus derechos, ni siquiera distinguirlos de las obligaciones que le imponen a la propia condición humana, sin elaborarlos a partir de la educación. La educación y la modernidad se encuentran incluidas en posibilidades recíprocas y complementarias, por igual atadas a una estrategia de desarrollo de los particulares, en tanto el Estado se autoimpone crecientemente límites de su soberanía ante los ciudadanos: “pasar del gobierno de los hombres a la administración de las cosas” (Saint-Simon).
La tecnología supone, en su advenimiento hacia la mitad del siglo pasado, una puesta al límite de esa frontera entre la soberanía estatal y el pensar de los particulares. A partir de la reversión del vínculo de determinación entre la naturaleza y el saber, advienen la disuasión nuclear, el calentamiento global y la realidad virtual: el saber es el lobo de la naturaleza. Desde entonces la razón de ser de Leviatán (el hombre es el lobo del hombre), caduca, en cuanto el saber es el lobo de la naturaleza.
Que el saber sea el lobo de la naturaleza también supone que el hombre, su gestor, es el lobo de la naturaleza y tal reversión del vínculo entre el hombre y la madre naturaleza engendra paradójicamente, además de un matricidio, el fin del vínculo posible entre el pensar y el Estado, en cuanto tal posibilidad suponía, para la modernidad, la integridad de la naturaleza humana. Con tal integridad concebida como principio del progreso positivo de la humanidad, además de la disolución de la propia idea de Humanidad en tanto destino de un género natural, caduca asimismo la idea de una educación en tanto instrucción impartida desde una soberanía cualquiera[5], en particular y ante todo, en una versión moderna, la soberanía estatal.
Esta antinomia atosiga a la concepción de la educación en tanto política de Estado: si es estatal anula la virtud tecnológica de los particulares, que ancla en una irrestricta elaboración del pensar, si esta elaboración se desarrolla al margen del Estado, no admite ninguna regulación que provenga de una soberanía ajena al pensamiento singular de cada quien. Pensar sin Estado es pensar sin políticas de Estado. Por lo tanto es educar sin Estado y tal educación es la condición misma de una política surgida con la tecnología, en cuanto la condición pública exige una capacitación de los particulares que no se resuelve por encima de ellos, con reflexiones de Leviatán, sino en cada quien como particular, aunque diferenciado de los demás, ante todo, por aquello que lo vincula al semejante a partir de sus propias decisiones.
Ante este estado de la política, ya muy alejado de una política de Estado, se produce una reflexividad del personal político, que advierte en el horizonte electoral los negros nubarrones de la desgracia pintada de desistencia, es decir, voto en blanco o anulado. Esta amenaza ha crecido, igual que la tecnología, a la par del desencanto de los movimientos sociales, en particular ante los prolongados fracasos en la resolución de las secuelas generadas por el terrorismo de Estado, o ante el freno a la liberalización reproductiva, o en razón de la misma decepción ante la redistribución capitalista “con rostro humano”, ecuánime entre ricos y pobres.
Asistimos a una razonabilidad creciente y súbita de Leviatán, que pasó de amenazar hace tan sólo pocos días con el peso de la autoridad a los gremios de la enseñanza secundaria[6], a recibirlos con respeto[7] incluso en un clima de chistidos entre pares, destinados a silenciar enardecidas acusaciones dirigidas a aquellos mismos gremios, de corporativismo y boicot global de los proyectos educativos (es decir, boicot de la globalización)[8]. Mientras tanto, quienes desde el llano clamaban por mayor rigor represivo, mantienen un silencio que quizás sea reflexivo, o incluso pueda sonar a silencio compungido.
Sin embargo, esta súbita razonabilidad democrática del conjunto de los partidos suena ante todo a aporía estratégica. El sistema de partidos necesita de la educación en tanto umbral de acceso a la capacitación tecnológica de la ciudadanía en el contexto de la globalización. Sin embargo, por su misma base idiosincrática en la población, tal acceso no puede ser implementado por meras agencias estatales, sin el concurso de una índole pedagógica, insoluble por antonomasia en efectivos estatales regimentados.
De ahí que el poder político se vea, so pena de un significativo incremento de su desprestigio público y por ende electoral, sometido a un fuego cruzado y políticamente letal: los organismos internacionales y los criterios de globalización le exigen, como condición para aspirar a la admisión entre los elencos beneficiarios de empréstitos y convenios, índices favorables obtenidos por medio procedimientos de medición establecidos a escala internacional. Por otro lado, los gremios docentes conminan al mismo Estado a aumentar los recursos y la autonomía educativa como condición del éxito pedagógico, en términos de una razonabilidad que propicie el ingreso de los sectores excluidos por los procesos de selección tecno-económica (no sólo en tanto excluidos –léase “indigentes”, sino también en tanto desvinculados –léase “desmotivados”, ya que la selección tecno-económica discrimina negativamente –léase a los “incapaces”).
Las reflexiones de Leviatán no esbozan una política de Estado, sino que traducen un estado de la política, en tanto la actualidad tecnológica de la globalización exige como condición de incorporación el éxito educativo. Desde entonces, en cuanto la educación no puede ser implementada desde la soberanía sin convertirse en una antinomia, la política condice con una transferencia de decisión pública desde el ámbito institucional al campo de la gestión idiosincrática de la población. Lejos de convertirse como algunos lo predican en sinónimo de corporativismo[9], la autonomía anclará demográficamente trascendiendo el antiguo registro de independencia institucional, para pasar a expresar la incidencia estratégica de los movimientos y redes educativas en el devenir público. Las reflexiones de Leviatán no se encuentran ante el orden que se aproxima, como quisieran creerlo quienes las cultivan, sino ante el caos que comienza, desde el punto de vista de una política de Estado. Asimismo, un estado distinto de la política comienza a esbozarse, incluso cuando parece comenzar el caos, pero se aproxima sin embargo el orden idiosincrático de la educación.
[1] Lekwovicz, I. (2004) Pensar sin Estado, Paidós, Buenos Aires.
[2] Pecoraro, R. (2009) “Justicia, Derecho y Violencia” en Ontología del Declinar, Biblos, Buenos Aires, p. 179.
[3] Marramao, G. (1998) Cielo y tierra, Paidós, Barcelona, p.87.
[4]Sobre la diferencia entre derechos individuales y derechos humanos ver: Chávez, J. “Derechos humanos y garantías individuales. Segunda parte” en Taller de Teoría Jurídica Contemporánea II http://jesus-chavez.blogspot.com/2010/04/derechos-humanos-y-garantias_25.html (acceso el 15/12/11).
[5] Sobre el vínculo entre soberanía y educación universitaria, ver Viscardi, R. “Las humanidades y la universidad en la globalización: interrogantes en torno a la “universidad sin condición de J. Derrida” (2010) Revista Científica de Información y Comunicación Nº7, Universidad de Sevilla, p.86. Versión electrónica: http://www.ic-journal.org/
[6] “Larrañaga criticó desacato docente” La Red21 (24/11/11) http://www.lr21.com.uy/politica/480824-aca-manda-el-sistema-politico
[7] “Sindicatos lanzarán movimiento en “defensa de la educación pública” El Observador (14/12/11) http://elobservador.com.uy/noticia/215070/sindicatos-de-la-ensenanza-lanzaran-movimiento-en-defensa-de-la-educacion-publica/
[8] “En el río hay un gran pez” Montevideo Portal (14/12/11) http://www.montevideo.com.uy/notnoticias_155673_1.html
[9] “Tal como se manejan hoy, las autonomías de la educación son una garantía de obstáculo” La Red21 (13/12/11) http://www.lr21.com.uy/politica/1007412-tal-como-se-manejan-hoy-las-autonomias-en-la-educacion-son-una-garantia-de-obstaculo
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