Granos
de Arena de Antel:
el contenido bíblico del cilindro municipal
el contenido bíblico del cilindro municipal
1ª
quincena mayo 2013
Al recompensar a Abrahm
por su obediencia filicida con una descendencia “tan numerosa como la arena del
mar”,[1]
Javhé parece haber olvidado que una obsecuencia aún más absoluta cunde, en el
obsoleto paraíso uruguayo de la racionalidad moderna, que no sólo pretende depositar
el contenido de la historia en un cilindro municipal, sino además ir, uno por
uno, al grano de cada contenido de Antel-Arena.[2] Un
único contenido de grano permanece, sin embargo, incólume ante tal catástrofe
bíblica contenida en los contenidos del Cilindro Municipal de Montevideo: el
contenido de “contenido”.
En efecto, esta
historia comienza por un término, que conlleva una manera clásica de ponerle
fin: un diccionario. Alentándonos a hacer uso del diccionario de la Real
Academia Española, el ingeniero Grompone[3] no
soslaya su fidelidad tecnológica, ya que tal instrumento se encuentra on-line.
Ahora ¿no sería el mismo diccionario una fuente de los mismos contenidos antes
de ser incorporado on-line, o incluso, tomado de un anaquel, si se quiere,
desde una escalera de biblioteca? En ese caso, la definición de “telecomunicaciones”
que el propio Grompone encuentra “perfecta”, tal como la provee la legislación
nacional en la materia, no hubiera agregado ni una jota al contenido del mayor
diccionario de la lengua (en particular porque es en el grano de sus contenidos
que se funda el abordaje que propone, el mismo enunciador, ante la cuestión jurídica que suscita Antel-Arena).
Entonces ¿cómo entender
que las telecomunicaciones, entendidas como las entiende Grompone, incorporan
los contenidos tan sólo en cuanto los extienden? Si la tecnología no hace
sino extender los contenidos, no se ve cómo podrían las telecomunicaciones
proveer el criterio para entender lo que se transmite a distancia, incluso de
diccionario, ni menos, para gobernarlo. Por ende, la pretensión de Antel a
configurar a través de una Arena la mejor generación de contenidos, se
encontraría con una contradicción clásica: lo extenso (de la transmisión a
distancia) se opondría a lo intenso (del contenido a transmitir).[4] Lo
que inhabilitaría a Antel no sería la legislación nacional, ni la malversación
habitual de sus contenidos por la partidocracia uruguaya, sino la propia
impropiedad de la extensión para contener el contenido de “contenido”. La antena,
todo lo electromagnética que se quiera, se hundiría en la trivialidad, falta de
contenido.
En su contraposición a
Grompone, Omar Paganini[5] pretende
que el planteamiento idiomático de la cuestión legal encierra un sofisma. Para
dejar en evidencia la truculencia reductora que le imputa al primero, denuncia
la falacia que incluye la “generación de contenidos” como “parte” de las
telecomunicaciones. Le parece tan inadecuado incluir la “parte” “generación de
contenidos” en el todo “telecomunicaciones”, como la “parte” “producción de soja” en el “todo”
“transporte naviero”, o la parte “generación de niños” en el “todo” “transporte escolar”. Cree así Paganini
denunciar un sofisma asestado mediante el idioma, cuando lo que hace es usar el
idioma de los sofismas para asestar la noción de “contenido” en tanto “esencia
apropiada”, válida por igual para el transporte fluvial o la gestación
biológica, como para la “premisa menor” de un silogismo.
Si aplicáramos la
noción de “parte” como sinónimo de “contenido”, sin diferenciación conceptual
entre la enunciación lógica y la agregación de segmentos físicos, o la
complementariedad de elementos biológicos, debiéramos entender que la pata del
caballo es el contenido del caballo. O que la veta de mineral es el contenido
de la estratificación geológica. Pero parece difícil que el contenido “contenido”
se use en tal sentido, a no ser en tanto “telecomunicación” entre el idioma y
los referentes, lo que nos retrotrae por la vía más insospechada, a un
sustancialismo acerbo vestido de “objetividad”, según la más pura acepción de metafísica que Ricoeur imputa, más allá del silogismo, al aristotelismo.[6]
En tanto “forma parte”
del ordenamiento de la forma en el cosmos griego, la “parte” es “contenido” en
cuanto articula (“mediáticamente”, para una percepción “anacrónica” que leyera
el planteo griego desde la contemporaneidad) la mediación entre la premisa
mayor y la conclusión.[7] En
ese punto Aristóteles creyó haber resuelto un problema de “telecomunicación” de
la theoria griega, planteada por la
intangibilidad de las formas ideales platónicas, en cuanto tal inaccesibilidad de
la idealidad desafiaba a la mediación, ante un cosmos integrado en todas sus “partes”,
de cara las unas a las otras.[8]
Tanto la noción de
telecomunicaciones como extensión de contenidos, que sostiene Grompone, como la noción de “contenido” provista por la mediación aristotélica entre las formas y los casos, que Paganini pretende disolver en la observación empírica; llevan por igual a ignorar que la noción de “contenido” no se diluye
en la transmisión (“telecomunicacional” en un sentido lato de la teoría) que
constituye la tradición, sino que es la sucesiva traducción de “esencia” y de “idea”,
a través de distintos contextos semánticos. Más grave aún es que tal noción de “telecomunicaciones”, entronizada como fatal articulación tecnológica de contenidos, o ganada por una supuesta neutralidad de la gestión económica, conlleva tanto la defensa de un reduccionismo tecnológico
como la aceptación de un indeterminismo empresarial.
La historia no
precipita el maná de su contenido en “tecnología”, de manera tal que las
telecomunicaciones proveen la Arena en que se dirime el cotejo entre los intereses
de la empresa estatal y las empresas multinacionales, como termina por
afirmarlo Grompone. Menos aún “los negocios” proveen un difuso criterio de “gente”
y “empresas de todos los rubros” apaciblemente contrapuesto a los razonables “oligopolios
naturales”, de manera que no nos queda por delante sino confiar en la “neutralidad de la red”,
que según Paganini, se presenta tan justamente mediada como un “justo medio” –incluso el de la “premisa
menor”.
La falencia crítica que
trasuntan por igual el fatalismo artefactual y la indeterminación empresarial,
desprecia de la metafísica todo lo que ignora de la teoría de la comunicación. El
“determinismo tecnológico” de McLuhan dejó, por el contrario, estampado que “un
medio es el contenido de otro medio”,[9] de
forma tal que disolvió la diferencia entre las “telecomunicaciones” y la “generación
de contenidos”, puesto que la tecnología pauta los contenidos tanto como éstos
se plasman en contextos artefactuales propios. Por otro lado, la teoría del
discurso disolvió la pureza de los contenidos en “el medio” de la formalización
del lenguaje, en tanto calibró la teoría como “caja de herramientas”,[10]
en cuya panoplia instrumental ningún contenido queda al margen de la habilidad
del usuario, ni de la entidad del
problema que se pretenda resolver.
La tragedia crítica que asola al Uruguay se
hace patente en que no sólo el rey está desnudo,[11]
sino que además cierta acepción mirífica de la tecnología lo hace aún más
transparente.
[1]“Tu
descendencia será como las estrellas del cielo” en Nos ponemos en camino http://nosponemosencamino.blogspot.com/2013/01/tu-descendencia-sera-como-las-estrellas.html
(Acceso el 30/04/13)
[2] La empresa
estatal de telecomunicaciones (Antel) y la Intendencia Municipal de Montevideo
se ha asociado para construir una Arena mediática, generando acusaciones de
inconstitucionalidad de la oposición. Ver “Mujeres de Arena” Montevideo Portal
(23/04/13) http://www.montevideo.com.uy/notnoticias_198643_1.html
[3] Grompone, J. “ANTEL
nuevamente en la lucha” Voces (11/04/13) p.8. Versión
electrónica en https://2414f8b3-a-1cdd88af-s-sites.googlegroups.com/a/voces.com.uy/web/ediciones/2013/archivos/voces380.pdf?attachauth=ANoY7cpSQPB3gfMOIldPbCsgsSgdRL-zJRW_o_pW35aSawklg-6PMLhof0uOXUd2rUjSQ4rc_nDG9FWIXTRczKXZMvo0k82q-pmnkfioMrJvKo7gVpQommW6B9rtQhRbvRTEvSTXxtkOQ0fUIB8hwZw7QKJuUencfSsNlwyyI3rkkvlei8JcV4RIgvsRnX2d1OxvFPLGM5Dz_LBGnOA33k3tUdUSuNyDPCrknMNpKdbIcj3pIwK_udI%3D&attredirects=0
(Acceso el 01/05/13)
[4] Serrano, G.
(2005) Conocimiento versus forma lógica.
La querella en torno al silogismo 1605-1704, Universidad Nacional de Colombia,
Bogotá, pp.207 a 211. Versión electrónica en http://www.bdigital.unal.edu.co/1442/6/05CAPI04.pdf
(Acceso el 01/05/13).
[5] Paganini, O. “La
generación de contenidos y las telecomunicaciones” Voces (18/04/13), p.4. Versión electrónica accesible en https://2414f8b3-a-1cdd88af-s-sites.googlegroups.com/a/voces.com.uy/web/ediciones/2013/archivos/voces380.pdf?attachauth=ANoY7cpSQPB3gfMOIldPbCsgsSgdRL-zJRW_o_pW35aSawklg-6PMLhof0uOXUd2rUjSQ4rc_nDG9FWIXTRczKXZMvo0k82q-pmnkfioMrJvKo7gVpQommW6B9rtQhRbvRTEvSTXxtkOQ0fUIB8hwZw7QKJuUencfSsNlwyyI3rkkvlei8JcV4RIgvsRnX2d1OxvFPLGM5Dz_LBGnOA33k3tUdUSuNyDPCrknMNpKdbIcj3pIwK_udI%3D&attredirects=0
(Acceso el 01/05/13)
[6] Ricoeur, P.
(1990) « Individuo e identidad personal » en Sobre el Individuo, Paidós, Barcelona, p.70.
[7] Brun, J. (1961) Aristote
et le Lycée,PUF, Paris, p.41.
[8] Op.cit.p.38.
[9] Mc.Luhan, M.
(1996) Comprender los medios de
comunicación, Paidós, Barcelona, p.30. Versión electrónica en http://cedoc.infd.edu.ar/upload/McLuhan_Marshall__Comprender_los_medios_de_comunicacion.pdf
(Acceso el 01/05/13)
[10] Foucault, M.
(1979) Microfísica del poder, Ed. de
la Piqueta, Madrid, p.79. (Versión electrónica en http://sociologicahumanitatis.files.wordpress.com/2009/10/foucault-m-microfisica-del-poder-espanol.pdf
(Acceso el 01/05/79)
[11] Amir, H. “Sastrería
del desastre” Henciclopedia http://www.henciclopedia.org.uy/Columna%20H/HamedSastreriadeldesastre.htm
(Acceso el 01/05/13).