16.6.11

Mujica contra la filosofía: la desobediencia civil presidencial


2ª quincena junio 2011



Tuvo lugar en Montevideo la 15ª Jornadas Filosóficas de la Fundación para el Estudio del Pensamiento Argentino e Iberoamericano[1], los días 13 y 14 de junio. En concordancia con su generosa ubicuidad, tan acostumbrada como costumbrista, el propio Presidente de la República no dejó de estar presente en el evento, aunque no por la clásica participación inaugural, ni tampoco por sufrir alguna impugnación política, sino por declarar una condena in situ del tiempo de la filosofía.

Algunos participantes de la actividad organizada por FEPAI se encontraron con el propio Mujica en las cercanías de la sede del evento, en la zona del Parque Rodó. Percibiendo su presencia en un restaurant de esa zona montevideana, lo invitaron espontáneamente a participar del encuentro filosófico, iniciativa connatural a la presencia del primer mandatario, si se tiene en cuenta que el evento se dedicaba a “Balance y perspectivas de la 1ª década del siglo XXI”. Ante la invitación que se le formulara de viva voz, Mujica respondió negativamente. Su negativa motivó que una profesora lo interpelara: “¿Cómo? ¿El Pepe no participa de un evento filosófico?” recibiendo por respuesta “Estos no son tiempos de filosofía”.

Conviene recordar que en repetidas oportunidades distintas versiones destacaron el talante filosófico del actual presidente[2], subrayando la índole reflexiva y alternativa, cuando no iconoclasta, de sus consideraciones públicas. Esta apreciación se encuentra ahora denegada por el propio “rey-filósofo” en razón del testimonio de profesionales de la filosofía, que no sólo la profesan en calidad de profesores, sino que también dan fe de la denegación gubernamental que la afecta en el Uruguay.

Vertida la anécdota en el ámbito colectivo de las Jornadas, se la vinculó a la denostación por parte del mismo Mujica de las Humanidades[3] y a la misma recomendación que dirigió a los jóvenes de abandonar el estudio de disciplinas que considera improductivas y estériles, llegando incluso con oportunidad de la investidura de alguno de sus ministros a condenar la formación en ciencias de comunicación, según dijera el presidente, por inutilidad socio-profesional[4]. Esta actitud contraria al pensamiento crítico por parte de un gobierno pretendidamente de izquierda no dejó de ser evocada en el ámbito del evento académico, provocando una nueva señal de condena desde el ámbito de la cultura a la estrategia “agro-inteligente” del ejecutivo. Cabe agregar que el evento contaba con una mayoritaria participación argentina, que seguramente trasladará a medios académicos de la vecina orilla una percepción acorde a la circunstancia.

Desde este blog[5] hemos avanzado la hipótesis de un fin anticipado del actual mandato presidencial, pautado por su inviabilidad política. En tanto descree de un "tiempo filosófico" en representación de la soberanía, Mujica pone en cuestión la figura platónica del “rey-filósofo” que inaugura, con el advenimiento de la razón en el horizonte de la tradición occidental, el vínculo humano y no tan sólo divino entre orden y poder. Este vínculo no depende de una contingencia coyuntural, en cuanto inspira la propia índole soberana de la democracia, que sostiene el acceso de cada miembro de la soberanía, por igual, al poder y al saber.

Con un sesgo que contraría la tradición el mandatario extiende, mal que le pese a su intención, el campo que entiende desacreditar, en cuanto la impugnación del vínculo entre orden y saber, entre filosofía y soberanía, sólo puede encontrar en la crítica filosófica (es decir, la puesta en crisis de toda norma) la pauta de un “ser sin norma”, contrapuesto en este caso a la investidura presidencial. Como expresión del tiempo filosófico del presente, pautado por un ser sin norma, Mujica manifiesta una desobediencia civil presidencial ante la emblemática figura del “rey-filósofo”, que preside su propia investidura. En lo que sigue extractamos la conclusión de nuestra intervención en las Jornadas “Balance y perspectivas de la 1ª década del siglo XXI”:


La desobediencia civil universalizada


La última década comenzó con cierta desilusión en torno a la inoperancia del Foro Social Mundial, que parecía reanudar el camino de fines de los 60’ en una perspectiva contracultural. Una polifonía desafió a los aparatos totalitarios que instalaron la Guerra Fría y encontró en el 68’ (Paris, Perú, Praga, Vietnam) su epicentro mundial. En los años 70’ el cuestionamiento de la modernidad y su republicanismo normativo recogió ese desafío, a través del planteamiento alternativo de los movimientos sociales y el cuestionamiento estratégico de los estados-nación.

Ese rumbo pareció opacarse en los 80’ ante la contraofensiva neoliberal, que sólo enfrentaron en tanto alternativa intelectual las culturas desl post-68’. Sin embargo, los 90’ asisten al surgimiento del zapatismo y la convocatoria de Seattle, anticipando el sesgo de la primera década del siglo, marcada a fuego por la ofensiva contraterrorista occidental ante los atentados del 11 de setiembre y la secuela de terrorismo de Estado que se desencadena desde entonces contra los países-blanco de los conflictos (Palestina, Afganistán, Irak, Irán).

Surge asimismo por contraposición al control mundialista de los estados, una articulación de la movilización a partir de la opinión pública, que encuentra en la vinculación interactiva una vía multitudinaria y movilizadora de convocatoria. De la reversión electoral que se propicia ante los atentados de Atocha a la revuelta del mundo árabe que todavía persiste, pasando por la desarticulación diplomática e ideológica que desencadena Wikileaks, o el crecimiento exponencial del voto en blanco en países tan distantes políticamente como Uruguay y España, una franja de movilización y poder alternativo gana relieve, cuya característica ancla en la articulación a distancia de los vínculos públicos.

Mientras los estados-nación, incluso protagonizados en América Latina por configuraciones retardo-modernas[6] (retardadamente modernas) son hoy la vía más segura para la mundialización derechista y su privatización a ultranza –ahora en el Uruguay incluso en el plano de las instituciones culturales del Estado, cabe anclar la pauta de izquierda en red por preferencia idiosincrática. El campo de la institucionalidad republicana, perforado por la estrategia tecno-económica de selección financiera, no ofrece, ni en el plano internacional ni en el nacional, respiración inspiradora de libertad. Ante estructuras que no pueden desarrollar sino la exclusión y no privilegian sino la especulación, cabe implementar una desobediencia civil universalizada, expresión de una inclinación pública a respetar la índole plural de la red y a preservar la condición propia de cada uno de sus miembros. La izquierda ya no será lo que fuera hasta la década pasada. Una opción por lo propio se inaugura abandonando el terreno vacuo de la norma soberana, desobedeciendo su imperio y generando la movilización diferenciadora de cada eslabón de la red y sobre todo, de la propia red en tanto desarticulación de la coerción institucional.




[1] Sitio web de FEPAI: http://www.fepai.org.ar/

[2] “Muñoz ve a Mujica como filósofo, no como presidente” La República (09/12/08) Montevideo http://www.larepublica.com.uy/politica/344401-munoz-ve-a-mujica-como-filosofo-no-de-presidente

[3] Ver al respecto Viscardi , R. “Carta abierta al presidente electo Sr. Jo sé Mujica” (2009) Revista Arjé Nº 3 (segunda época) Montevideo http://www.box.net/shared/hc4ph1i6fz

[4] Estas declaraciones motivaron la instalación de un grupo en Facebook “Los estudiantes de Comunicación no somos inocentes!! Ni hacemos viru-viru!!” http://www.facebook.com/group.php?gid=342153588339&ref=ts

[6] Viscardi, R. “El jinete retardo-moderno” Revista Arjé Nº1 (Tercera Epoca) abril 2009 pp.5-6 http://www.box.net/shared/rmzucm7ysb (acceso el 12/06/11)

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