5.11.14

Anomalías electorales y entropía partidaria


1ª quincena, noviembre 2014



Desamparados tras un efecto de fatalidad de los resultados, los analistas de la coyuntura electoral uruguaya están dispuestos a invertir la fórmula de la verdad. Hoy dan por efecto de una realidad social inapelable del electorado -que los encuestadores y los medios no supieron o no quisieron ver- la contradicción con aquello que ayer dieron por un pronóstico razonable, en base a datos y proyecciones avalados por la medición tecno-científica. Bajo un mismo criterio de “objetividad” yace, sin embargo, una mera ilusión de realidad necesaria, que fija como tal la proyección predictiva tanto como la constatación del efecto.   La ilusión empirista encandila con la misma razón ineluctable, por igual, a los que ayer pronosticaban con certeza como a los que hoy interpretan con resultados a la vista.[1]

Todo encandilamiento necesita de un desasimiento de mirada o de una perspectiva lateralizada para escapar al foco lumínico que enceguece. ¿Cómo admitir que el conjunto de los agentes partidarios fueron (en el mejor de los casos) desviados de la perspectiva efectiva de los resultados, sin admitir al mismo tiempo que indujeron en tal sentido erróneo, a favor y en contra, la movilización del electorado? Sólo la creencia en una realidad que se constituye por sí sola al margen de la actividad política, según una ineluctable necesidad superior, puede conducir a la peregrina conclusión de una base electoral que se pronuncia –a favor o en contra- al margen de la recomendación de “dirigentes”, o sin tomar en cuenta las advertencias que se le dirigen acerca de los peligros de una “mala decisión”. Si esta base social votó “contra los pronósticos” generalmente admitidos ¿cómo no ver que esa afirmación contradice el criterio incremental de toda campaña –más allá del edulcorante que primó en esta última, según el cual un núcleo de mayor iniciativa transfiere la movilización, en círculos concéntricos, a sectores cada más amplios de un todo social?  ¿Pudieron los engañados transmitir veracidad? ¿O indujeron a votar a favor y/o en contra de fantasmas?

Ciertas desviaciones electorales flagrantes de algunos sectores de opinión, no pueden provenir sino de una información distorsionada, no sólo proporcionada por el tándem medios-encuestadoras sino avalada, quizás sin alternativa posible, ante el primado de la eficacia tecnológica sobre la “representación social”,  por el sistema de partidos.[2] Este sistema ha discernido sistemáticamente un crédito mayúsculo a las mediciones de opinión difundidas, que incluso en las versiones más críticas entre los políticos,  se “respeta profesionalmente” y no se cuestiona, por consiguiente, conceptualmente. Pese a tanta sistematicidad, o incluso como su efecto más propio, la entropía (desorganización de un sistema) partidaria se manifiesta a través de algunas anomalías electorales.

La más flagrante y la menos advertida por los cazadores de elefantes comiciales, surge  del voto en blanco en Montevideo. Por más que esa opción casi se duplica en términos absolutos en el país (pasan de 22.828 en 2009 a 42.969 en 2014), en Montevideo sólo llega a 15.012 sufragios.[3] Esto significa que sobre el 1,8 % que alcanzó el voto en blanco en todo el país, en Montevideo significó sólo el 0,6%, o sea, una tercera parte del total del desistimiento profeso. Si razonáramos según el criterio de “correspondencia con la base social” que cunde con auge al presente, debiéramos considerar que el interior del país se radicalizó enormemente con relación a Montevideo y que en Montevideo disminuyó el voto de izquierda ¿Cómo compaginar tal inferencia, no sólo con el confirmado y tradicional predominio de la izquierda en Montevideo, sino además con un voto en blanco de origen frenteamplista y crítico ante todo con el actual gobierno –criterio ampliamente aceptado por tirios y troyanos, a partir de la explosión del desistimiento en las municipales de 2010?

La respuesta razonable parece indicar una transferencia de expectativas y salvaguardas entre Montevideo y el interior del país. Pareciera que en Montevideo primó el criterio de “voto útil” entre la militancia “a la izquierda del Frente Amplio”, en razón de la amenaza anunciada de un “ascenso irresistible” de Lacalle Pou, con el efecto de llevar el voto en blanco hacia otros sectores “a la izquierda del Frente Amplio”, o incluso hacia el propio Frente Amplio. El auge del voto en blanco en el interior del país quizás provenga, al contrario que en Montevideo, de un prejuicio ideológico que impide votar al Frente Amplio. Al menos en parte, este “voto en blanco culposo”[4] de la derecha en el interior del país, puede expresar a un sector empresarial, beneficiado ampliamente por la distribución del ingreso bajo el actual régimen y por lo tanto, renuente a “aventuras de gestión” como las que ofrecía (y no más que eso) el “candidato-pop” Lacalle Pou.[5] Otra parte de tal “voto culposo” puede provenir de sectores que cambian de patrón de clientela, emigrando desde el caudillo local o el funcionario de intendencia hacia las “políticas sociales” frenteamplistas. Antes que reflejar una determinación inapelable de una realidad social intangible, tanto el bajo porcentaje del voto en blanco en Montevideo como su alta performance en el interior del país expresaría, aunque con sentidos opuestos, una misma aprensión ante la instrucción errónea impartida tecnológicamente y avalada partidariamente: “Lacalle Pou puede ganar”.

Más notoria aún se presenta la anomalía que significa que uno sobre cinco votos frenteamplistas haya sumado la papeleta por el “Sí” a la baja de la edad de imputabilidad penal. Aquí suele percibirse como anomalía ideológica lo que es de forma más palmaria, una anomalía electoral que desvía la significación de la propia base social del voto –cuya “necesidad empírica” se ensalza, sin embargo, como causal de la “corrección” de los pronósticos en razón de los resultados comiciales. En efecto, la base social de la izquierda en toda su tradición se ha presentado como un sector crítico y ante todo informado. Esta información se encontró ampliamente reforzada durante esta última campaña, con relación al plebiscito en cuestión, por la Comisión por el No a la Baja, que difundió ampliamente criterios y argumentos que se compaginaban, sin lugar a dudas, ante todo con las propuestas de la izquierda (no sólo la frenteamplista).

Por consiguiente, el 20% de votos frenteamplistas por el “Sí” (a la baja de la edad de imputabilidad penal)[6] representa ante todo una desarticulación crítica de parte significativa del electorado frenteamplista, inducida por el “miedo a la inseguridad”, que sin embargo instalaron los propios medios sesgados por la derecha, ante la inminente victoria del Frente Amplio en 2004. Sólo un elector convencido de la identificación entre una “mayoría silenciosa” y la “certidumbre” que prometió el candidato Vázquez a partir de 2015, –en continuidad con el “excombatiente arrepentido” que puso sobre tablas Mujica desde 2009, pudo incluir en un mismo sobre de votación una tradición de izquierda junto con la represión contra los jóvenes. La permanente intervención inconstitucional de Mujica en la campaña, así como la reivindicación de la figura mediática y populista del presidente por todo el Frente Amplio, en aras de no presentar “fisuras partidarias”, apuntó a captar electorado sin reparos en la desarticulación ideológica –es decir la entropía partidaria- que tal caza de votos significaba.

Una tercera anomalía electoral proviene del propio resultado que obtiene el Frente Amplio en su conjunto. En efecto, el manido argumento del “desgaste que produce el poder”, que no habría afectado al gobierno actual en nuestro país, se sustenta en un criterio de perennidad cíclica de la democracia representativa. Por esta vía, los sectores “renovados” en la oposición acceden “de nuevo” a las mayorías gubernamentales, como efecto de un “rejuvenecimiento” obtenido al abandonar la responsabilidad de la conducción estatal. Al margen de la obsecuencia que tal oposición entre “desgaste” y “rejuvenecimiento” alienta respecto a la naturaleza insondable del poder, esa eternidad de los ciclos electorales desafía lo que parece el consenso mismo de la actualidad y la evidencia palmaria del presente político: la implosión de la democracia representativa.

Esa implosión parece situarse entre dos límites: de un lado el ascenso neo-nazi cuando las instituciones públicas se mundializan, del otro lado el fortalecimiento de los movimientos sociales, cuando el sistema político recibe el influjo de una amplificación de la movilización. Un mismo país puede presentar hoy los dos polos del eje político del presente: España. La condición partidocéntrica de la sensibilidad uruguaya bloqueó el giro hacia una participación mayoritaria, pero capitalizó ideológicamente la favorable posición económica del país en un período de ascenso de los precios de las materias primas, en base a la “renta diferencial” que ya analizaba Methol Ferré, como relación entre la exigua población y el potencial productivo agrario del territorio. Por consiguiente, el Frente Amplio no “mantuvo electorado” sino en términos esquemática y esqueléticamente numéricos, pero cedió base movilizada y generadora de opinión –a la Unidad Popular, al Peri, al Partido Independiente y al voto en blanco, a cambio de “clientela electoral”[7]  -sin olvidar que lo benefició relativamente  un corrimiento de “voto útil”, ante la versión de un “irresistible ascenso” del candidato viable de la derecha.

Aunque perdió tendencialmente votos en relación a su “crecimiento vegetativo” desde inicios de los 90’ –debiera situarse para mantener ese crecimiento por encima del 53%,[8] de todas formas cambió “sectores movilizados” por “clientela electoral”. A eso nuestros sagaces analistas le llaman “mantener el electorado”, cuando en torno del 47 % con un 20 % al interior de papeletas por el Sí, lo que se mantiene es la decepción de unos por no poder ganar y el alivio de otros por escapar al cuco ensalzado por los miedos propios.

De una visión numérica del proceso electoral surgen etiquetados tales como afirmar que “el país se corrió a la izquierda”, cuando sucede sobre todo –no nos detengamos en la primacía de líderes tales como Bordaberry y Lacalle Pou, que desplazan al batllismo y al wilsonismo respectivamente- que el Frente Amplio se corrió a la derecha. Es lo que anunció Mujica desde el discurso del Conrad (2010) en que dio “seguridades al capital”, sin olvidar su empeño en vilipendiar a las Humanidades (desde antes y hasta el día después de la elección), que opuso a un conformismo economicista que mezcla la abstracción matemática con el amor por la tierra, en una materialización del espíritu que hubiera dejado a Descartes menos perplejo que desocupado.[9]

Quizás la cereza en la torta de la nostalgia intelectual provenga de una identificación entre el Frente Amplio y el Batllismo, en aras de “un tercer período de mayorías parlamentarias” que se vaticina como ineluctable. A tal respecto ya nos hemos pronunciado, tiempo atrás, en una actualización de blog con evocativo título, que ocupa desde ya un lugar de comentario: “La Nave de los Locos en el océano global: el batllismo del siglo XXI”.[10]

Algunos resultados del recuento electoral merecen sin embargo darse por significativos, más allá del mea culpa de las encuestadoras y de ciertos respiros pasado el susto de un “segundo Lacalle”. En el Oeste de Montevideo la izquierda sube hasta el 70% y otro tanto pasa (en el entorno de casi el 60%) en los barrios privilegiados de la costa con la derecha.[11] Estos resultados sí reflejan “un estado de cosas”, pero se alejan ante todo del país batllista. Bien decía Platón, en su gradualismo, que el placer emana del cese del dolor, pero en el  alivio post-electoral algunos parecen olvidar que nada se opone tanto al país batllista, como tal, que una burguesía ufana de una diferencia social obscena y una clase trabajadora alejada de los partidos fundacionales. Nuestra prosapia problemática unía, por el contrario, cierta culpabilidad edificante del empresario a una pertenencia política tradicionalista del trabajador. Sin olvidar que tal “país batllista” reflejaba la universalidad de determinado estado de equilibrio –opuesto a la entropía- de la democracia representativa,  que hoy no representa sino una faceta sucedánea de la burbuja tecnológica global.

En un proceso caracterizado por la vectorialidad tecnológica,  aumenta desproporcionadamente la riqueza de unos en desmedro de la igualdad relativa entre todos, de la misma forma que el artefacto tecnológico induce la burbuja entrópica de las proyecciones a cuenta y riesgo de los deseos que imperan en el control a distancia. Tanto en los juegos especulativos mundialistas sostenidos en las tecnologías de la virtualidad financiera, como en los juegos de inducción mediática de la opinión pública bajo proyección de encuesta, las burbujas se pinchan bajo la seducción del mismo aserto –especulativo, productivo- que lleva a inflarlas.[12] Electoralmente, quedan por delante dos burbujas, una de balotaje y otra de municipales, con otros tantos pinchazos, virtualmente virtuosos, de por medio.






[1] Palomeque, E. “Ganó la política, ganó el Uruguay” uy.press (04/11/14) http://www.uypress.net/uc_55881_1.html
[2] Viscardi, R. “La mediación-medición o viceversa” Encuentros uruguayos, Ano II Nº 2, pp-14-17 http://www.encuru.fhuce.edu.uy/images/archivos/REVISTA%20ENCUENTROS%20URUGUAYOS%202009.pdf
[3] Corte Electoral “Elecciones nacionales 2014” http://eleccionesnacionales2014.corteelectoral.gub.uy/#
[4] “La falla de Equipos estuvo en el interior del país” Espectador.com (01/11/14)  http://www.espectador.com/politica/302967/la-falla-de-equipos-estuvo-en-el-interior-del-pais
[5] Sobre el análisis mediático del “ícono pop” ver en este blog “La pasión del paraninfo: una advertencia al extramuros” http://ricardoviscardi.blogspot.com/2014/09/lapasion-del-paraninfo-una-advertencia.html
[6] “El ciclo progresista en Sudamérica ha terminado” (entrevista a Raúl Zibechi) Rebelión (05/11/14) http://www.rebelion.org/noticia.php?id=191650
[7] Op.cit. (entrevista a Raúl Zibechi)
[8] “Evolución electoral” Frente Amplio http://www.frenteamplio.org.uy/frenteamplio/evoluci%C3%B3n
[9] “Mujica el día después de la primera vuelta” Telenocheonline (29/11/14) http://telenocheonline.com/mujica-el-dia-despues-de-la-primera-vuelta/
[10] Ver en este blog “La Nave de los Locos en el océano global: el batllismo del siglo XXI” http://ricardoviscardi.blogspot.com/2012/07/lanave-de-los-locos-en-el-oceano-global.html (texto incluido en la recopilación Contragobernar, Maderamen, Montevideo, 2013).
[11] “La alegría va por barrios” La Diaria (03/11/14) http://ladiaria.com.uy/articulo/2014/11/la-alegria-va-por-barrios/
[12] Mordecki, D. “La raíz del problema” La Diaria (05/11/14) http://ladiaria.com.uy/articulo/2014/11/la-raiz-del-problema/