27.5.18



Volver al 68': la paradoja uruguaya

2a. quincena, mayo 2018

El amor con sus esmeros
al viejo lo vuelve niño”
Violeta Parra
Volver a los 17

Volver desde el presente1

La cautela ante cierta nostalgia, que podría campear al celebrarse 50' años del 68', parece respaldada por la cronología. Tal cautela lleva a preguntarse acerca de la significación que reviste, desde el presente, este aniversario del 68'. Entiendo que puede abordarse el período que marca ese aniversario desde la reciente resolución adoptada por Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos”, movimiento que ha decidido abandonar la Comisión “Verdad y Justicia”, radicada en la órbita de Presidencia de la República.2 No sólo el comunicado emitido por esa organización de DDHH define la misión del grupo como propia a cada ciudadano, sino que además se dirige, por encima de las instituciones, a la opinión pública como tal.

La cuestión de los DDHH marca las alternativas del Uruguay, en particular, para el período que se abre desde el año 68'. Con el antecedente de distintas formas de represión que preparan el golpe de Estado, los DDHH se convierten en el centro de las campañas de solidaridad internacional durante los años 70', e incluso se vinculan desde 1986, a la precariedad democrática que gana al Uruguay, como efecto de la sanción de la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado. En cuanto esta precariedad debilita los fundamentos de la convivencia ciudadana, su prolongación tiñe hasta el presente la condición nacional.

Conviene considerar, por consiguiente, que el movimiento pautado por Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos ocupa un lugar crucial para la democracia uruguaya, desde la coyuntura que se inicia en 1968.

Podría entenderse la desvinculación de la esfera gubernamental como la consecuencia de una trayectoria singular de ese organismo de DDHH, en el marco del período que se ha denominado “historia reciente”. Se trataría para algunos, de una secuela fatal de lo que en un momento se denominó “violentismo” y corresponde para este punto de vista, a un sector anquilosado en el pasado, se dijo incluso, “con los ojos en la nuca”, sin dejar de recordarle que fue derrotado en dos plebiscitos, por mayorías electorales opuestas a la derogación de la antedicha “Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado”.

Pese al viso de anquilosamiento en un pasado remoto con que se lo presenta, el apartamiento de la esfera gubernamental y por lo tanto de la conducción político-partidaria desde el campo de los DDHH, parece corresponder a un desplazamiento significativo que adviene en la comunidad mayor del país. La desafección ciudadana con respecto a la esfera estatal, ha llevado incluso al presidente del partido de gobierno a condenar, en sucesivos actos desde fines del año pasado, lo que se denomina “antipolítica”.3 Hoy la prensa nos informa que al celebrarse el aniversario de uno de los grupos más importantes del Frente Amplio, Asamblea Uruguay, Danilo Astori tomó como centro de su planteo “defender a la política”.4 Crece permanentemente, pese a la denuncia que proviene de distintos sectores partidarios, el conjunto de expresiones que no se limitan a diferenciarse tácitamente de la esfera partidaria, ni menos a la imputación moral de conductas personales, sino que adoptan esa diferenciación como percepción reveladora y promisoria. Tal diferenciación con la órbita partidaria tampoco se reduce a cierta “izquierda radical” o “extrema izquierda”, identificada con “grupúsculos” de vocación fatalmente minoritaria. Incluso un movimiento que difícilmente se asocie a un perfil “marginal”, como “Un solo Uruguay”, se proclama constituido por fuera de toda adhesión partidaria.5

Tal prescindencia de la forma de socialización política tradicional del Uruguay no configura, como tal, un rasgo inédito del presente. Reconoce como antecedente el período de resurgimiento democrático, durante el cual un conjunto de sectores sociales protagonizaron, a inicios de los 80', las movilizaciones que auspiciaron un restablecimiento de las libertades públicas. La característica del presente en nuestro país no provendría, entonces, de una diferenciación formal respecto a la órbita estatal y partidaria, sino que la novedad reside en la significación que adquiere tal diferenciación, entre algunos movimientos sociales, de norte para la actividad pública.

Otra mirada sobre el 68'


Es en este punto donde, lejos de suscitar un registro retrógrado pautado por la nostalgia, el aniversario que celebramos se cruza fecundamente con el presente y dirige otra mirada a la versión acuñada del 68' uruguayo. En el Uruguay como en muchos otros lugares, la juventud y el movimiento estudiantil fueron las fuerzas motrices y protagónicas de la movilización. Esa circunstancia no fue por cierto atípica en el concierto mundial y no se la consideró anómala sino desde cierta versión que substancializa todo proceso político, en cuanto sólo admite cristalizaciones orgánicas, es decir, para una concepción del poder que lo reduce al aparato de Estado.

La característica del 68' en todo el mundo fue, por el contrario, el cuestionamiento de una división de esferas de influencia que se denominó Guerra Fría, cuyos frentes estratégicos corroían la supuesta autodeterminación de los estados-nación. Las veleidades de independencia ya se habían visto por entonces severamente cuestionadas, particularmente en América Latina, por el golpe de Estado en el Brasil, en 1964, mientras que la invasión de Hungría en 1956 también había anticipado el destino de las insurgencias en el bloque geopolítico soviético.

La misma tecnología que pautaba zonas de influencia a través de la disuasión nuclear, se revelaba como el vector fundamental en el contexto político de la Guerra Fría, capaz de potenciar un aparato industrial, militar y político, titiritero entre las sombras que manejaba los hilos de la representación institucional. Este nudo sistémico que asfixiaba la autonomía gubernamental también perforaba el sentido genuino de la representación ciudadana, en cuanto se valía de una comunicación de masas en “irresistible ascenso”, para instalar campañas publicitarias como eje de la verosimilitud social. Se reemplazaba por vía mediática la antigua función elusiva de la ideología, ventajosamente substituida por la persuasión emotiva de una audiencia.

La rebelión contra el poder mundial que triunfó en distintos contextos de Africa, Asia y América Latina auspició la idea de una transformación al margen de la racionalidad occidental y proyectó la diferenciación de las costumbres hacia una perspectiva de liberación social. El surgimiento del “underground” facilitó, como emergente de conductas insumisas, el desplazamiento de las pertenencias ideológicas binarias de la Guerra Fría y socavó la cristalización institucional de las creencias.

Las transformaciones que siguen a la 2a Guerra Mundial, como efecto de la mundialización de la contienda estratégica, adquieren un giro emblemático en el 68', a través de la ofensiva del Vietcong en Vietnam, la Primavera de Praga en Checoslovaquia y el cesarismo peruanista en América Latina, pero también tiene un pico generacional clave en el cuestionamiento de las formas institucionales del poder. Esta crisis afecta ante todo a la pauta formal del Estado como eje de la organización social. La hegemonía de las instituciones públicas y la legitimación normativa se debilitan significativamente, en razón de una multiplicación de los márgenes de individuación. Esa mayor diferenciación personal se ve paradójicamente concitada por la extensión social que adquiere la disponibilidad tecnológica del saber, mientras la misma tecnología posibilita, por otro lado, una incidencia para-estatal de aparatos (geopolíticos, mediáticos, empresariales) que manipulan a las instituciones y desarticulan, por consiguiente, la soberanía del Estado-nación.

Por surgir en medio de la mayor prosperidad que haya conocido el siglo XX, mayo del 68' en Francia cuestiona la necesidad económica y cunde, por fuera de aparatos e instituciones, como un emblema y designio de libertad. Proviene de un movimiento estudiantil diferenciado, que ya había generado, desde Córdoba en 1918 pasando por Berkeley en 1964, repercusiones internacionales a partir de sus propias reivindicaciones.

Ante esta presentación de los acontecimientos del 68' se podría cuestionar una excesiva incorporación de criterios y perspectivas que son muy posteriores al contexto que describen.
En cuanto toda lectura histórica se encuentra forzosamente instruida desde un presente, quizás se convenga que el motivo de la convocatoria que nos reúne hoy era, antes que la restitución de un contexto de época, el cuestionamiento de una posible nostalgia, que podría intervenir medio siglo después.



La paradoja uruguaya


No fue la paradoja que reseñábamos más arriba, propia a la racionalidad tecnológica del poder, la que desató en el plano interno la crisis del Uruguay del 68'. Aunque la condiciones determinantes fueran las mismas a nivel internacional, para nuestro país la incidencia de esta crisis provino del extranjero, en razón de la remodelación del mercado mundial y de las urgencias estratégicas de la potencia dominante en el continente americano.

Lo anterior no quita que la adhesión uruguaya a un modelo que se consideraba por aquel entonces prestigioso y satisfactorio -el Estado de bienestar batllista, conllevó la defensa de una institucionalidad agredida y canjeada, en ese camino, por migajas de “Seguridad Nacional” en versión estadounidense. En razón de esa nostalgia  que nos embargó desde la mitad del siglo pasado, ante la memoria de “como el Uruguay no hay”, nos encontramos 50 años después ante otra paradoja: volver al 68' para entender que no desaparecía por entonces un modelo emblemático de sociedad, sino cierta institucionalidad en vías de substitución, como efecto de la declinación mundial de su propio modelo de referencia (la organicidad del Estado-nación). Transitar al presente por esta paradoja supone ganar libertad hacia los márgenes de la formalidad institucional.



1Texto presentado en el evento “50 años de mayo del 68'”, Facultad de Psicología-UdelaR, Montevideo, 23 de mayo de 2018. Se incluyen correcciones conceptuales y de estilo sin modificar la estructura original del texto.
2“Comunicado a la Opinión Pública”, Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, https://desaparecidos.org.uy/wp-content/uploads/2018/03/18.03.01-A-la-opinion-publica-sobre-GT.pdf
3 Discurso de Javier Miranda en el 47 aniversario del Frente Ampliohttps://frenteamplio.uy/actualidad/novedades/item/635-discurso-javier-miranda-47-aniversario-fa
4Defender a la política”, La Diaria, https://ladiaria.com.uy/articulo/2018/5/defender-a-la-politica/