9.12.20

 

Poder de Bloque: el lado oscuro de la angelología

Parte III

1a. quincena, diciembre 2020

 

Audio de Ramón Méndez: la fisura sacerdotal


La difusión de un mensaje de Ramón Méndez1 destinado a un grupo de whatsapp dio lugar, por un lado, a un clima de escándalo periodístico, por otro lado, a cierta consternación entre la opinión pública. El escándalo se explica, en cuanto el audio revela el “lado oscuro” del angelismo con que los medios masivos vienen, ya desde largo tiempo atrás, mistificando la expresión “Ciencia y Tecnología” en el Uruguay. La consternación entre la opinión pública obedece, por otro lado, a que el propio sector tecno-científico se proclamó ungido, incluso desde la restauración democrático-representativa, de cierto sacerdocio.2 Son muchas las connotaciones político-partidarias, de corporativismo académico y empresariado tecno-científico, de dinámicas sazonadas de “emprendedurismo” con la bendición estatal, que se han instaurado a través de un relato beatífico sin derecha ni izquierda, cuya fisura ante la opinión pública abre este episodio. Interviene un cisma en la cúpula que aspira a convertirse en consultante ineludible -o incluso partícipe conspicua- de los elencos gubernamentales, cuando se registra una aceleración de la epidemia de Covid-19, esperable en razón de los antecedentes, aunque maquillada gubernativa y mediáticamente hasta el presente. No sólo por lo extenso del contexto, sino incluso por la propia vocación de este blog, presentamos bajo un enfoque exclusivamente epistémico esas “malas noticias”, que además merecerían ser objeto, por su alcance, de una indagatoria periodística extendida y específica.

En “Poder de bloque I” se analizaba la alarma generada en torno a la epidemia de Covid-19, en cuanto habilitó la descarga de responsabilidad gubernamental en la tecnología, mientras justificaba como contrapartida, el posicionamiento del sector tecnológico como interlocutor privilegiado de la “salud pública”, ante todo, en el sentido político de la expresión. En “Poder de bloque II” se analizaba la exclusión de sectores relativamente desfavorecidos, como efecto del recurso a la artefactualidad para suplir carencias educativas, que puso en evidencia el “revés de la trama” de una pretendida “emancipación cognitiva”. En “Poder de Bloque III” se articulan entre sí esos planteamientos, en cuanto la exclusión se presenta como la instrucción capital de la tecnología, en razón de la subordinación del universo de potencialidades que la habilitan al estrecho marco enunciativo que la sostiene.


La tecno-ciencia no devora a sus hijos: los excluye


La terrible imagen de Saturno devorando a sus hijos, que Goya inmortalizara como efecto de sus propios fantasmas, sella en un ícono la célebre sentencia: “la revolución devora a sus hijos”. Aunque la Revolución Francesa contribuya con el caso históricamente ejemplar, la posteridad de las revoluciones modernas ha revertido, una y otra vez, la inmolación del Soberano en ejecuciones revolucionarias de revolucionarios. Esta reversión de la crueldad quizás corresponda a una reversibilidad que habita la misma concepción de la Soberanía y que convierte a la “toma del poder” en una vía sin salida (como no sea el retorno al poder supuestamente sacrificado).

La propia acepción de Soberanía incluye de antemano, en efecto, el sacrificio como condición del poder, al menos en la versión de la redención dominante en nuestra tradición cristiana: Dios decide el sacrificio de su propio Hijo, que sin embargo será designado, particularmente en la tradición bizantina, Pantocrator: todopoderoso.3 Esa tradición habilita la curiosa descripción, desde el propio círculo conspicuo del poder de Estado, de la actividad política como un sacrificio en beneficio del prójimo: ¿cuántas veces no oímos proclamar que “fulanito de tal” abandonó el plácido ejercicio profesional o empresarial por generosa dedicación a un ingrato bien público?

La tecno-ciencia transforma considerablemente esta acepción teológica secularizada por la revolución democrática en la Modernidad. La transformación en curso muy probablemente obedezca a otro sacrificio mayúsculo: la subordinación de la ciencia a la tecnología. Como lo ha señalado Bachelard, la cuestión de la ciencia es la cuestión del Orden:

“Cuando se trata de experiencias aconsejadas o construidas por la razón, el orden es una verdad y el desorden un error” (trad. R.Viscardi).4

El advenimiento de la tecnología transforma la significación del Orden, porque la propia experiencia (“aconsejada” o “construida”, según Bachelard) se vincula de forma decisiva a la industria y a través de esta, a la empresa. El surgimiento del laboratorio industrial señala el advenimiento de la tecnología, en cuanto desde entonces la técnica no puede ser considerada efecto exclusivo del saber científico, mientras la ciencia admite, por su lado, una incorporación estratégica.5 Este contexto motiva la introducción entre los años 50’ y 60’, a partir de la Escuela de Francfort, del concepto de aparato político-industrial-militar, a cuyo respecto los EEUU siguen ofreciendo el ejemplo más destacado:

“El poder aparece así como cualidad técnico-administrativa, y esta cualidad conecta los distintos grupos que controlan los puestos claves del aparato -grupos económicos, políticos, militares- en un colectivo técnico-administrativo que representa el todo”.6

La tecnología gobierna la orientación del saber en su conjunto, no porque provenga de “otro lugar” que mancilla u opaca el conocimiento, sino porque provee la articulación propia al saber cuando este no representa un orden, sino que lo crea y subordina, por consiguiente, a un ordenamiento efectivamente posible. Tal ordenamiento se apropia de la antigua vinculación orden-realidad que señalaba Bachelard, en cuanto el propio núcleo del conocimiento es elaborado artificialmente, inclusive con relación a la información relativa al comportamiento de los objetos (cuya condición “natural” se presenta, por lo tanto, mediada por artefactos).

“De aquí surge un cambio considerable en el estatuto de la verdad: esta quedaba librada a las sentencias de lo real, experimentado en manipulaciones en las que la teoría se sometía a las condiciones prácticas del mundo. En lo posible de los escenarios y el establecimiento de un real creado, la verdad da lugar a la responsabilidad respecto a un posible realizable o a un real creado”.7

Instruida por el auspicio de la “pura posibilidad” (es decir, la virtualidad cognitiva), pero gobernada institucionalmente por la evidencia científica, la legitimación del saber requiere la cohesión funcional del relato tecno-científico. Tal cohesión funcional proviene de la re-presentación (“segunda presentación” o “en lugar de”), dotada de positividad relativa a la propia presentación de la realidad. El amplio espectro que abre la virtualidad (virtual: “de gran potencialidad”) queda reducido al lecho de Locustro de la positividad representativa (la “evidencia”), tributaria históricamente, a su vez, de la indivisibilidad Soberana (un principio único e indivisible, tanto del poder como de la verdad). Contrariamente a la transformación revolucionaria, que sacrifica a quienes no se sometan a cierto régimen de gobierno, la tecnología excluye, cuando procura alcanzar legitimación representativa (incluso “democrática”), un excedente de “recursos humanos”, descartado por la planificación estratégica del desarrollo.


El contrapunto del positivismo: el “lado oscuro” de la Iglesia


En Obrar mal, decir verdadero. Función de la confesión en la justicia, Foucault presenta un campo de intelección que subordina la verdad al decir, en cuanto no lo enfoca en el enunciado (lo que lo reduciría a “la verdad”), sino que lo articula enunciativamente (asignándolo, por lo tanto, a un cotejo entre enunciadores). Pese a encontrarse inmerso en una efectividad pública y contingente, este cotejo no puede ser asimilado a la positividad “objetiva”. Abre, por lo tanto, un plano desfasado de la condición representativa, en cuanto esta última se ata a la mismidad Soberana de la verdad.

Foucault define este plano desfasado, no como “contrapositivismo”, sino como “contrapunto” del positivismo. El contrapunto, como sabemos, es otra melodía, que alterna con su alter en el fraseo musical. Incluso este campo alternativo, que conlleva una entidad propia, despeja una falsa confusión respecto al positivismo, que para Foucault no debiera confundirse con “la Iglesia de Jefes de Empresa” que predicaba Saint-Simon:

Se habla con frecuencia de la reciente dominación de la ciencia o de la regimentación técnica del mundo moderno. Digamos que es la cuestión del “positivismo” en el sentido comtiano del término, aunque quizás convendría asociar a este tema el nombre de Saint-Simon”(trad. R.Viscardi).8

El “decir verdadero” comprende, en tanto que veridicción (decir con efecto de verdad ante y entre otros), una multiplicidad de contextos que se desarrollan como otros tantos efectos del decir verdadero que comporta, entre unos y otros, un decirse verdadero colectivo. En cuanto tales contextos no pueden ser gobernados por la Soberanía, tampoco admiten que se los reduzca a un principio único e indivisible, ni del poder, ni de la verdad.

Quisiera traer a colación, con el propósito de inscribir los análisis que les presento, un contra-positivismo, que no es lo contrario del positivismo, sino más bien su contrapunto. Se caracteriza por el asombro ante la muy antigua multiplicación y proliferación del decir verdadero, la dispersión de los regímenes de veridicción en sociedades como las nuestras” (trad. R.Viscardi).9

El contrapunto veridictivo de Foucault es irreductible al poder único e indivisible de la Soberanía, incluye el contragobierno, una vez que se lo entiende como efecto político del decir verdadero. 

 

1La publicación que se refiere consigna el audio en su totalidad (al final del artículo, se encuentra el ícono de ingreso al audio). Es recomendable escuchar el audio en su totalidad, ya que surgen aspectos que las versiones periodísticas no incluyen, pese a que revisten particular significación.“Físico Ramón Méndez dijo que se perdió el hilo epidemiológico y que el gobierno le echa la culpa a la gente” MP24 (03/12/20). Recuperado de: https://www.m24.com.uy/fisico-ramon-mendez-dijo-que-se-perdio-el-hilo-epidemiologico-y-que-el-gobierno-construye-un-relato-para-echarle-la-culpa-a-la-gente/

 

2Ver en este blog “Angelología en modo UPM: la educación de empresa”, en particular el subtítulo “Ciencia y tecnología: angelología y dividendos de accionistas” https://ricardoviscardi.blogspot.com/2020/05/angelologiaen-modo-upm-la-educacion-de.html

3La iconografía bizantina influye en medida significativa en el Mediterráneo occidental, en particular, en Cataluña y en el norte de Italia.

4Bachelard, G. (1983). La formation de l’esprit scientifique. Paris: Vrin, p. 6.

5 Gómez, H. (2011). El surgimiento histórico de la tecnología: repercusiones en los procesos de investigación. Revista Visión Electrónica, 5 (1), 123-132. Recuperado de: https://www.google.com/search?channel=fs&client=ubuntu&q=G%C3%B3mez+El+surgimiento+hist%C3%B3rico+de+la+tecnolog%C3%ADa%3A+repercusiones+en+los+procesos+de+investigaci%C3%B3n.+

6 Marcuse, H. (1969). Psicoanálisis y política. Barcelona: Península, p. 66.

7 Serres, M. (1999). Sobre las ciencias en la actualidad. Montevideo: UdelaR, p. 68.

8Foucault, M. (2012). Mal faire, dire vrai. Fonction de l’aveu en justice. Louvain: Presses Universitaires de Louvain, p. 10.

9Foucault, M. (2012) op.cit. p. 10.