Honoris Causa a Mujica: la petición de autonomía
2ª
quincena, octubre 2012
La extensión de la expresión
“petición de principio” a la expresión “petición de autonomía” conllevaría, ante
todo desde un criterio autónomo, es decir conceptual, un paralogismo, para
retomar la expresión kantiana que desarrolla Vaz Ferreira. Ante el alcance que adquiere
ese “efecto Münchaussen” de sostenerse en los aires tirándose por los cabellos,
tal paralogismo de autonomía parece expresar la artificialidad tecnológica de
nuestra actualidad (ante todo porque la tecnología consagra su virtud propia a través
de la actualidad), hasta llegar a constituir una paradoja inducida por la
racionalidad moderna: intentar dar por fundamento aquello que se desea lograr[1].
La autonomía universitaria representaría, en tal perspectiva, la forma
cognitiva propia de esa paradoja: pretender que un mero declarar los principios
autonómicos de cara a la realidad los estampa en los rostros interpelados.
En efecto, si genera
perplejidad que el presidente Mujica acuda a recibir una distinción que se le
otorga desde un ámbito que ha vituperado, no parece menos sorprendente que una
universidad autónoma le discierna un galardón honoris causa, sobre todo si expresa como fundamento de tal
decisión los principios de la reforma universitaria de Córdoba[2]. Podría
entenderse que tan inmerecida distinción emerge de una secuencia de reconocimientos
dirigidos a mandatarios en condiciones análogas[3].
Tal obligación ante todo diplomática podría explicar, como efecto de una
política universitaria militante ante el presente, que el mismo Mujica sea
reconocido, más allá de su persona, como representante de un anhelo, incluso por
sobre el rumbo que haya terminado por tomar su mandato.
Sin embargo, en este
caso es el propio galardonado quien irradia un cariz escandaloso sobre la
distinción, en cuanto la misma deposita en su persona los fundamentos que el
propio Mujica ha transgredido, no sólo declarativamente, sino distintivamente a
través de las medidas de gobierno que ha impulsado[4].
Por consiguiente, la
cuestión de “perplejidad” que sostiene la petición iniciada por “ciudadanos
uruguayos” y abierta universalmente a firmas solidarias, no significa tan sólo
un cuestionamiento a la actitud de Mujica ante la universidad, por encima y más
allá de esta circunstancia de una distinción errada, sino que además plantea la
cuestión de la condición universitaria en el presente[5].
En La universidad sin condición Derrida sostiene que por su mismo afán
de incondicionalidad, es decir, tanto por no aceptar condicionamientos, como
por arrostrar todas las condiciones a sus efectos, la universidad puede
convertirse en la ciudadela más expuesta[6]. En
cuanto se pone de cara al presente, con virtud que no admite que se le dicte
ningún sentido, la universidad imbuida de autonomía puede confirmar, bajo su
propio sello, el lugar que le asignan sus adversarios. Al igualar un dictado de
conciencia con cualquier consecuencia ulterior a su enunciado, la transparencia
moral termina por convalidar un rasgo que se le impone, antes que trasuntar la
huella de un sí propio.
En efecto, de la
lectura de la información que proporciona la Universidad Nacional de La Plata
acerca de la resolución que distingue con el doctorado honoris causa al actual presidente uruguayo, surge el sentimiento
de una expresión de deseos antes que de una información actualizada, sobre todo
para quien posee esta última y se encuentra, por consiguiente, instruido por el
contexto para interpretar con amplitud el sentido que reviste.
Conviene por lo tanto
preguntarse respecto a esta resolución, si un impulso de intervención
universitaria en el presente internacional, por mejor inspirada que se
encuentre en las mayores tradiciones universitarias, puede alcanzar legitimidad
al margen de una estricta consideración de las circunstancias. Al mismo tiempo,
este requisito de la coyuntura universitaria parece alejarse de cierta
percepción del pasado, asumida en tanto racionalidad propia de la
autonomía universitaria, que depositaba entera confianza en la índole estatal
de la misma autonomía. En efecto, por más que la estatalidad le otorgue
a las universidades que reivindican un carácter nacional una inscripción
emblemática, pareciera que la característica propia de la globalización tecnológica
pone en tensión, de forma contradictoria, la inscripción estatal con la
condición autonómica[7].
Tal marca de actualidad que surge de la misma actualización tecnológica del
saber –verbigracia “globalización”, sugiere una cautela singular, ante los
efectos que genera por sus propios fueros la política universitaria.
Quizás una clave de tal
exposición que induce la condición tecnológica de la globalización, tanto en la
estatalidad partidaria como en la universitaria, anima la interrogación que Derrida
dirige a la incondicionalidad universitaria, singularmente inspirada por la
propia incidencia profesional de la virtualidad[8].
En efecto, si se entiende en clave de virtualidad la integridad que la
universidad (y particularmente la Universidad Nacional de La Plata) no ha
dejado de reivindicar como su misma virtud autonómica, es decir su incondicionalidad de cara a la
fuerza de actualización del saber, entonces el gobierno de tal virtud de
virtualidad no puede ejercerse sino ante sí propio.
Tal recato autonómico
conlleva, asimismo, cierta discreción institucional, en cuanto todo lugar que
pretenda legitimarse en una condición virtual por sí misma (por ejemplo la de una
universidad autónoma, o la de un Estado independiente, o la de una identidad
por antonomasia), se encuentra expuesta a la malversación de aquello mismo que
pretende consolidar. Es decir, al intentar consignarlo como su propia estampa, lo
desvirtúa al dirigirlo virtualmente a un destino impropio.
Derrida pauta la
interrogación acerca de la incondicionalidad universitaria del presente, en sus
aspectos más notorios, a través de una interrogación sobre la virtualidad. Esta
cuestiona a la profesión (y particularmente del profesor, aunque también la de
todo aquel que profesa), pero asimismo al trabajo, en razón ante todo, de la
virtud del saber, si se lo considera en tanto fuerza de la virtualidad.
Términos cuyo círculo a partir del prefijo latino “vir” se deshace, como efecto
contradictorio de la actualidad tecnológica, ante un hacer que “arriesga lo que salva”[9].
Tal salvar, como “guardar”[10],
no parece ajeno a una guardia que el hombre encontraba por cometido ante la “casa
del ser” que procuraba el lenguaje. Sin embargo, tal preservación suponía
cierta prosternación del guardián ante un pensar propio del lenguaje, que no
podía provenir sino del ser, por encima del ser propio del hombre-guardián[11]. Encomendándose
a la salvación, lo humano puede perderse de sí mismo, es decir de su autonomía,
mientras cree salvar, llegar a perderse.
Quizás en el intento de
salvar los principios de la reforma de Córdoba y la educación pública libre y
gratuita, la distinción que la UNLP discierne a Mujica los arriesga, al
galardonar a quien no cesa de menoscabarlos de palabra y combatirlos
presidencialmente. Por esa razón, preguntarse por la perplejidad que suscita el
gesto que le cumple a un rector dirigir, no deja de salvar el riesgo de un
equívoco, en particular, al vincularlo
con el presente de un riesgo universitario.
[1] Ver al respecto
la entrada “petición de principio” en el Diccionario RAE http://lema.rae.es/drae/?val=principio
(acceso el 15/10/12).
[2] “José Mujica
Doctor Honoris Causa de la UNLP” en Universidad
Nacional de La Plata http://www.unlp.edu.ar/articulo/2012/10/12/doctor_honoris_causa_jose_mujica
(acceso el 15/10/12)
[3] “Universidad de
La Plata distingue a presidente de Uruguay” en El Comercial http://www.elcomercial.com.ar/index.php?option=com_telam&view=deauno&idnota=241239&Itemid=116
(acceso el 15/10/12)
[4] Ver en este
blog, entre otras, las dos últimas actualizaciones “UTU: Uruguay Trabaja en la
Universidad” http://ricardoviscardi.blogspot.com/2012/09/utu-1-uruguay-trabaja-en-la-universidad_14.html
y “La educación es un asunto demasiado político para dejarlo en manos de la
política partidaria” http://ricardoviscardi.blogspot.com/2012/09/laeducacion-es-un-asunto-demasiado.html
[5] “Ante el título
universitario a otorgarse al presidente José Mujica” http://www.change.org/es/peticiones/ante-el-t%C3%ADtulo-universitario-a-otorgarse-al-presidente-jos%C3%A9-mujica#description
(ver asimismo link en la imagen superior de la columna izquierda de este blog)
[6] Derrida, J. (2001) L’université
sans condition, Galilée, Paris, pp.18-19. La traducción del texto se
encuentra en el sitio Derrida en
castellano http://www.jacquesderrida.com.ar/textos/universidad-sin-condicion.htm
(acceso el 15/10/12)
[7] Viscardi, R. “Autonomía
universitaria y crisis de soberanía” Rev. Fermentario Nº 5, sept. 2011, http://www.fermentario.fhuce.edu.uy/index.php/fermentario/article/view/83/20
(acceso el 15/10/12)
[8] Derrida, J. (2001) L’université
sans condition, Galilée, Paris, pp.25-26.
[9]
Derrida,J. (1997) Mal de archivo,
Trotta, Madrid, pp.19-20.
[10] Derrida se
refiere en el pasaje antedicho al sentido informático de “guardar” un archivo,
que lo asimila a “salvar” (de la pérdida por olvido, descarte o destrucción).
[11] Heidegger, M.
“Carta sobre el humanismo” en Heidegger
en castellano http://www.heideggeriana.com.ar/textos/carta_humanismo.htm (acceso el 28/09/12).