Arboretum:
plantarse de raíz
2ª
quincena noviembre 2012
La actividad convocada
en torno a “Lecturas del Progreso” en el arboreto Lussich[1],
en Punta Ballena, presenta algunas consonancias de particular actualidad. La
primera y quizás la más significativa, proviene de la diferenciación entre
lectura y Progreso. Una vez que se admite una pluralidad de lecturas, que
instruyen otras tantas versiones del avance ordenado y sistemático de la naturaleza,
comenzando por la propia naturaleza humana, caduca la integridad del Progreso en
tanto progresión ordenadora, que se
ilustraría por sí misma. La propia diferenciación de una actividad de lectura
con relación a un texto lo desarticula como tal, es decir en su progresión
textual, en cuanto supone que un mismo conjunto puede encontrarse injertado[2]
por distintas miradas lectoras.
Sin embargo, esta
irrupción en desorden idiosincrático de una multitud de lectores posibles, que desarticulan una única dirección por la
que transcurre el sentido, está lejos de configurar un esnobismo intelectual.
Días atrás, la prensa dio cuenta de la mayor manifestación pública que
haya desfilado en el Uruguay durante este año, convocada sin embargo
por una multitud de grupos de discreta integración y sin señales de identidad
conferidas, ni desde el sistema político ni desde el movimiento sindical[3].
Sería más que
aventurado suponer que esa muchedumbre de grupos comparte una misma lectura de
la movilización “Por la tierra y los bienes naturales”, tan aventurado como
suponer que esa movilización no constituye una señal que se sitúa por fuera y
quizás, sobre todo, por encima de referencias históricas. Con el consabido
efecto de alternativa que estas dificultades de identificación contextual generan,
particularmente, en tanto señales del presente.
Conviene recordar, a efectos de identificación de diferentes entre sí, que cuando empleamos el término “contexto” en tanto sinónimo de “realidad”, decimos que tal realidad aglutina diferentes comentarios deferentes. Una abigarrada muchedumbre se comenta, textualmente, entre sí[4]. Allí hay ante todo movimiento, pero de una agitación tal, que escapa a una unicidad consistente de la realidad, una en tanto tal.
Conviene recordar, a efectos de identificación de diferentes entre sí, que cuando empleamos el término “contexto” en tanto sinónimo de “realidad”, decimos que tal realidad aglutina diferentes comentarios deferentes. Una abigarrada muchedumbre se comenta, textualmente, entre sí[4]. Allí hay ante todo movimiento, pero de una agitación tal, que escapa a una unicidad consistente de la realidad, una en tanto tal.
En ese sentido
realista, el paralelo entre la multitud y las lecturas está lejos de agotar
el presente en que se despliega, particularmente si se lo considera desde el punto
de vista del requisito formal de unidad, necesario para distinguir una índole propia de la realidad. En efecto, tal índice de realidad se presenta con rasgos
definitorios e inconfundibles, contraponiéndose a la abigarrada muchedumbre que
lo impugna, a través de un conjunto de proyectos de desarrollo, que aúnan la
iniciativa pública y privada con el objetivo de valorización económica de la base
material.
Esta realidad presenta
como trasfondo invariable la propia explotación posible de los recursos
naturales, en particular aquellos vinculados a la superficie marítima y terrestre del
Estado-nación, con especial predilección por la interface económica entre la salida marítima y el hinterland productivo. Incluso, una
arborescencia internacional vincula un conjunto de mega-proyectos, tanto a la
exportación con destino de ultramar, como con el comercio por vía marítima de
la producción regional latinoamericana.
A poco de andar en el
razonamiento que articula la realidad en torno a la condición productiva, se
adivina la progresión del Progreso, en cuanto tanto la interface
terrestre-portuaria, como la integración regional de la cuenca del Plata
suponen, en tanto vínculo articulador, el interés económico. La unidad de la
realidad, entendida incluso en tanto sinónimo de contexto, alimentado por una
única lectura que engarza entre sí diferentes textos, supone la integridad de un mismo interés.
Ese interés compartido se manifiesta en torno a algunos emprendimientos que cuentan con el auspicio gubernamental y
el apoyo de las intendencias locales, con el visto bueno de los gremios
empresariales y con la anuencia de los sectores sindicales, coro que al unísono
proclama la utilidad mega-empresarial en tanto señal del Progreso[5].
Esta unanimidad parece respaldar proyectos tales como la mega-minería a cielo
abierto, o el puerto de aguas profundas que le sería complementario, o aún la
conexión vial que consolide el desarrollo urbano de la zona turística del
este, en un eje que va de Punta del Este a La Paloma[6].
Ante tal unanimidad de
pareceres, no deja de sorprender que la manifestación más significativa del año
haya sido protagonizada por una sumatoria de grupos, que pese a la unanimidad
contextual de la realidad, no leen en el texto del Progreso mega-empresarial el
sentido de una progresión integradora. Pareciera que esa desafección ante el
propósito autorizado revela cierta desconfianza o resquemor, que pudiera
provenir del fracaso de experiencias singulares. Pero también pudiera ocurrir
que tal desafiliación no provenga del fracaso, sino de una lectura del Progreso
que no lo identifica con la progresión del Orden, sino con la inminencia del
desastre. Inminencia de una inmanencia, si nos atenemos a que la propia lectura
puede ser entendida como una progresión en el Progreso textual y entenderse por
consiguiente, viceversa, el Progreso económico en tanto mera lectura singular
del contexto natural.
Esa desarticulación
entre la progresión del orden y el Progreso ordenador proviene de la propia
noción de lectura, en cuanto interviene
públicamente desde la mirada de cada quién: nada nos asegura que otros ojos ven
lo mismo que los demás, sino que la experiencia nos indica, a título democrático en particular, lo
contrario.
Pudiera ser también,
según algunas lecturas expuestas en el evento que tuvo lugar en el Arboretum Lussich, que lo que damos por
avance del Progreso se haya impuesto a través de la defectuosa condición del lapso y la falencia, instituyentes por
carencia fundacional, antes que por una pretendida progresión ordenadora de la
realidad. Es decir, que damos por unidad de procedimientos lo que se nos impone,
como consecuencia de una deriva que nos gobierna, aunque pretendamos lo
contrario.
Quisiera citar a título de memoria personal,
sin incursionar en ninguna exposición sistemática ni interpretativa, dos
intervenciones que en el mismo evento “Lecturas del Progreso” me parecieron
ilustrativas en el sentido de un “Progreso” de progresión forzosa y defección directiva.
La primera se vincula a
la ponencia de la Dra. Sonnia Romero, quien presentó el caso de emprendimientos
turísticos de especulación inmobiliaria, que terminaron por arruinar los
encantos naturales de las zonas que supuestamente habilitaban a la
frecuentación. En estos casos, el Progreso supone, a posteriori de esas experiencias, impedir la instalación de intereses especulativos, que más preocupados por la tesorería que por
el paisaje, terminen en el consabido sacrificio de la célebre ponedora áurea.
La segunda se refiere a
la intervención del Dr. Javier Gallardo, quien manifestó que la democracia en
el registro que caracteriza actualmente a los estados-nación, esto es,
determinada por el sufragio universal y secreto a partir de la igualdad de
derechos entre los ciudadanos, estuvo lejos de constituir históricamente el criterio predominante en la opinión pública. En sucesivos períodos políticos, tal
democracia “radical” encontró, según expuso Gallardo, “mala prensa” entre los sectores
influyentes y dominantes, de manera que no se impuso sino como “último recurso”
para evitar “males peores”.
Pudiera ser entonces,
que una multitud de lecturas, lejos de constituir un único tronco del “árbol de
la ciencia” caro a Descartes, no
constituyan sino otras tantas raíces de un árbol de pensamientos, en búsqueda
de humedales profundos. En ese caso, conviene desde ya, que siguiendo el
ejemplo de Lussich a partir de su arboretum,
nos internemos en la tierra aparentemente inhóspita, como lo era La Ballena
hacia fines del siglo XIX, porque pudiera ser que tantas raíces de pensamiento enraícen,
finalmente, entre la muchedumbre que desfila sin progresión de Progreso.
[1] “Jornadas de
Pensamiento y Debate: Lecturas del Progreso” http://www.facebook.com/events/410396405682838/
[2] Derrida, J. (1972) Marges,
Minuit, Paris, p.377. Versión en español en el sitio Derrida en Castellano http://www.jacquesderrida.com.ar/textos/firma_acontecimiento_contexto.htm
(acceso el 15/11/12)
[3] Gilet, E. “Inesperada
multitud” Brecha Digital (19/10/12) http://brecha.com.uy/index.php/sociedad/729-inesperada-multitud
[4] Derrida,
Op.cit. pp.377-383.
[5] “Sindicato
metalúrgico apoya proyecto de la minera Aratirí” Ministerio de Defensa Nacional (05/05/11) http://www.mdn.gub.uy/public/admdoc/34c86c2be68c942707595ab93f7a9966/resprenac050511.pdf
(acceso el 15/11/12)
[6] Muñoz, A. “A
medio camino” La Diaria (31/01/12) http://ladiaria.com.uy/articulo/2012/1/a-medio-camino/