Inefable
Educación sin Rendición de Cuentas: hacia el voto en blanco
2ª
quincena junio 2013
En su última
intervención radial, el presidente Mujica nos ha alertado acerca de la
futilidad de confundir la educación con todo lo demás. De esta necesaria diferenciación
de la educación con los demás aspectos de la experiencia humana, surge incluso
la posibilidad de diferenciar la enseñanza de la educación, lo que vuelve a
esta última aún más inefable, ya que aligerada de la gravitación de la
enseñanza, la labor educativa se convierte en un éter social absoluto. A partir
del Iluminismo, el presidente vincula por igual esa esencia inasible con los
improperios que surgen de la vituperación pública con ocasión de los accidentes
de tránsito, así como con el Holocausto del pueblo judío en manos de los nazis,
e incluso con cualquier otra catástrofe, si atendemos a la extensión
generalizada del riesgo público en que incurrimos, por exceso o defecto de algo
incondicionado: la educación.[1]
Recuerdo haber oido, con anterioridad al "giro copernicano" del planteo presidencial ante la demanda de los gremios de la Educación, el mismo criterio en una conversación al paso, entre un vendedor y
una clienta, en plena feria ciudadana. Abierto ante todo al talante popular que
sabe (que sabe) por antonomasia sin necesidad de enseñanza, Mujica no dudaría,
sin duda, en suscribir tanto al
escenario callejero de la sabia apreciación, como a su propósito absolutamente
imbuido de verdad popular, a la vista ferial del alimento mismo del saber
social. El propósito del feriante, que fuera en su momento objeto del pleno
asentimiento de una clienta, conmovida a su vez por la fructífera contundencia
del argumento, señalaba que más allá de cualquier calidad personal, la
educación se lleva en la persona, de manera que se porta con las maneras
propias a uno mismo. No es educado quien aprende, sino quien desde ya se
muestra bien educado. Esta condición inherente a la calidad de la educación, la
separa de toda ínfula de diferenciación, ya que basta la buena intención, que
proviene del vientre materno primero y de la lactancia que le sigue después,
para suministrar el nutriente por excelencia al educando.
Yendo más atrás, otro antecedente presidencial
nos recordaba, en momentos en que la subversión amenazaba la consistencia social
de la constitución ciudadana, que había connacionales “bien nacidos” y otros no
(o no tanto, o menos, o maleducados, etc.). Por consiguiente, la educación tal
como lo han afirmado dos titulares de la presidencia de la República, que por
lo visto no sólo aproxima entre sí el cargo (Pacheco primero, Mujica ahora) es
estrictamente inefable e innata en el sentido cartesiano del término: eterna.
En ese sentido racional
Descartes infiere la existencia humana de la contraposición entre la duda sobre sí
propio[2]
y la certidumbre del ser divino que adviene, sin embargo, de pensarlo en uno
mismo. Por lo tanto, este “sí mismo” llega a la afirmación de la existencia
propia a partir de la duda y de cara a una certidumbre, sin ser a ciencia
cierta, sino el quedar sujeto entre lo uno (lo humano precario) y lo otro (la
idea de la divinidad).[3]
Sin embargo la precariedad del sujeto racional se explica como fundamento, si
se admite que provista de la idea de Dios, tal limitación queda sujeta a un
influjo que no puede provenir sino de un orden sin falencia posible. Esta
inscripción de lo humano en lo divino supera la participación, en razón de la
acción permanente y actual del creador, providencia inmanente que explica, por
lo tanto, tanto lo inefable de la idea de Dios en el hombre como lo inasible de
la educación, una vez que el rango que se le atribuye la habilita incluso a prescindir
de la enseñanza (revisando también la pedagogía sensualista de Condillac, para
quien sólo la enseñanza inculcaba la idea en el humano).[4]
Sucede que ante la
supuesta condición inefable de la educación, que tanto nos permite salir con buenos modales de
un accidente de tránsito como evitar un Holocausto, uno termina por preguntarse
a que viene todo esto de las instituciones, las constituciones y las
presidencias de las repúblicas. Confiados en que somos “bien nacidos” y
educados desde el vientre materno por la mejor lactancia, conviene que nos
hagamos a la idea de confiarnos educadamente a lo que nos depare el próximo
paso, librados a la providencia de las buenas intenciones propias y ajenas.
Quien no se tome por
arcángel de lo inefable aceptará de buen grado considerar las informaciones que
difunden los medios de comunicación, incluso en aras de la “buena educación” de
la prensa internacional del chisme, que se deleita “al ras del terrón” con el propio Mujica, en
cuanto tales medios finalmente también llegan al punto más auténtico del
territorio. Al tiempo que batía a pleno la inquietud por los recursos asignados
a la Educación en la Rendición de Cuentas, surgía una encuesta de opinión
pública cuyo artífice destacaba la supremacía del Frente Amplio en las
intenciones de voto (45%) por encima del Partido Nacional (23%), del Partido
Colorado (15%) y del Partido Independiente (2%) sumados. Curiosamente, el mismo
comentador no incluía en sus consideraciones de enjundia una última cifra (15%)
que igualaba al Partido Colorado (el tercer partido, sólo 8 puntos por debajo
del Partido Nacional) y que reunía “no sabe, no contesta, en blanco, partidos
pequeños”.[5]
Mientras el porcentaje
obtenido por el Frente Amplio parece adquirir particular significación de cara
a la Rendición de Cuentas, no reviste sin embargo, a los ojos de quien pergeñó
la misma compulsa entre la población, magnitud digna de ser comentada una
cifra que constituye la mayor noticia electoral del Uruguay de los últimos años: los
votos que emigran hacia los márgenes del sistema de partidos, particularmente,
a partir del Frente Amplio. Si este último sigue sobresaliendo por sobre los
otros dos partidos (más) tradicionales: tal predominio obedece a que sus
adherentes en menos no pasan sin embargo a otras tiendas partidarias, sino que se
incorporan a un espacio propio y diferenciado, que se preocupa cada vez menos
en votar y cada vez más en incidir puntualmente a través de campañas de opinión
(DDHH, despenalización del aborto, campañas contra la entrega de los recursos
naturales al megaempresismo).
Es posible que pese a
los esfuerzos dedicados por el director de CIFRA a hacer entrar la
interpretación de los datos en el marco del sistema de partidos, lo inefable
que recorre a este último, tanto desde el punto de vista de la “buena
educación” que ensalzan por igual el presidente y el feriante, como desde el
punto de la pulcritud programática y macro-económica que instruye el ministro de economía y
finanzas, pugne por hacer salir de cualquier marco definible algo tan etéreo e
inasible. Sobre todo si se tiene en cuenta que la consultora Factum estimaba, por su lado, en 8% la participación de los “refractarios” al sistema de partidos con fecha de abril último,[6]
apreciación de otra consultora y competidora, que justificaría un desglose del 15% que Cifra atribuye a un “varios”, entre los que se encuentra el sector de mayor movilidad electoral en el Uruguay
de hoy: los “refractarios”.
En efecto, el mismo ministro se ha preocupado
en hacernos saber que no ve razón, de cara a los desaires de los gremios, que lleve a modificar una programación que tiene por virtud principal ser una programación,[7]
a su entender en provecho de todos. Por cierto, se trata de un “todos
demográfico” un poco confundido entre aquella insistencia en “educación,
educación, educación” que propalara Mujica en su discurso de toma de mando y
esta referencia a lo inefable de la totalidad de la existencia social (que
reagrupa los accidentes de tránsito y las cámaras de gas) pero excluye la
“changa” –si se nos permite expresarnos en el estilo presidencial de Mujica- de
la enseñanza.
No sólo los desaires
gremiales se vinculan a una situación vivencial (como la que quien suscribe
experimentara en plena feria vecinal), sino que además los hirsutos y
desmelenados gremialistas aducen un gráfico del propio Banco Central donde la visual del PBI asciende en valores al estilo de la Montaña Rusa del Parque Rodó,
mientras el gasto en la enseñanza se hunde más rápido que el Gusano Loco (del
Parque Rodó chico) en la bajada.[8]
El problema es que las dos curvas, más vertiginosas que las de una Miss estadounidense sobrealimentada,
componen entre sí una intersección que arroja un mismo perfil de evolución lineal,
pero además, corresponden al mismo período a cuyo propósito el ministro nos
dice que ya suministró el programa programático.
Pese a la confianza ministerial en el beneficio
para el “todos” del programa quinquenal, pareciera que las clases sin docente
(40 grupos sólo en Montevideo) que comienzan a cundir en Enseñanza Primaria,[9]
así como las renuncias que anuncian por doquier los gremios docentes de
secundaria, podrían tener que ver con una economía donde las vocaciones se
transforman en vacantes. Quizás tal renuncia suponga unas vacaciones de
vocaciones, ante algo tan inefable como el valor de cambio de un salario, cuyo
éter se puede cambiar por cualquier otra cosa, en un camino de sendas perdidas
para la enseñanza, aunque según vimos seguirían siendo todas sendas de
educación –gracias a la latitud absoluta que le otorga a esta última Mujica.
Alejados de lo inefable
por curvas de todo tipo, los gremialistas llegan a hacer consideraciones en
torno a las motivaciones que llevan al gobierno a persistir en “la calidad del
gasto”, es decir, en imputar de holgazanes a los hambreados en el entorno de 12.000
pesos.[10]
Sobre todo cuando un experto del país que se tiene por modelo en educación (en
el sentido concreto, no en el inefable) les recuerda que para contar con buenos
docentes hay que contarles, a fin de mes, un numerario de salario digno a la
altura de lo que se pretende que eduquen.[11]
Entre las desviadas consideraciones que el común puede pergeñar a dos años del
próximo presupuesto nacional (sin rendición de cuentas posible en el año 2014
por pasar en período electoral), llevados por sendas perdidas muy lejos de lo
inefable, tales desviaciones pueden tomar en cuenta que, elecciones de por medio,
al gobierno poco le importa que aumente el voto en blanco y decrezca, gremios
de la enseñanza de por medio, el caudal electoral del Frente Amplio.
En verdad, esa
hipótesis no por amplia (en un sentido poco frenteamplista), deja de
encontrarse refrendada por el análisis de la composición sectorial del
gobierno. En efecto, las políticas de alianzas de los sectores que lo integran
con mayor influencia, configuradas por la solidaridad entre el presidente y el
vicepresidente, plantean perfiles electorales que no miran hacia la izquierda,
sino hacia la derecha del Frente Amplio.
A través de las tomas de posición de sus principales abanderados y
aliados (la CAP-L) en el gobierno, el MPP se ha opuesto a la reactualización de
la legislación en DDHH, ha declarado la neutralidad presidencial o incluso la
oposición ante la despenalización del aborto, e incluso ha propiciado la
privatización a través de una campaña contra los trabajadores del Estado,
conjunto de señales cuyo efecto electoral no puede llevarlo a crecer sino hacia su derecha. Tanto Mujica
como sus ministros más próximos han prodigado, con la misma orientación
estratégica, las señales destinadas a sellar “sobre el terrón” la alianza con
los sectores de centro del Partido Nacional -por ejemplo con oportunidad de la
celebración del “Bicentenario Oriental” (1811-2011).[12]
Incluso el presidente ha destacado sin pudor ideológico alguno que encuentra la
audiencia más propicia en el Congreso de Intendentes, sin hablar de la
Universidad Tecnológica, cuyo diseño institucional que integra a empresarios y políticos
apunta, particularmente en el interior del país (atravesado por el clientelismo
atávico de los partidos tradicionales), a ganar votos apuntando a convencer en
base a “la izquierda también es del
campo”.
Tampoco el sector de
Astori puede pretender, ni lo espera, crecer hacia su izquierda, en cuanto
levanta ante todo el estandarte de una “racionalidad económica” destinada a
convertir al Uruguay, según el designio de los organismos financieros
internacionales, en un dechado de buena conducta fiscal. Estos propósitos
persisten incluso haciendo “memoria rasa” de las catástrofes que esos
asesoramientos no han dejado de propiciar urbi
et orbi, según un clímax alcanzado en la crisis de las sub-prime durante 2008, pero además agrega como “frutilla en la
torta” el hasta ahora no desmentido apoyo del equipo económico del anterior
gobierno frenteamplista, encabezado por Astori, a cerrar un Tratado de Libre
Comercio con EEUU.
Por consiguiente, no
forma parte del horizonte gubernamental, en razón de las estrategias sectoriales
que predominan en ese ámbito ante la coyuntura electoral del año próximo, desviar
un perfil dificultosamente pergeñado a contracorriente de la sensibilidad
histórica de la izquierda, con el efectivo propósito de alcanzar la estabilidad
electoral por la derecha. Al mismo tiempo se perfilan acreedores, ante un centro tan sensato como pacato, a la
verosimilitud conservadora de una adaptación al status-quo.
El costo del “gasto
cero” sería, sin embargo, mayúsculo tanto electoralmente como estratégicamente para el Frente Amplio. En
efecto, la quita de votos que significaría desilusionar las esperanzas del
sector de la educación se mide por dos ángulos. En principio por el propio número
de afectados, tanto en calidad de individuos como, en mayor proporción aún, en razón del efecto sobre el entorno familiar.
Baste recordar que el total de efectivos involucrados suma alrededor de 800.000
estudiantes en todos los niveles de la enseñanza pública, así como cerca de
60.000 docentes en las tres ramas de la enseñanza, a los que corresponde sumar
decenas de miles de funcionarios no docentes.
Ante esta magnitud
demográfica involucrada en la problemática de la educación, cabe señalar que
entre este sector social y la izquierda política se registra, para el Uruguay, el mayor grado de
integración ideológica relativa. Caracterizado
históricamente por una estructura social con predominio de clases medias y la
consiguiente movilidad social con base en la educación, el mismo país expresa
una inclinación casi tradicional a la incorporación de la profesión educativa
en un registro de izquierdas.
Esta constatación que
en sí se ha vuelto teóricamente trivial, adquiere sin embargo una significación
alternativa, si se considera que asimismo se tiene por indudable que el
incremento del voto en blanco proviene, en los últimos años, de la misma
izquierda política donde se inscribe mayoritariamente el sector social educativo.
Parece por lo tanto razonable suponer que una agudización del conflicto entre
el gobierno y los gremios de la educación, ambos dos contendientes vinculados,
sin embargo, al mismo universo ideológico de izquierda, no puede sino incrementar
significativamente la desistencia partidaria entre las inclinaciones
electorales de la población.
No determina por vía
directa lo antedicho que tal tendencia incidirá decisivamente en las próximas
elecciones nacionales, donde puede encontrarse aún mitigada por el propósito de
no favorecer indirectamente, al restarle un incremento del voto en blanco cociente propio a la izquierda, un reingreso de la derecha a posiciones claves en el plano
nacional. Ante todo, esa actitud
conservadora puede obedecer al arraigado criterio corporativista de los
uruguayos en la conducta ideológica, que se caracteriza por defender posiciones
asumidas, bajo el criterio que advierte “no le hagás el juego a….”. Sin embargo, una auto-represión
ideológica de índole corporativista en las elecciones nacionales puede
revertirse en las elecciones municipales, en cuanto los comicios locales se
celebran sólo seis meses después de las nacionales. El mismo prurito ideológico
podría librarse de prejuicios ante una
opción de menor entidad, como ya ocurriera en mayo de 2010, para marcar el
sentido de “voto castigo” (en blanco) a la primera posición electoral ganada
por la izquierda uruguaya y de alguna forma su bastión histórico: la
intendencia de Montevideo. En ese caso, la ya pergeñada alianza electoral “rosada”
(“colorados” y “blancos” mezclados) de los partidos “históricos” encontraría
las puertas de Montevideo abiertas desde el interior de la ciudadela, por el
caballo de Troya de una disensión entre la estrategia electoral del actual gobierno
y la reivindicación insoslayable para la izquierda gremial, con una
distribución de responsabilidades relativas que surge de las potestades propias
a unos y otros.
[1] “Educación,
educación, ¿educación?” Montevideo Portal
(14/06/13) http://www.cifra.com.uy/novedades.php?idNoticia=195
[2] Descartes, R. (1979)
Méditations Métaphysiques, Garnier-Flammarion, Paris, pp.79-81.
[3] Op.cit.pp.99-101.
[4] Condillac, D. (1798) Essai
sur l’origine des connaissances humaines, Ch. Houel, Paris, pp.100-101.
[5] "Intención de voto "si las elecciones fueran hoy" (encuesta publicada 12/06/13) Cifra http://www.cifra.com.uy/ (acceso el 16/06/13)
[6] “Inclinación
política actual. 1º trimestre 2013” Factum http://www.factum.uy/node/915
(acceso el 16/06/13)
[7] “Lorenzo: “la
Rendición de Cuentas no es una suma de aspiraciones individuales” LaRed21 (14/06/13) http://www.lr21.com.uy/economia/1110497-lorenzo-rendicion-de-cuentas-no-es-una-suma-de-aspiraciones-individuales
[8] Yohai, W. “La
mala educación progresista. Cuando los de afuera nos vienen a cantar lo obvio” Resonando en Fénix https://docs.google.com/document/d/1HA99r2cusKE-K4upatF0riAWzJ8yk2I0YAljPhXrZjY/edit
(acceso el 16/06/13)
[9] “VTV noticias:
escuelas en obra, clases sin maestros” VTB
http://www.youtube.com/watch?v=Sykk-BlAcfs
(acceso el 16/06/13)
[10] “Rendición de
Cuentas: Mujica tirará de la “frazada hasta que alcance” LaRed21 (13/06/13) http://www.lr21.com.uy/economia/1110210-rendicion-de-cuentas-mujica-tirara-de-la-frazada-hasta-que-alcance
[11] Op.cit. Yohai, W.
“La mala educación progresista”
[12] Ver en este
blog “Bicentenario, Patria gaucha y Patria chaucha: no es lo mismo, pero da
igual” http://ricardoviscardi.blogspot.com/2011/05/bicentenario-patria-gaucha-y-patria_312.html