1a
quincena, octubre 2015
El
70 aniversario de la fundación de la Facultad de Humanidades y
Ciencias de la Educación (inicialmente Facultad
de Humanidades y Ciencias) se celebra en
un contexto de crisis de las Humanidades. Vinculadas desde sus
orígenes a la secularización del poder, por igual religioso y
político en sus fundamentos, las Humanidades encuentran en toda
crisis su inspiración más propia: la crítica.
La concentración estratégica de la
información en la “sociedad del conocimiento” favorece, por el
contrario, la perspectiva del poder. Implementando
reglas de
administración gerencial de la información
(emprendedurismo y evaluación),
la “Nueva Gestión Pública” orienta las estrategias educativas
de organismos internacionales (particularmente financieros, como el
Banco Mundial), que también pautan las orientaciones que cunden
(bastante más allá de la educación) entre los estados-nación. En
el anterior período de gobierno hemos asistido,
en nuestro país, a una apología de
la tecno-ciencia, al tiempo que desde el propio Poder Ejecutivo se
atacaba -incluso declarativamente- a las Humanidades.
Oponiéndose
a esa orientación estratégica del poder internacional se
desarrolla, en el campo de las Humanidades, un movimiento que llevó
al propio Congreso de los Estados Unidos a solicitar a la academia de
aquel país un informe sobre la situación del sector humanístico.
Conviene considerar que Estados Unidos presenta el contexto más
genuino de “sociedad del conocimiento”, donde no sólo la
industria de la información lidera el desarrollo tecnológico
como tal, sino que además pauta la integración más firme
entre academia e industria. Ahora, el informe solicitado por el
Congreso de los Estados Unidos concluye que las Humanidades son el
“corazón” del saber y que allí donde se destruyen las
Humanidades, se destruye ante todo la educación.2
El
vínculo entre Humanidades y educación se encuentra en el núcleo de
una potencia comunitaria del saber. Configurando un eje movilizador
a partir de la actualidad, Derrida destacó el vínculo entre
Humanidades y universidad a partir de una constatación: la discusión
téorica sobre la universidad se protagoniza en los departamentos de
Humanidades. Cierta concentración humanística de la problemática
universitaria sería efecto, para el mismo autor, tanto de una
posible confusión de la misión
universitaria con poderes de turno, como de una mundialización de
las luchas por la justicia -particularmente en tanto Derechos
Humanos. Lejos de claudicar ante la “accountability”
(“responsabilidad” como economía, eficiencia y eficacia) de la
“Nueva Gestión Pública”, las “Nuevas Humanidades” que
propone Derrida en La universidad sin condición plantean “una
suerte de desobediencia civil, es decir de disidencia en nombre de
una ley superior y de una justicia del pensamiento”. La vastedad
del designio no sorprenderá a quien advierta que las crisis que
conjuga la actualidad no se clausuran, como si se tratara de
compartimentos estancos, en las distintas secciones que dividen las
noticias (política, sociedad y cultura, por ejemplo).
Los
cauces del movimiento social, de los movimientos sociales, de las
“agendas de derechos” y de los propios movimientos estudiantiles,
han hecho frente a los estropicios justificados por el neoliberalismo
(crisis financieras incluidas), al daño ambiental y al control
corporativo de la información. Asistimos al ocaso de cierto Orden
(mundial, geopolítico, de la economía, de la comunicación, etc.)
que admitiría, entre sus propios márgenes, tanto la crisis como la
crítica. La decisión (en
griego: krynein)
término del que provienen -en una clave humanística- tanto la
crisis como la crítica, se desmarca de la fatalidad objetiva. Lejos
de erradicar a las Humanidades, el
contexto tecnológico las potencia en otro
plano, como eje de una decisión que
ya no se confía a una formalización de la
naturaleza, ni menos aún a una disociación entre naturaleza humana
y naturaleza física.
Los
efectos de la tecnología abren un plano de interrogación que se
deslinda de una perspectiva lineal de progreso. Foucault rompe con
esa linealidad cuando sostiene en Las palabras y las cosas que
las ciencias humanas no son ciencias, si se
entiende con el pensador del “cuidado de sí”, que son
“anaepistemológicas” o “hipoespistemológicas”, a condición,
agrega, de quitarle al prefijo “hipo” lo que conlleva de
peyorativo. Tales “ciencias humanas”
despliegan, según el analista del Panóptico, una actividad que no
se reduce al mero plano de objetividad, pero que asimismo confiere
objetos pertinentes sobre el propio saber.
Arturo
Roig señaló como, a partir del Reformismo Borbón, se desarrolla en
América Latina cierta
unidad académica
en torno a la universidad y el Estado.3
Normalizándose
en tanto “saberes expertos”, las Humanidades pueden
llegar a desactivar
la crítica que las anima, incluso ante una modernidad que
hace crisis en sus propios efectos (particularmente en los
estados-nación). Se replantea por esa vía la
genealogía del vínculo entre idea humana
y universidad moderna, una
vez superada la
falsa oposición entre “humanismo cristiano” y “humanismo
profano”. Una
creciente secularización de la clave cristiana
de la soberanía -por igual epistémica y
politica- elaboró, por caminos a veces contradictorios entre
sí, tanto la concepción de universidad como
la de humanidades. Contraponiéndose
al saber entendido como
potestad divina,
el humanismo renacentista
inscribe otro perfil
entre lo divino y lo humano, que permitió
replantear el Orden de la Creación como
Orden de la Representación. En esa articulación crítica
que proviene del Renacimiento
se apoya, en el
presente, una secularización tecnológica del
saber, que favorece paradójicamente
la insumisión humanística.
1Artículo
publicado en La
Diaria(14/10/15)
con motivo de cumplirse 70 años de la creación de la Facultad de
Humanidades y Ciencias de la Educación
2The
Hearth of the Matter
(2013) American Academy of Arts and Sciences, Massachusets
http://www.humanitiescommission.org/_pdf/HSS_Report.pdf
3Roig, A. “Filosofía y universidad” en Filosofías de la universidad y conflicto de racionalidades (2001) Colihue, Buenos Aires, p. 189.
3Roig, A. “Filosofía y universidad” en Filosofías de la universidad y conflicto de racionalidades (2001) Colihue, Buenos Aires, p. 189.