La
voluntad de perder: la post-izquierda devorada por sus hijos
2a.
quincena junio 2017
Se
sabe que la revolución devora a sus hijos (el
aristócrata-revolucionario Condorcet fue guillotinado por sus
propios “compañeros de ruta”). Tal prolefagia
claudicó, según un profesor de la universidad de Cornell, cuando la
izquierda devoró su propia voluntad de poder, doblegada por la
derrota que se inflige a sí misma, una vez imbuida del prefijo
“post-” (-subjetividad, -historia, -sociedad).
Mirada como confesión de parte, la denuncia que presenta Bruno
Boostels en Buenos Aires
acerca del derrotismo de la post-izquierda,1
señala hasta qué
punto el denunciante no percibió
que por estos lares -contrariamente
a lo ocurrido, según se lamenta, en Francia e Italia a partir del
68'-2
“la izquierda” ya
triunfó. Es cierto que no
podemos hacer lugar a
tal pesimismo
sin advertirle, a quien lo sufre, “de tu
fábula,
narrador”, cuando acusa a
la izquierda de cierta voluntad de perder.
El
razonamiento por el cual la izquierda se convirtió
en víctima de su propio pesimismo
no puede sino despabilar a los incautos, que habida cuenta del
desencanto de
la institucionalidad que promueve la post-izquierda, pudieran
olvidar
postularse entre nosotros
para una misión tan encomiable como
“izquierdista”:
venderle la tierra uruguaya a las multinacionales, convertir el agua
potable en elemento dudoso y lograr que la marginalidad se incremente
proporcionalmente a
la expansión del mercado financiero.
Semejantes
hazañas no logran aplacar el ánimo militante de los
post-izquierdistas, que una vez eliminado el sentido de la historia
por el derrotismo posmoderno, no tienen por delante otra tarea que
recauchutar el neumático militante
perforado por Derrida. Para
hacerlo cuentan con la profesión de fe comunista de Badiou, de tan
amplia prosapia
del común (ista)
que incluso reinvindicó aquello a lo que Boostels dice que (Badiou)
se opone: la
inspiración del acontecimiento que la filosofía encontró en el
68'.3
El
profesor belga radicado en Estados Unidos
distingue tan fina
y
calladamente entre Derrida y
el post-estructuralismo, como
entre Agamben y la arqueología foucaldiana que reivindica el
profesor de Venecia (no menos
que el propio Badiou). Tales
agujeros de silencio quizás obedezcan a la misma sutileza -que tanto
se le reprochara a Derrida bajo
el epíteto de “preciosismo”,
que lo lleva a subrayar
semánticamente que
en la expresión “filosofías de la défaite”
el término “defaite”
significa
tanto “derrota” como “deshecho/a”,
constatación que
el belga transfiere
alegremente, de
la dehiscencia
de la metafísica a
la derrota de la izquierda. ¿O no será lo contrario?
Si
a la izquierda le basta con ganar para superar la derrota, esa
diferencia en el
resultado de 1 a 0, que nadie
distinguiría de la transparencia numérica del conteo electoral,
quizás genere algún escaño parlamentario desde el cual seguir
protagonizando aquella Casa Grande que nos provee de leyes, que se
vota un día y se
critica al siguiente, o viceversa. Esta granada arrojada en medio
de la misma fragmentación posmoderna del sentido, de la
institucionalidad y de la izquierda, no puede sino enaltecer el
vínculo necesario entre un yihadista
y un post-izquierdista : el primero
se hace volar
por los aires en medio de la multitud, el segundo se hace volar por
las cúpulas en medio del
ridículo.
Tanto
post-izquierdismo surge confeso de la propia alabanza de la
posmodernidad: sólo hay que corregirle el desaliento, porque según
nos anuncian los post-izquierdistas,
Derrida surgió del 68', pero (como
otros de la misma
camada filosófica)
perdió y por eso hizo de la
derrota un derrotero. Tal derrota del derrotero (si
el derrotero está derrotado no lleva a ningún triunfo, porque anula
la institucionalidad que debiera encontrarse en algún destino, ya
que no existe institución sin sistema de lugares)
surge de la propia bibliografía, por ejemplo del cuestionamiento de
Derrida al marxista
vietnamita Tran-Duc-Thao, al menos,
desde
la Introducción a “El origen de la geometría” de
Husserl (1962),4
o el planteo central del logocentrismo en La voz y el
fenómeno o
La Escritura y la diferencia,
que datan
de 1967. Sin duda la crisis
ucrónica (ucronía: reconstrucción hipotética de la historia)
de la Historia
celebrará
que 1968 inspire lo que se dijo en 1962, o
con más razón aún, apenas un
año antes.
Se
entiende que para un post-izquierdista, la historia no es sino un
ultrarelato, desde el momento que puede hacer coexistir la
reivindicación de “la
izquierda” con el cuestionamiento “(...sobre
la subjetividad, sobre la historia, sobre la sociedad...)”.5
Se sabe que el ridículo no
se lleva mal con ponerse a la moda.
Sabiéndose
hijo de la posmodernidad, el
post-izquierdista le hace honor a
lo que sabe desde siempre:
“no existen hechos, sino interpretaciones”. De ahí que le baste
con devorar la derrota de la post-izquierda para reinvidicar su
propio relato, es decir su istoria (así
escribe Derrida aquello que derrota-des-hace según Boostels).
A ese relato que provee el fin de los desencantos modernos, le
queremos agregar algunas
notas edificantes
que quizás exalten la
devoción por el triunfo de una
recuperada
“institucionalidad”, que nos animamos a vaticinar
de mero alcance
electoral:
-La
FEUU (Federación de
Estudiantes Universitarios del Uruguay)
se retiró -y recomendó
seguir sus pasos a toda otra organización social- del
Congreso de Educación que se convoca por mandato de una ley
nacional, adoptada bajo
un anterior
gobierno igualmente “de izquierda”6
-El
sindicato FANCAP (Federación de la Administración Nacional de
Combustibles, Alcohol y Pórtland) denunció el sesgo pachequista (el
presidente Pacheco inició desde 1967 el período pre-dictatorial en
el Uruguay) de los decretos “de esencialidad” dictados por el
actual gobierno “de izquierda”.7
-El
representante de los egresados universitarios Federico Kreimerman
reinvidicó que se termine con el financiamiento de la enseñanza por
los egresados y que finalmente se grave al capital, para obtener los
fondos universitarios por vía (políticamente) genuina.8
Le
ahorramos al desconsolado
lector, al
fin de este
texto,
glosas internacionales de la
vigencia de la institucionalidad
que añoran los post-izquierdistas, tal como las provee al
presente el magnífico
triunfo de Trump contra el
sistema político en EEUU, el aplastante triunfo de Macron en Francia
contra un 51% de abstención del cuerpo electoral, o los
“empeachments” que
desde la más pura legalidad voltean gobiernos legales en Paraguay o
Brasil, sin necesidad siquiera
de dar golpes de Estado a
la vieja usanza.
Derrida
habría estado orgulloso, de vivir, de la movilización que produjo
contra el
logocentrismo, incluso
cuando los post-izquierdistas
confiesan que
lo critican a partir de la
deconstrucción.
1Boostels,
B. “La izquierda actual vista por Bruno Boostels, pensador belga
radicado en Estados Unidos” (entrevista de Naser, L. y Delacoste,
G.) La
Diaria
(14/06/17)
https://ladiaria.com.uy/articulo/2017/6/la-izquierda-actual-vista-por-bruno-bosteels-pensador-belga-radicado-en-estados-unidos/
2Boostels,
ob.cit.
3Uzín,
A. (2008) Introducción al pensamiento de Alain Badiou,
ImagoMundi, Buenos Aires, p.80.
4
Derrida, J. (1962) Introduction a “L'origine
de la géometrie”
de Husserl, PUF, Paris. Versión en español: Derrida, J. (2000)
Introducción
a “El origen de la geometría” de Husserl (trad. D. Cohen),(
Bordes-Manantial, Buenos Aires, p.36
https://monoskop.org/images/1/13/Derrida_Jacques_Introducci%C3%B3n_a_El_origen_de_la_geometr%C3%ADa_de_Husserl_2000.pdf
5Bosteels,
ob.cit.
6
“FEEU
exhorta a otras organizaciones a no asistir al Congreso de
Educación” Montevideo
Portal (09/05/17)
http://www.montevideo.com.uy/contenido/La-FEUU-exhorta-a-otras-organizaciones-a-no-asistir-al-Congreso-de-Educacion-342632
7“FANCAP repudia decreto de esencialidad y asegura que la medida es “inconstitucional” La Diaria (13/06/17/) https://ladiaria.com.uy/articulo/2017/6/fancap-repudia-decreto-de-esencialidad-y-asegura-que-la-medida-es-inconstitucional/
8
“Gremios
estudiantiles y docentes reclamaron 6% para la enseñanza y
advirtieron el comienzo de un período de conflicto” La
Diaria
(16/06/17)