Libertad
de movimiento en la globalización
1a.
quincena, julio 2017
El
título de esta actualización de blog retoma el tema de la primera sesión del debate sobre (RE)-/E/IN/MIGRACIÓN
organizado por la Embajada de Francia y el Goethe Institut, con la
participación de Barbara Cassin (Collège
International de Philosophie),
Florent Guénard
(Université de Nantes), Corinne Mieth (Ruhr-Universität
Bochum) y Ricardo Viscardi (Universidad de la República), 26 de
junio de 2017, Montevideo.
Una
pirámide achatada con base en el “desplazamiento forzado”
Considerada globalmente, para hacerle honor al registro temático de la
globalización, la migración incluye distintos procesos: la
migración económica, el exilio y la condición refugiada. Tanto la
migración por razones económicas como el exilio suponen una
decisión vinculada, al menos relativamente, a la actividad
voluntaria del migrante. Ese componente las asocia a la tradición
occidental de la libertad civil. A estas expresiones consolidadas
viene a agregarse una más reciente, pero muy significativa: la
migración calificada.
La
migración económica y el exilio se encuentran al presente en vías
de regresión relativa, superadas por la migración destinada a
refugiarse. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Refugiados (ACNUR) ha tendido históricamente a incorporar, entre sus
cometidos, las situaciones vinculadas tanto al exilio como a
distintas formas de persecución por razones de pertenencia étnica,
religiosa o ideológica. Cierta concentración de procesos
migratorios de refugio, engloba a desplazados (principalmente por
conflictos bélicos, eventualmente incluso por hambrunas o
catástrofes climáticas), perseguidos (por razones eventualmente
religiosas, étnicas o político-partidarias) o deportados (por
conflictos étnicos o por exclusión ideológica). En tal sentido es
ilustrativa las diferenciación que establece ACNUR (Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) entre las
distintas circunstancias que se admiten por igual como móvil de
refugio: a) desplazados internos (dentro de un mismo país) 40,8
millones de personas, b) refugiados en distintos países (21,3
millones, de los cuales16 bajo el mandato de ACNUR) y 3,2 millones de
solicitantes de asilo.1
Presenta
un sesgo sugestivo que ACNUR adopte la vasta denominación
“desplazamiento forzado” para presentar las situaciones de mayor
desprotección, explotación y peligro para la vida humana en
nuestros días. La distancia que sugiere tal denominación entre el
destino de las personas en la extensión geográfica y el origen
territorial que les es propio, parece indicar que las circunstancias
que rodean a tal “desplazamiento forzado” escapan a todo lo que
la tradición vincula con la libertad.
La
migración calificada constituye el otro dato significativo del
presente de las migraciones,2
ante todo porque contrasta vigorosamente con la condición al límite
de lo humano que tiende a tomar el “desplazamiento forzado”,
sobre el que extiende una tutela relativa las Naciones Unidas.
Contrapuesta al desamparo e incluso la explotación que caracterizan
a la emigración compulsiva, la migración académica se convierte en
un indicador sugestivo, en cuanto se sitúa en el polo opuesto del
proceso migratorio que caracteriza a la globalización. Conviene
entonces considerar los procesos migratorios en la actualidad como un
conjunto que tiende a tomar la forma de una pirámide achatada. En el
vértice se encuentran distintas formas de desplazamiento, que
incluyen cierta capacidad de decisión por parte de las poblaciones
involucradas, mientras en la base se encuentran una enorme mayoría
de personas forzadas, por un concurso de circunstancias ajenas a su
voluntad, a desplazarse entre distintos territorios.3
Podría
entenderse que la migración privilegiada condensa todos los aspectos
positivos de la libertad de movimiento, en cuanto supone ante todo
una decisión del migrante, pero además, esa decisión no se
vincula a una imposición de las circunstancias, como la represión
política, la crisis económica o la catástrofe natural, sino a una
formación obtenida por méritos propios, que habilita una mejor
implantación socio-profesional en el extranjero. Pese a esta
descripción que parece galardonada de todos los rasgos de la
libertad y del movimiento por decisión propia, incluso la migración
académica se convierte en una política de los estados, tanto para
favorecerla como para desalentarla.
En
la Unión Europea los estudiantes universitarios oriundos de uno de
los países miembros, deben desplazarse obligatoriamente, durante un
período no menor a seis meses, para estudiar en otro Estado de la
misma comunidad. En el lado inverso tenemos el caso de Uruguay, país
cuya extensión territorial no conoce distancias mayores a 500 km y
donde el parlamento votó, bajo los auspicios del gobierno nacional,
fondos específicos para instalar la Universidad de la República en
el interior del país. Estos fondos estaban atados a ese fin y la
universidad no podía utilizarlos con otro destino, con el explícito
cometido de que los estudiantes uruguayos permanezcan en su
departamento de origen o en uno aledaño. Tenemos por fin el caso de
las políticas de repatriación o revinculación académica de
ciudadanos que han terminado o desarrollado su formación en el
exterior, que propician distintos estados, entre ellos el uruguayo.
Que
los propios estados fomenten determinada migración (de estadía
transitoria en el extranjero o de retorno al país de origen o
incluso intenten limitar los movimientos migratorios de índole
académica), señala hasta que punto la migración es un dato
relevante del presente mundial, no sólo en el sentido trágico que
adquiere para los desvalidos y expoliados, sino también como
“política de Estado”. Parece sugestivo, por otro lado, que las
políticas positivas que predominan en el conjunto social acerca de
la emigración, se vinculen ante todo al campo del saber, del
conocimiento y de la tecnología.
El
acerbo cultural, cognitivo y tecnológico no es, en cuanto tal,
patrimonio de ningún país en particular. La migración académica
se presenta, con todos sus efectos queridos u obstaculizados según
los casos por los estados-nación, como un elemento que se impone a
los distintos sistemas políticos, en razón de condiciones
supérstites a cada contexto nacional en particular.
El
proceso migratorio como determinación transversal a los
estados-nación
Cabe
entonces preguntarse si la progresiva subsunción de la condición de
exiliado y de emigrado en la de refugiado (desplazado, deportado,
evacuado, etc.), no corresponde asimismo a una alteración de las
condiciones de desarrollo internas de cada contexto nacional, como
efecto de la intervención de poderes transnacionales, que atan las
circunstancias internas de cada país a un potencial transversal al
contexto internacional. Desde este punto de vista la migración
académica configura una transversalidad globalizadora, que lejos de
propiciar efectos edificantes para las comunidades que la padecen,
promueve la desarticulación interna. Es ampliamente conocido que el
potencial intelectual formado en los países del tercer mundo pasa a
engrosar, en una proporción alarmante, el contingente operativo de
los centros académicos en los países desarrollados.4
Carlos
Quijano, fundador del Semanario Marcha en el Uruguay decía
“La universidad es el país”. Con ello expresaba la
característica matricial del Estado-nación: su desarrollo
sustentado en una integración inteligente de la organicidad
vernácula. Si este elemento integrador emigra, otro tanto tiende a
ocurrir con las demás partes del todo social, que el mismo saber
debiera articular. Así como el mayor contingente de refugiados
corresponde, según ACNUR, a desplazamientos internos a los distintos
países, los países que encabezan la nómina en números absolutos
de refugiados recibidos son los que pertenecen a la zona del
conflicto y participan, directa o indirectamente, del contexto
bélico: Turquía (2,5 millones), Pakistán (1,6 millones), Líbano
(1,1 millones), les siguen Irán , Etiopía y Jordania.5
El mayor impacto masivo de la migración se produce por lo tanto en
el propio contexto desarticulado por los conflictos. Mientras
corresponde a la descripción puntual de los sucesos, la presentación
de la migración a escala mundial como un drama humanitario y una
tragedia civilizatoria, también ignora el plano más determinante
del desplazamiento de poblaciones en el presente: el potencial de
intervención tecnológica que al día de hoy favorece la
cristalización del poder mundial, con efecto sobre los países y las
poblaciones “tomadoras de conflicto”.
Esa
cristalización del poder mundial desarticula la integridad de las
comunidades nacionales. El caso de Siria es por demás patente: un
enclave estratégico, que cierra o abre el paso a través de Turquía
a Europa, que colinda con el enclave kurdo y la zona de conflicto
árabe israelí, es el escenario de una batalla que libran las
grandes potencias, con intereses contrapuestos a través de las
partes civiles del conflicto. Segun ACNUR (Alto Comisionado de las
Naciones Unidas para los Refugiados) el 54% de las personas
refugiadas en 2015 proviene de tres zonas de notorio conflicto
bélico, atravesado a su vez por ya históricas intervenciones
extranjeras: Siria, Afganistán y Somalia.6
Allí la magnitud del escenario estratégico y de la potencia
militar involucrada parecen presentar el aspecto humanitario como una
secuela derivada y secundaria de lo que Derrida ha denominado, con
relación al poder de Estado, la alternancia entre “la bête et
le souverain”. Puede suceder
sin embargo lo contrario, es decir, que el aspecto humanitario y el
horror del exterminio sirvan de trasfondo a una manipulación
estratégica, con propósitos igualmente desviados
del fin que se aduce.
Parece
haber sido el caso que trajo a colación la declaración del
ex-presidente Mujica, con relación a los
excarcelados de la cárcel de
Guantánamo, posteriormente
refugiados en Uruguay. Interrogado acerca de la conflictiva relación
de los
liberados de Guantánamo con el
gobierno que él mismo
presidía, Mujica declaró
que la llegada a
Uruguay de esas
personas habilitaba,
a su vez,
la exportación de naranjas uruguayas a Estados Unidos.7
Por más que el ex-presidente uruguayo haya a posteriori
tomado distancia
de su propia declaración, el propósito que expresó dejó en claro
que cierto
vínculo de necesidad pudo
ser pensado,
desde un
lugar de gobierno,
entre una negociación comercial y la liberación de personas
encarceladas al margen de todo derecho internacional.
Contrariamente
a la frase “Después de Auschwitz no se puede pensar”, quizás lo
propio del presente sea que debemos pensar Auschwitz. El
criterio que sostiene
la inconmesurabilidad entre
Auschwitz y el pensamiento expresa,
a su vez, una desmedida fe en
el pensar. El fundamento clerical del positivismo queda manifiesto
desde que sabemos que Augusto Comte fue el secretario de Saint-Simon,
quien a su vez propiciaba una Iglesia de Jefes de Empresa.
Recientemente Matthieu Calame denunciaba que la tecnocracia, que el
denomina “cientistas” configura un nuevo clero, que imbuido de un
rol evangelizador del saber, pretende convertir todo pensamiento en
instrumento de la eficacia pragmática e
incluso -se podría agregar-
todo conocimiento en activo
bancario.
1
ACNUR “Tendencias Globales” (2016)
http://www.acnur.org/t3/fileadmin/Documentos/Publicaciones/2016/10627.pdf
2
Se
estima en 1,5 millones el número de emigrantes calificados que
América Latina y el Caribe han sumado a la población de los EEUU.
Ver Luján, M. “Migraciones calificadas Sur/Norte: historia y
desafíos en el presente” Voces
en el Fénix
http://www.vocesenelfenix.com/content/migraciones-calificadas-surnorte-historia-y-desaf%C3%ADo-en-el-presente
3
Mangana, S. “Nuestra casa es el mundo: el acento en los
refugiados” El
Observador
(22/06/17)
http://www.elobservador.com.uy/nuestra-casa-es-el-mundo-el-acento-los-refugiados-n1087887
4Lema,
F. “Migraciones calificadas y desarrollo sustentable en América
Latina” (2007)
Educación
Superior y Sociedad,
Vol.12 No.1
http://ess.iesalc.unesco.org.ve/index.php/ess/article/view/25
5ACNUR
“Tendencias Globales” (2016) ob.cit.
6ACNUR
“Tendencias Globales” (2016) ob.cit.