24.7.17

Caradamianto, el caradura mediático


1a. quincena, agosto 2017



La impávida insolencia con que Mujica ardió sin quemarse en medio de una multitud, recostado a los improperios políticos que Chomsky dirigía contra los alicaídos “progresismos” de la región,1 provee una excelente oportunidad para profundizar acerca de la transformación del poder en curso. Excelentes análisis de estimados colegas y amigos han abierto un interesante debate sobre el revelador desparpajo del “presidente más pobre del mundo”.2 A nadie le quedará duda, tras el ominoso silencio que cundió en medio de la vergüenza ajena, que la misma pobreza no galardona a un “pobre de espíritu” y a un “pobre de vergüenza”, aunque entre tan disímiles especies de humildad medie la opera pop Jesucristo Superstar.

Del “asado del Pepe” al “porro del Pepe”

La primera cosa a señalar, para entender este bochornoso mutis de respuesta, es que Mujica no parece haber urdido esta escena mediática. Igualmente se equivoca quien atribuya al ex-presidente haber pergeñado la casualidad propicia y progresiva por la cual el MPP (plataforma electoral que integra Mujica) pasó de “extrema izquierda” a “profundo voto”. Como lo señala Zabalza, quien intentó resistir a ese declive moral hacia las alturas institucionales, lo ideológicamente canallesco vino con una progresión electoral que ni siquiera se esperaba.3 El arribismo no defiende programas, sino un pragmatismo de la actualidad. En todo ese proceso Mujica operó como el vector mediático, que sin “solución de continuidad” (como se decía antaño) llevó del “asado del Pepe” al “porro del Pepe”.

Cuando estamos ya ante “el porro del Pepe”, parece razonable afirmar que tampoco hubiera habido “asado del Pepe” sin reproducción ampliada que asegurara la irradiación de la imagen. Conviene entonces remitirse a las primeras “economías” mediáticas de esta difusión. Quizás una de las iniciales, incluso  en los albores de este siglo, fue “no sea nabo Neber” espetado por Mujica a Neber Araújo, periodista de amplia incidencia entre amplios sectores de la opinión pública. Este incidente es muy revelador. ¿Por qué los medios no forjaron un cordón sanitario ante el ataque a uno de sus operadoradores mas notorios del momento, e incluso se difundió ampliamente el exabrupto? La razón es muy simple: los exabruptos en los medios generan rating y el rating genera ingresos publicitarios (los programas de chimento (particularmente, aunque no sólo en la TV argentina, son el mejor ejemplo).

¿Por qué Planeta le encarga a una periodista que ya ha abierto un capítulo negro y escandaloso del “delito organizado”,4 que escriba un libro sobre un ministro (Eleuterio Fernández Huidobro)5 que fue asimismo piedra del escándalo a partir de las piedras que él mismo lanzaba contra tirios y troyanos? La respuesta es la misma, Planeta no está comprometida ni en un sentido ni en otro con el proceso político uruguayo, pero es una empresa multinacional que sabe de rating y de ventas. Mezclar en un mismo cóctel a un personaje ministerial que ha contado una novela sobre sí mismo, que además intersecta con un pasado a todas luces no superado (véase sino el polvo levantado por el “caso Amodio” igualmente vinculado al pasado de la guerrilla, o el ingente número de libros sobre el mismo tema) y una periodista con capacidad de indagación y sin pelos en la lengua, no puede sino ser un éxito de ventas en librerías, sobre todo en un país que vive al vaivén del sistema de partidos.6

Además del impacto en las costumbres que asegura el rating, Mujica cuenta con otro elemento personal que suscita el apetito de los medios. Lo voy a explicar con una anécdota, siempre más efectiva que una fundamentación que puede parecer sesgada en su planteo. Días pasados participé de un evento académico, en cuyo desarrollo un colega se refirió a la campaña mediática de la actual derecha española contra Podemos. Como se sabe, este partido se ha inspirado relativamente en procesos latinoamericanos para sus propuestas, pero la derecha ha doblado la apuesta sobre la figura latinoamericanista y presenta a Pablo Iglesias, entre otros de su partido, como émulos de Chávez, de Morales o de Cristina Fernández.

Según relataba mi colega, el estigma mediático utilizado por la derecha recurría a aquella escena en que el rey Juan Carlos le recriminó a Chávez “¿porqué no te callas?”. Sin duda esta caricaturización tiende a mostrar bajo un cariz peyorativo a Podemos, utilizando la imagen de procesos extremistas, empobrecedores y caóticos que los medios dominantes han asociado con Chávez, Morales, Correa o Cristina Fernández. Ahora, si se trata de pintar con los trazos más gruesos y peyorativos a Pablo Iglesias y a Podemos ¿quién mejor que Mujica para ridiculizar la figura de una izquierda chabacana, mal hablada y desprolija?

Sin embargo mi colega excluyó explícitamente a Mujica del grupo de “símiles simiescos” denostados por la derecha española. ¿Cuál es la razón? Sin duda, que no se asocia a Mujica con un planteo inquietante para las derechas, sino con un trasfondo de buenas intenciones y renuncias personales que conforta, ante todo, el status quo tal como lo promueve la dominación: operaciones bursátiles y cambios en el alma.

Mujica reúne entonces dos ingredientes fundamentales para incrementar la bulimia empresarial que cunde en los medios a través del rating: choca a las costumbres de forma que promueve el impacto mediático y aumenta la audiencia, mientras se lo percibe de “bajo riesgo editorial” -no olvidar que los medios dependen de la publicidad estatal y empresarial- en tanto conforta el status quo, ante todo por la insistencia en una moralina tan inocua como conformista. Se promueve así un “izquierdismo” de pacotilla, alimentado de miserabilismo ideológico y buenas intenciones abaratadas por docena. ¿Sino cómo explicar el estupor que cundió -intramuros y extra-muros- cuando Chomsky desgranó en tres frases, a centímetros de la piedra que lo enrostraba a su lado, el abc de cualquier planteo crítico actualizado?

No se trata de la política de Mujica, sino de la política de los medios

Llegados a este punto, se percibe que no se trata de Mujica como político, sino de la política de los medios. Esto explica como el fantoche declarativo crece en medio de la más fabulosa -y sobre todo fabulatoria- incongruencia (cito de memoria a Hoenir Sarthou: “un día hizo un discurso anticonsumista en Nueva York y al día siguiente firmó la bancarización de la economía en Montevideo”). El lector podría preguntarse si este lanzar por los aires a un personaje del que se sirven los medios, no supone una “teoría conspirativa” acerca de la “comunicación social”. ¿No existen periodistas imbuidos de su papel público y su trascendencia social, efectivamente convocados por un afán democratizador? Ante esta cuestión otra vez quizás convenga acudir a un ejemplo esclarecedor.

La Diaria es un medio que ha cambiado significativamente el sesgo periodístico del Uruguay. La orientación que le ha proporcionado su director, Marcelo Pereira, ha reflejado una sensibilidad actualizada en muchos planos -defensa de movimientos sociales, democratización de las costumbres, apertura al debate de ideas, actualización de las problemáticas intelectuales, incluso aportes al formato periodístico y los canales de difusión de la prensa. Sin duda no son compartibles muchas de las orientaciones editoriales (por ejemplo, cierta insistencia en remitir el “pasado reciente” a la generación del 83'), o la generosa ventana a lo “políticamente correcto” made in USA, pero esas y otras objeciones no obstan la percepción de cierto giro periodístico significativo.

Sin embargo con oportunidad del “inicio de la expedición de marihuana estatal”, el mismo periódico de sesgo fuertemente inconformista publica un artículo ditirámbico acerca de “el porro del Pepe” con el sugestivo título de “Como el Uruguay no hay”.7 Autocomplacencia neocolonial reciclada en permisividad conformista. Ni una palabra sobre una despenalización que no se fundamentó en la libertad del consumidor, sino en la lucha contra el narcotráfico. Ni una palabra sobre el efecto de toda adicción, cualquiera sea, como compensación relativa a un plano de carencia. Ni una palabra sobre el efecto del consumo cotidiano de marihuana, como principio psicoactivo que destruye lentamente la memoria y disminuye de forma progresiva la voluntad individual. Ni una palabra siquiera sobre la incongruencia política de perseguir el tabaquismo8 al tiempo que se favorece el consumo de una droga competidora. Más realista que el rey, el autor se vio confrontado a las propias declaraciones de su ídolo en la misma oportunidad: incongruente pero no tonto, Mujica abrió el paraguas respecto a la liberalización del consumo, señalando desde hace tiempo, pero también con ocasión de “el día de la liberalización del porro estatal”, que personalmente no lo recomienda.9 La psiquiatría tampoco.

¿Por qué entonces, La Diaria publicó tal folleto propagandístico, carente de todo humor crítico? La razón es que ningún medio puede permanecer ajeno a la articulación entre sistemas de medios, que primero se complejizó con la satelización, que conllevó la articulación entre medios incluso de continentes distintos (CNN, BBC, TV Española,etc.), para más tarde anclarse en la propia base comunitaria a través de redes de usuarios y plataformas de interacción (facebook, twitter, instagram, etc.). Ningún medio puede determinar por sí sólo la actualidad, sino que la determina una cadena de sistemas de comunicación articulada tanto verticalmente (por estructuras tecnológicas mundializadas) como horizontalmente (por circulación noticiosa orientada según medios nacionales y públicos segmentados). Por esa razón si La Diaria se ponía al margen de “la noticia del día” (“el porro del Pepe”), se ponía al margen de la actualidad noticiosa y por vía de consecuencia de la “realidad social”. Así terminó por difundir un artículo que expresa “ese lado de la opinión ante la actualidad”, que no deja de ser funcional a la dominación.

Esa conclusión conlleva en su propia formulación una reversión conceptual que puede pasar inadvertida: la actualidad la hacen los medios, no “la realidad”. Si al lector le dijéramos que el mapa mundial lo determina la potencia atómica, seguramente concordaría, ya que la disuasión nuclear es la base de la distribución de fronteras posterior a la 2a Guerra Mundial: crisis de los misiles en 1962, golpes de Estado posteriores para asegurar en América Latina el “patrio trasero” de EEUU, Irán puesto en la picota del mundialismo por osar desafiar la potencia nuclear de Israel (entre otros tantos casos). La disuasión nuclear es efecto de la tecnología, como lo son los medios de comunicación desde inicios del siglo XX. Pergeñada históricamente a través de la mediación social, esa tecnología comunicacional se ha convertido al presente en el propio terreno de la socialización, que hoy es mediática. Como efecto de la prolongación de la mediación social en la artefactualidad mediadora, hoy la medialidad artefactual ha substituido a la sociedad del “Contrato Social” (la representación moderna expresó a su vez, a través de la secularización, la tradición cristiana de la mediación, que autorizó en las imágenes el vínculo terreno con el orden celestial).

Aqui volvemos al caradamianto que pemanece impávido mientras le espetan al oído los peores adjetivos ideológicos. ¿Por qué Mujica endosó ese estigma al reverso de su rostro? La respuesta quizás pueda, también esta vez, plantearse por la vía del ejemplo. Un portal difundió una noticia en su sección de “Entretenimiento”. La noticia era “el vocalista de Litin Park se suicidó”. La pastilla informativa daba acceso a una ampliación de la información. Puesta en primer lugar del Inicio del portal, la noticia quedaba compuesta como sigue: “Entretenimiento: el vocalista de Litin Park se suicidó”. Se ha señalado hasta el cansancio cómo la expresión facial del informativista de TV pasa de la alegría a la consternación, alternativamente, según el estado de ánimo que suponga (para el status quo mediático) la noticia que difunde, según un caleidoscopio emocional y conceptual que recorre todo el espectro cromático, refractado muchas veces a lo largo de un informativo. El caleidoscopio, antes que informar, entretiene. Por esa razón se ha señalado, en particular a partir del surgimiento de la “red de redes”, que la comunicación ha pasado, al presente, de información crítica a mero entretenimiento.

La economía tecnológica de la información diseminada supone que una mayor “potencia de antena”, al tiempo que amplifica la difusión, también la disminuye en densidad conceptual asociada a la noticia. Es lo que Virilio ha llamado “el Panóptico de luz”: estamos encerrados en “la velocidad y vacuidad de las imágenes”.10 A mayor velocidad y alcance, mayor vacuidad y auge del vaciamiento de contenidos: “Entretenimiento: el vocalista de Litin Park se suicidó”.

La estructura de la realidad está hecha de medios tecnológicos y la artefactualidad instala en la medialidad una economía de la contigüedad de contenidos: esto explica porqué Mujica puede un día hablar contra el consumismo y al otro firmar la bancarización que favorece el consumismo, al tiempo que sigue pavoneándose por otros lados como “el presidente más pobre del mundo”. Pero además ofrece un principio genérico de explicación, acerca de porqué permaneció, tan impávido como impugnado, a centímetros de los anatemas que lanzaba Chomsky contra todo lo que propició. En lo que hace al propio Chomsky, alargaría indebidamente este texto explicar una comparecencia para imputar al anfitrión, asimismo el lector puede rebatir sobre el lingüista -sin que ello lo identifique con el “ex-guerrillero”- la explicación que acabamos de presentar: la condición mediática como clave del acontecer político.

Caradamianto envuelto en llamas

Veamos en la coyuntura actual del propio Mujica cómo funciona la superposición de contenidos mediáticos. El asombroso codo a codo de contrarios ideológicos que protagonizó con Chomsky, no es la única disparada al disparate a la que se ha ofrecido generosamente Mujica. Recordemos hace poco el escándalo de su “ministro de colonias”: Almagro. Tratando de “despegarse” de la estampilla del hombre de paja que había ideado para incidir en la OEA, el “guerrillero arrepentido” dijo que “el papel le había quedado grande a Almagro”, cuando en realidad toda la carrera de Almagro es, desde embajador en China hasta ministro de Relaciones Exteriores de Mujica y luego candidato a “ministro de colonias”, una “puesta en escena” del “ex-guerrillero”.

Pero sobrevino luego Lula. Aquí es peor, porque la similitud de perfil “pobre” y “presidencial” se contamina con la contigüedad no sólo de imagen personal, sino además de la insoslayable corrupción del sistema de partidos brasileño en el que -tan arribista como Mujica- ingresó precipitadamente Lula.11 Entonces caradamianto ofrece, contrito en silencio ante Chomsky, la proximidad escénica con un paladín de la opinión mundial de izquierda que puede compensar “el peso muerto de Almagro” y la escandalosa intimidad con Lula (recordemos que Mujica “publicó” la “confesión” que le hizo Lula: Brasil no se gobierna sin corrupción).12

Una última contigüedad es la del “porro del Pepe”. Es la más reciente y la que nos permite, en la suma y resta, ver con mayor claridad cual es el efecto específico del perfil “caradamianto” con Chomsky. Pasemos raya y saquemos cuentas mediáticas: dos noticias en un sentido (presentarse como “contrito” ante Chomsky y “liberador del porro”) y dos en otro (el “Almagro ministro de colonias promocionado por Mujica y” y “el confidente del presidente más corrupto”). El cociente de la suma y resta surge límpido: la “audiencia de a pie” no sabe si Mujica es una cosa Almagro-Lula o la otra Chomsky-porro-liberación, incluso porque profesó de viva voz: “como te digo una cosa te digo la otra”.

El poder pasa justamente por hacernos creer que puede ser cualquier cosa y que es como “cualquiera de nosotros”: es el Orden social. La antigüa expresión “caradura” contraía, en una palabra, el sentido de alguien capaz de saber que ofendía, al tiempo que sostenía una máscara impertérrita. El caradamianto posee en la propia superficie, abandonada toda profundidad en aras de la celeridad informativa, las propiedades de su apelativo: envuelto en llamas el amianto no entra en combustión, pero aún así, siempre contamina.



1 “Para Chomsky, crisis de la izquierda en la región es producto de la “corrupción” y la “exportación de materias primas” Montevideo Portal (17/07/17) http://www.montevideo.com.uy/contenido/Para-Chomsky-crisis-de-la-izquierda-en-la-region-es-producto-de-la-corrupcion-y-la-exportacion-de-materias-primas--349133
2 Ver en particular Sarthou, H. “¿A quién le sirve Chomsky?” Voces, (20/07/17) Montevideo, p. 5.
3 La misma descripción del “irresistible ascenso electoral del MPP” se encuentra en Garcia, J. “Uruguay. Otro contundente alegato contra el ex presidente Mujica de parte de un militante tupamaro”, Resumen Latinoamericano (24/07/15) http://www.resumenlatinoamericano.org/2015/07/24/uruguay-otro-contundente-alegato-contra-el-ex-presidente-mujica-por-parte-de-un-militante-tupamaro/
4Urruzola, M. (2016) El huevo de la serpiente, Planeta, Montevideo.
5El libro de marras denunciaba la colaboración de Mujica y Fernández Huidobro con bandas de tupamaros (re)convertidos en delincuentes comunes, cuando ya ocupaban cargos electivos.
6Urruzola, M. (2017) Eleuterio Fernández Huidobro, Planeta, Montevideo.
7 Garat, G "Como el Uruguay no hay" La Diaria (20/07/17) https://ladiaria.com.uy/articulo/2017/7/como-el-uruguay-no-hay/#!
8 El actual presidente, quien pertenece a la misma “fuerza política” de Mujica, acaba de radicalizar las medidas de lucha contra el tabajo: no se puede fumar en las inmediaciones de ciertos lugares públicos, ni siquiera al aire libre.
9 Mujica sobre marihuana legal: es un "experimento" hecho "con seriedad" El País (19/07/17) http://www.elpais.com.uy/informacion/mujica-marihuana-legal-experimento-hecho.html
10 Virilio, P. (2010). L'administration de la peur. Paris: Textuel. p.66.
11 Ver al respecto Perera, J. "Ni víctima ni ingenuo" Voces (20/07/17) Montevideo, p. 11.
12 Ver al respecto Nieto, L. "A luta continua" Voces (20/07/17) Montevideo, p. 13.