Caradamianto,
el caradura mediático
1a.
quincena, agosto 2017
La
impávida insolencia con que Mujica ardió sin quemarse en medio de
una multitud, recostado a los improperios políticos que Chomsky
dirigía contra los alicaídos “progresismos” de la región,1
provee una excelente oportunidad para profundizar acerca de la
transformación del poder en curso. Excelentes análisis de estimados
colegas y amigos han abierto un interesante debate sobre el revelador
desparpajo del “presidente más pobre del mundo”.2
A nadie le quedará duda, tras el ominoso silencio que cundió en
medio de la vergüenza ajena, que la misma pobreza no galardona a un
“pobre de espíritu” y a un “pobre de vergüenza”, aunque
entre tan disímiles especies de humildad medie la opera pop
Jesucristo Superstar.
Del
“asado del Pepe” al “porro del Pepe”
La
primera cosa a señalar, para entender este bochornoso mutis de
respuesta, es que Mujica no parece haber urdido esta escena
mediática. Igualmente se equivoca quien atribuya al ex-presidente
haber pergeñado la casualidad propicia y progresiva por la cual el
MPP (plataforma electoral que integra Mujica) pasó de “extrema
izquierda” a “profundo voto”. Como lo señala Zabalza, quien
intentó resistir a ese declive moral hacia las alturas
institucionales, lo ideológicamente canallesco vino con una
progresión electoral que ni siquiera se esperaba.3
El arribismo no defiende programas, sino un pragmatismo de la
actualidad. En todo ese proceso Mujica operó como el vector
mediático, que sin “solución de continuidad” (como se decía
antaño) llevó del “asado del Pepe” al “porro del Pepe”.
Cuando
estamos ya ante “el porro del Pepe”, parece razonable afirmar que
tampoco hubiera habido “asado del Pepe” sin reproducción
ampliada que asegurara la irradiación de la imagen. Conviene
entonces remitirse a las primeras “economías” mediáticas de
esta difusión. Quizás una de las iniciales, incluso en los albores de
este siglo, fue “no sea nabo Neber” espetado por Mujica a Neber
Araújo, periodista de amplia incidencia entre amplios sectores de la
opinión pública. Este incidente es muy revelador. ¿Por qué los
medios no forjaron un cordón sanitario ante el ataque a uno de sus
operadoradores mas notorios del momento, e incluso se difundió
ampliamente el exabrupto? La razón es muy simple: los exabruptos en
los medios generan rating y el rating genera ingresos publicitarios
(los programas de chimento (particularmente, aunque no sólo en la TV
argentina, son el mejor ejemplo).
¿Por
qué Planeta le encarga a una periodista que ya ha abierto un
capítulo negro y escandaloso del “delito organizado”,4
que escriba un libro sobre un ministro (Eleuterio Fernández
Huidobro)5
que fue asimismo piedra del escándalo a partir de las piedras que él
mismo lanzaba contra tirios y troyanos? La respuesta es la misma,
Planeta no está comprometida ni en un sentido ni en otro con el
proceso político uruguayo, pero es una empresa multinacional que
sabe de rating y de ventas. Mezclar en un mismo cóctel a un
personaje ministerial que ha contado una novela sobre sí mismo, que
además intersecta con un pasado a todas luces no superado (véase
sino el polvo levantado por el “caso Amodio” igualmente
vinculado al pasado de la guerrilla, o el ingente número de libros
sobre el mismo tema) y una periodista con capacidad de indagación y
sin pelos en la lengua, no puede sino ser un éxito de ventas en
librerías, sobre todo en un país que vive al vaivén del sistema de
partidos.6
Además
del impacto en las costumbres que asegura el rating, Mujica cuenta
con otro elemento personal que suscita el apetito de los medios. Lo
voy a explicar con una anécdota, siempre más efectiva que una
fundamentación que puede parecer sesgada en su planteo. Días
pasados participé de un evento académico, en cuyo desarrollo un
colega se refirió a la campaña mediática de la actual derecha
española contra Podemos. Como se sabe, este partido se ha
inspirado relativamente en procesos latinoamericanos para sus
propuestas, pero la derecha ha doblado la apuesta sobre la figura
latinoamericanista y presenta a Pablo Iglesias, entre otros de su
partido, como émulos de Chávez, de Morales o de Cristina Fernández.
Según
relataba mi colega, el estigma mediático utilizado por la derecha
recurría a aquella escena en que el rey Juan Carlos le recriminó a
Chávez “¿porqué no te callas?”. Sin duda esta caricaturización
tiende a mostrar bajo un cariz peyorativo a Podemos,
utilizando la imagen de procesos extremistas, empobrecedores y
caóticos que los medios dominantes han asociado con Chávez,
Morales, Correa o Cristina Fernández. Ahora, si se trata de pintar
con los trazos más gruesos y peyorativos a Pablo Iglesias y a
Podemos ¿quién mejor que Mujica para ridiculizar la figura
de una izquierda chabacana, mal hablada y desprolija?
Sin
embargo mi colega excluyó explícitamente a Mujica del grupo de
“símiles simiescos” denostados por la derecha española. ¿Cuál
es la razón? Sin duda, que no se asocia a Mujica con un planteo
inquietante para las derechas, sino con un trasfondo de buenas
intenciones y renuncias personales que conforta, ante todo, el status
quo tal como lo promueve la dominación: operaciones bursátiles
y cambios en el alma.
Mujica
reúne entonces dos ingredientes fundamentales para incrementar la
bulimia empresarial que cunde en los medios a través del rating:
choca a las costumbres de forma que promueve el impacto mediático y
aumenta la audiencia, mientras se lo percibe de “bajo riesgo
editorial” -no olvidar que los medios dependen de la publicidad
estatal y empresarial- en tanto conforta el status quo, ante
todo por la insistencia en una moralina tan inocua como conformista.
Se promueve así un “izquierdismo” de pacotilla, alimentado de
miserabilismo ideológico y buenas intenciones abaratadas por docena.
¿Sino cómo explicar el estupor que cundió -intramuros y
extra-muros- cuando Chomsky desgranó en tres frases, a centímetros
de la piedra que lo enrostraba a su lado, el abc de cualquier
planteo crítico actualizado?
No
se trata de la política de Mujica, sino de la política de los
medios
Llegados
a este punto, se percibe que no se trata de Mujica como político,
sino de la política de los medios. Esto explica como el fantoche
declarativo crece en medio de la más fabulosa -y sobre todo
fabulatoria- incongruencia (cito de memoria a Hoenir Sarthou: “un
día hizo un discurso anticonsumista en Nueva York y al día
siguiente firmó la bancarización de la economía en Montevideo”).
El lector podría preguntarse si este lanzar por los aires a un
personaje del que se sirven los medios, no supone una “teoría
conspirativa” acerca de la “comunicación social”. ¿No existen
periodistas imbuidos de su papel público y su trascendencia social,
efectivamente convocados por un afán democratizador? Ante esta
cuestión otra vez quizás convenga acudir a un ejemplo esclarecedor.
La
Diaria es un medio que ha cambiado significativamente el sesgo
periodístico del Uruguay. La orientación que le ha proporcionado su
director, Marcelo Pereira, ha reflejado una sensibilidad actualizada
en muchos planos -defensa de movimientos sociales, democratización
de las costumbres, apertura al debate de ideas, actualización de las
problemáticas intelectuales, incluso aportes al formato periodístico
y los canales de difusión de la prensa. Sin duda no son compartibles
muchas de las orientaciones editoriales (por ejemplo, cierta
insistencia en remitir el “pasado reciente” a la generación del
83'), o la generosa ventana a lo “políticamente correcto” made
in USA, pero esas y otras
objeciones no obstan la percepción de cierto giro periodístico
significativo.
Sin
embargo con oportunidad del “inicio de la expedición de marihuana
estatal”, el mismo periódico de sesgo fuertemente inconformista
publica un artículo ditirámbico acerca de “el porro del Pepe”
con el sugestivo título de “Como el Uruguay no hay”.7
Autocomplacencia neocolonial reciclada en permisividad conformista.
Ni una palabra sobre una despenalización que no se fundamentó en la
libertad del consumidor, sino en la lucha contra el narcotráfico. Ni
una palabra sobre el efecto de toda adicción, cualquiera sea, como
compensación relativa a un plano de carencia. Ni una palabra sobre
el efecto del consumo cotidiano de marihuana, como principio
psicoactivo que destruye lentamente la memoria y disminuye de forma
progresiva la voluntad individual. Ni una palabra siquiera sobre la
incongruencia política de perseguir el tabaquismo8
al tiempo que se favorece el consumo de una droga competidora. Más
realista que el rey, el autor se vio confrontado a las propias
declaraciones de su ídolo en la misma oportunidad: incongruente pero
no tonto, Mujica abrió el paraguas respecto a la liberalización del
consumo, señalando desde hace tiempo, pero también con ocasión de
“el día de la liberalización del porro estatal”, que
personalmente no lo recomienda.9
La psiquiatría tampoco.
¿Por
qué entonces, La Diaria publicó tal folleto propagandístico,
carente de todo humor crítico? La razón es que ningún medio puede
permanecer ajeno a la articulación entre sistemas de medios, que
primero se complejizó con la satelización, que conllevó la
articulación entre medios incluso de continentes distintos (CNN,
BBC, TV Española,etc.), para más tarde anclarse en la propia base
comunitaria a través de redes de usuarios y plataformas de
interacción (facebook, twitter, instagram, etc.). Ningún medio
puede determinar por sí sólo la actualidad, sino que la determina
una cadena de sistemas de comunicación articulada tanto
verticalmente (por estructuras tecnológicas mundializadas) como
horizontalmente (por circulación noticiosa orientada según medios
nacionales y públicos segmentados). Por esa razón si La Diaria se
ponía al margen de “la noticia del día” (“el porro del
Pepe”), se ponía al margen de la actualidad noticiosa y por vía
de consecuencia de la “realidad social”. Así terminó por
difundir un artículo que expresa “ese lado de la opinión ante la
actualidad”, que no deja de ser funcional a la dominación.
Esa
conclusión conlleva en su propia formulación una reversión
conceptual que puede pasar inadvertida: la actualidad la hacen los
medios, no “la realidad”. Si al lector le dijéramos que el mapa
mundial lo determina la potencia atómica, seguramente concordaría,
ya que la disuasión nuclear es la base de la distribución de
fronteras posterior a la 2a Guerra Mundial: crisis de los
misiles en 1962, golpes de Estado posteriores para asegurar en
América Latina el “patrio trasero” de EEUU, Irán puesto en la
picota del mundialismo por osar desafiar la potencia nuclear de
Israel (entre otros tantos casos). La disuasión nuclear es efecto
de la tecnología, como lo son los medios de comunicación desde
inicios del siglo XX. Pergeñada históricamente a través de la
mediación social, esa tecnología comunicacional se ha convertido al
presente en el propio terreno de la socialización, que hoy es
mediática. Como efecto de la prolongación de la mediación social
en la artefactualidad mediadora, hoy la medialidad artefactual ha
substituido a la sociedad del “Contrato Social” (la
representación moderna expresó a su vez, a través de la
secularización, la tradición cristiana de la mediación, que
autorizó en las imágenes el vínculo terreno con el orden
celestial).
Aqui
volvemos al caradamianto que pemanece impávido mientras le
espetan al oído los peores adjetivos ideológicos. ¿Por qué Mujica
endosó ese estigma al reverso de su rostro? La respuesta quizás
pueda, también esta vez, plantearse por la vía del ejemplo. Un
portal difundió una noticia en su sección de “Entretenimiento”.
La noticia era “el vocalista de Litin Park se suicidó”. La
pastilla informativa daba acceso a una ampliación de la información.
Puesta en primer lugar del Inicio del portal, la noticia quedaba
compuesta como sigue: “Entretenimiento: el vocalista de Litin Park
se suicidó”. Se ha señalado hasta el cansancio cómo la expresión
facial del informativista de TV pasa de la alegría a la
consternación, alternativamente, según el estado de ánimo que
suponga (para el status quo mediático) la noticia que
difunde, según un caleidoscopio emocional y conceptual que recorre
todo el espectro cromático, refractado muchas veces a lo largo de un
informativo. El caleidoscopio, antes que informar, entretiene. Por
esa razón se ha señalado, en particular a partir del surgimiento de
la “red de redes”, que la comunicación ha pasado, al presente,
de información crítica a mero entretenimiento.
La
economía tecnológica de la información diseminada supone que una
mayor “potencia de antena”, al tiempo que amplifica la difusión,
también la disminuye en densidad conceptual asociada a la noticia.
Es lo que Virilio ha llamado “el Panóptico de luz”: estamos
encerrados en “la velocidad y vacuidad de las imágenes”.10
A mayor velocidad y alcance, mayor vacuidad y auge del vaciamiento de
contenidos: “Entretenimiento: el vocalista de Litin Park se
suicidó”.
La
estructura de la realidad está hecha de medios tecnológicos y la
artefactualidad instala en la medialidad una economía de la
contigüedad de contenidos: esto explica porqué Mujica puede un día
hablar contra el consumismo y al otro firmar la bancarización que
favorece el consumismo, al tiempo que sigue pavoneándose por otros
lados como “el presidente más pobre del mundo”. Pero además
ofrece un principio genérico de explicación, acerca de porqué
permaneció, tan impávido como impugnado, a centímetros de los
anatemas que lanzaba Chomsky contra todo lo que propició. En lo que
hace al propio Chomsky, alargaría indebidamente este texto explicar
una comparecencia para imputar al anfitrión, asimismo el lector
puede rebatir sobre el lingüista -sin que ello lo identifique con el
“ex-guerrillero”- la explicación que acabamos de presentar: la
condición mediática como clave del acontecer político.
Caradamianto
envuelto en llamas
Veamos
en la coyuntura actual del propio Mujica cómo funciona la
superposición de contenidos mediáticos. El asombroso codo a codo de
contrarios ideológicos que protagonizó con Chomsky, no es la única
disparada al disparate a la que se ha ofrecido generosamente Mujica.
Recordemos hace poco el escándalo de su “ministro de colonias”:
Almagro. Tratando de “despegarse” de la estampilla del hombre de
paja que había ideado para incidir en la OEA, el “guerrillero
arrepentido” dijo que “el papel le había quedado grande a
Almagro”, cuando en realidad toda la carrera de Almagro es, desde
embajador en China hasta ministro de Relaciones Exteriores de Mujica
y luego candidato a “ministro de colonias”, una “puesta en
escena” del “ex-guerrillero”.
Pero
sobrevino luego Lula. Aquí es peor, porque la similitud de perfil
“pobre” y “presidencial” se contamina con la contigüedad no
sólo de imagen personal, sino además de la insoslayable corrupción
del sistema de partidos brasileño en el que -tan arribista como
Mujica- ingresó precipitadamente Lula.11
Entonces caradamianto ofrece, contrito en silencio ante
Chomsky, la proximidad escénica con un paladín de la opinión
mundial de izquierda que puede compensar “el peso muerto de
Almagro” y la escandalosa intimidad con Lula (recordemos que Mujica
“publicó” la “confesión” que le hizo Lula: Brasil no se
gobierna sin corrupción).12
Una
última contigüedad es la del “porro del Pepe”. Es la más
reciente y la que nos permite, en la suma y resta, ver con mayor
claridad cual es el efecto específico del perfil “caradamianto”
con Chomsky. Pasemos raya y saquemos cuentas mediáticas: dos
noticias en un sentido (presentarse como “contrito” ante Chomsky
y “liberador del porro”) y dos en otro (el “Almagro ministro de
colonias promocionado por Mujica y” y “el confidente del
presidente más corrupto”). El cociente de la suma y resta surge
límpido: la “audiencia de a pie” no sabe si Mujica es una cosa
Almagro-Lula o la otra Chomsky-porro-liberación,
incluso porque profesó de viva voz: “como te digo una cosa te digo
la otra”.
El
poder pasa justamente por hacernos creer que puede ser cualquier cosa
y que es como “cualquiera de nosotros”: es el Orden social. La
antigüa expresión “caradura” contraía, en una palabra, el
sentido de alguien capaz de saber que ofendía, al tiempo que
sostenía una máscara impertérrita. El caradamianto posee en
la propia superficie, abandonada toda profundidad en aras de la
celeridad informativa, las propiedades de su apelativo: envuelto en
llamas el amianto no entra en combustión, pero aún así, siempre
contamina.
1
“Para Chomsky, crisis de la izquierda en la región es producto de
la “corrupción” y la “exportación de materias primas”
Montevideo
Portal
(17/07/17)
http://www.montevideo.com.uy/contenido/Para-Chomsky-crisis-de-la-izquierda-en-la-region-es-producto-de-la-corrupcion-y-la-exportacion-de-materias-primas--349133
2
Ver en particular Sarthou, H. “¿A quién le sirve Chomsky?”
Voces, (20/07/17)
Montevideo, p. 5.
3
La misma descripción
del “irresistible ascenso electoral del MPP”
se encuentra en Garcia, J. “Uruguay. Otro contundente alegato
contra el ex presidente Mujica de parte de un militante tupamaro”,
Resumen
Latinoamericano (24/07/15)
http://www.resumenlatinoamericano.org/2015/07/24/uruguay-otro-contundente-alegato-contra-el-ex-presidente-mujica-por-parte-de-un-militante-tupamaro/
4Urruzola,
M. (2016) El huevo de la serpiente,
Planeta, Montevideo.
5El
libro de marras denunciaba la colaboración de Mujica y Fernández
Huidobro con bandas de tupamaros (re)convertidos en delincuentes
comunes, cuando ya ocupaban cargos electivos.
7
Garat, G "Como el Uruguay no hay" La Diaria (20/07/17)
https://ladiaria.com.uy/articulo/2017/7/como-el-uruguay-no-hay/#!
8
El actual presidente, quien pertenece a la misma “fuerza política”
de Mujica, acaba de radicalizar las medidas de lucha contra el
tabajo: no se puede fumar en las inmediaciones de ciertos lugares
públicos, ni siquiera al aire libre.
9 Mujica sobre marihuana legal: es un "experimento" hecho "con seriedad" El País (19/07/17) http://www.elpais.com.uy/informacion/mujica-marihuana-legal-experimento-hecho.html
9 Mujica sobre marihuana legal: es un "experimento" hecho "con seriedad" El País (19/07/17) http://www.elpais.com.uy/informacion/mujica-marihuana-legal-experimento-hecho.html
10
Virilio, P. (2010). L'administration de la peur. Paris:
Textuel. p.66.
11
Ver al respecto Perera, J. "Ni víctima ni ingenuo" Voces (20/07/17) Montevideo, p. 11.
12
Ver al respecto Nieto, L. "A luta continua" Voces (20/07/17) Montevideo, p. 13.