Raúl
Sendic en el nombre del padre: el grado cero del candidato-probeta
2a.
quincena, setiembre 2017
El Tiro Suizo
En
julio de 1963 un grupo encabezado por Raúl Sendic ingresa en el
local del club deportivo “El Tiro Suizo” y sustrae armas largas
que no contaban con cerrojo.1
Esta acción inicia el camino de la lucha armada en el Uruguay y
marca un período histórico que todavía sigue inconcluso. No sólo
las desapariciones forzadas de militantes bajo el terrorismo de
Estado, sino incluso las violaciones de la legalidad democrática
relativamente restaurada en 1985, se prolongan mutatis mutandis
hasta el presente. En los últimos días un grupo de responsables
militares citados por una comisión investigadora, en razón del espionaje a
responsables políticos bajo la post-democracia,2 no se presentó a la citación parlamentaria.
Pese
a esa significación histórica la acción de “El Tiro Suizo” no
tuvo consecuencias relevantes por sí misma, desde el momento que las
armas no eran inmediatamente utilizables, por faltar parte del
mecanismo. Incluso en el relato de transmisión interna dentro del
Penal de Punta Carretas, los tupamaros consideraban a este momento
fundacional como “el período del fierrito”, más cercano a la
recuperación de material de desecho que a la acción directa. La
significación de “El Tiro Suizo” no proviene, por lo tanto, de
la trascendencia militar, sino de la intención política.
Resulta
revelador de esa significación política que Amodio Pérez,
militante del MLN que luego negociara su libertad con los militares
golpistas, haya afirmado que las mejores acciones militares de esa
organización fueron de su autoría, mientras a su juicio Sendic
carecía de calidades ejecutivas. Si Sendic careciera de la virtud
militar al grado que lo afirma Amodio, tal defecto destacaría
superlativamente que simbolizó un levantamiento idiosincrático
contra el status quo político
de su tiempo (el fin del “estado de binestar” uruguayo). Mirado
desde el presente, ese pasado es reivindicado por tirios y troyanos
como ejemplo de estabilidad institucional.
Desde
una instrucción ideológica
que pretende restaurar aquel
nirvana
público hasta
ahora perdido, se explica el conjunto de reacciones ante la crisis de
credibilidad política que promovió, tanto desde dentro como desde
fuera del partido de gobierno, la renuncia del hijo del fundador del
MLN. Cierta liturgia
institucional rayana con la obsesión lleva a
la oposición conservadora , ante la renuncia de Raúl Sendic hijo al
cargo de vicepresidente, a
lamentar una supuesta
lesión sufrida por las instituciones.3
La renuncia en cuestión no
sigue a
ningún
laudo de Estado (ni
parlamentario ni judicial),
sino que
obedece a la propia campaña
mediática instrumentada por quienes se lamentan
ahora, a lo Poncio Pilatos,
del efecto político
que indujeron concienzudamente. Siempre
obediente al
contexto polémico que marca la oposición, el gobierno (del partido
de gobierno )
se apresuró a afirmar que no existió ninguna crisis institucional
como consecuencia de la renuncia del vicepresidente.
Oponiéndose
a tantas vestiduras
desgarradas por fariseos de distinto cuño,
reviste indudable coherencia, si se reivindica la perspectiva
institucional formal, la posición del nacionalista Iturralde,4
único en sostener que no debiera ser aceptada la renuncia del
vicepresidente hasta que no
se cumplieran las formalidades de un juicio político. Quizás este
solitario diputado esté
marcando el debe ético que se intenta disimular con tanta moralina
institucionalista: haber
evitado imputar
a José Mujica, cuando era procesado su ministro de economía y el
presidente del Banco República, incluso cuando
la propia declaración del presidente asumía su responsabilidad
personal ante el enjuiciamiento de su gobierno.
Otro tanto podría decirse del juicio político a Jorge Batlle,
pundonorosamente evitado por el actual partido de gobierno, con la
tierna excusa de no empeorar la crisis, por
cierto grave, que atravesaba por entonces el Uruguay.
¿Qué decir de Luis Lacalle Herrera,
presidente bajo cuyo ejercicio actuara el ministro de economía
Braga, quien corrió la misma
suerte de chivo expiatorio?
En
el Uruguay se administra
la desigualdad bajo forma de
recaudo institucional del
poder, sin
otra significación que la disimulación política de un estado de
cosas público. Tan o más
revelador se presenta, desde
esta perspectiva, el
procedimiento seguido por la Asamblea General para designar la nueva
vicepresidencia tras la
renuncia del Sendic, signado
por el pacto inter-partidario de silencio en torno al tema. Este
pacto determinó que la sesión parlamentaria destinada a designar
reemplazante, no durara sino 90 segundos, brevedad
y sigilo que contrastan singularmente con la prolongada farándula
del escándalo mediático protagonizado por tirios y troyanos.5
Los partidos y las
instituciones de Estado son para las cosas serias, la comunicación y
el común para el bochorno.
La
creciente dificultad de la partidocracia uruguaya para disimular el
pacto inter-partidario lleva
a cambiar
la liturgia de Estado, para que oculte un poco mejor las
circunstancias públicas y
habilita a preguntarse ¿que
silencio institucional teme hablar del nombre
del padre de Raúl Sendic, inhábil
ejecutor de una rebelión de armas inútiles?
En el principio fue Frankestein
La
obsesión institucional del poder en Uruguay no es ni artificial ni
antojadiza. Obedece a la propia génesis de una nación determinada
por un pacto internacional. Es difícil sostener la viabilidad de
algo inventado para impedir el conflicto entre terceros, por más que
la condición
propia no haya sido gratuita ni irrelevante en la región. Las formas
de participación uruguayas
fueron decantando junto con la entidad nacional, que la modernidad
vinculó a la delegación representativa en el Estado. Esta
conjunción entre la institucionalidad y la significación
comunitaria de las colectividades partidarias permitió sintetizar,
aún signado por conflictos e influjos internacionales, el Estado-nación y su
proyección orgánica en
un país, con
el sentido de una integración idiosincrática propia.
Los
equilibrios internos de los estados-nación se desbarataron
paulatinamente después
de la 2a.
Guerra Mundial, no en razón de un conflicto entre sistemas sociales,
tal como se lo sostuvo
hasta la caída del muro de Berlín, sino en razón de la injerencia
estratégica de la tecnología, inicialmente a través de la
disuasión nuclear. La primera gran revuelta contra la hegemonía de
bloques propia de la Guerra
Fría ya está pautada, en
los años 60' por la denuncia
del aparato
militar-político-económico, presentado
por la Escuela de Francfort como base de la
dominación social. La ciencia y la técnica como ideología
es un título de Habermas que
data del año 1968.
En 1977
Foucault publica Verdad y Poder,
donde sostiene que el “intelectual universal” -es
decir “orgánico”, ha sido suplantado por el “intelectual
específico” y lo ejemplifica en Oppenheimer.6
La modernidad sustentada en la secularización de la soberanía
teológica como soberanía popular, para articular la organicidad del
todo social toca a su fin y se abre la era de los post-(moderno,
analítico, estructuralista).
Este
fin de la modernidad señala el fin de la partidocracia pergeñada
por el Estado-nación uruguayo, como el fin de cualquier otro
Estado-nación con pretensiones orgánicas. Recientemente de visita
en Montevideo Chomsky señaló que la actual pujanza de las empresas
multinacionales no significaba una nueva aurora de EEUU, sino
precisamente el fin de su poderío nacional, desde el momento que ese
desarrollo empresarial se sostiene tentacularmente a
través del globo.7
El propio Trump ejemplifica
ese fracaso del estamento partidario, en cuanto su triunfo marcó asimismo el
fracaso de la “corrección política”.
Por
su génesis histórica anclada en la elaboración de una
entidad nacional propia, que es el efecto de la lucha partidaria
antes que de la magnitud geopolítica, la partidocracia uruguaya ha
querido creer
que el declinar de los estados-nación no conllevaría su ocaso. Esta
credulidad en medio de los signos más adversos -pensemos en el
conflicto “binacional” con
Argentina que sigue a la
instalación de la multinacional Botnia- tiene una traducción en el
descreimiento generalizado en la representación partidaria y el
ocaso de la militancia de base, ambos fenómenos atados a la
idiosincracia promovida por los “nuevos medios”, articuladores
efectivos de la vinculación colectiva.
Ya
en los años
90', la pregunta predominante en
los círculos de ciencia política
era porqué un político se vendía como un dentífrico. Con el
advenimiento del Frente Amplio a las mayorías electorales, se abre
la era del “candidato-probeta”, cuya
racionalidad política se encuentra signada
por el personaje de
Frankestein.8
Es natural que la izquierda nacional, que aquí como en todo el
mundo, desciende del movimiento de corrección socialista del
liberalismo, exprese de forma aún más radical la creencia moderna.
La
misión positivista se
ve destinada
a suplantar un orden
religioso por un orden laico, para
alcanzar de aquí en adelante
una salvación igualmente eterna, pero terrena.
Como
lo señalara tan acertadamente Foucault,
para la historia moderna -es decir la que desciende de la Revolución
Francesa, “el tiempo se concibe en términos de totalización y las
revoluciones nunca pasan de ser tomas de conciencia”.9
De ahí que la izquierda frenteamplista se creyera imbuida de un
destino eterno -signado por
la verdad científica- y se diera a pergeñar “candidaturas
Ferrosmalt”, relucientes carcasas metálicas protegidas por el
esmalte bienpensante contra los efectos de la corrosión pública.
Raúl
Sendic hijo no fue sino un producto de última generación del
laboratorio de “candidaturas-probeta”
frenteamplistas.
Superada la
“era Ferrosmalt”, la
necesidad de prótesis tecnológica de la representación pública
conllevó,
hacia el tercer período frenteamplista, la
elaboración de un Frankestein electoral tecno-estatal, surgido de
una militancia salpicada de función pública. Se vio
así superada “la fórmula
promedio exitosa en el Uruguay: perfil de base universitario, sesgo
bienpensante y aire bonachón”,10
pero el remedio de un
“militante probado en la función pública” fue peor que el de un
“militante desconocido llamado a ocupar cargos”.
Mientras el “candidato
Ferrosmalt” se oxidaba rápidamente ante una intemperie por la que
no había pasado nunca, el “tecno-servidor-público” se reveló
de una voracidad ejecutiva fastuosa, sino faraónica, para regodeo de
la oposición que lo estigmatizó mediáticamente. Es que la
genealogía es más política que la genética, mal que les pese a
los laboratorios partidarios de perfiles
electorales.
No
llores por mí Disneylandia
La
contraposición entre el consenso acerca de la génesis mediática
del clima adverso al
vicepresidente Sendic y el
silencio con que la coordinación inter-partidaria selló la renuncia
de quien presidiera las propias
sesiones parlamentarias por
tres años, habla a las claras de una ruptura
entre la escena pública y las instituciones. Curiosamente esta
fisura viene a ser protagonizada en
el nombre del padre, por el
hijo de quien
la abriera con su gesto subversivo en el Tiro Suizo. Queriendo
permanecer en un
cargo que deniega en los hechos la
propuesta estratégica del
padre, el hijo llega contra
su voluntad a la más
paradójica confirmación de la obsolescencia de la democracia
representativa. No porque las armas de la liberación nacional hayan suplantado esas instituciones por otras, sino porque la
representación de Estado
claudica
ante una democracia mediática digna de
Disneylandia.
Es
mejor que Raúl Sendic, el nombre del
padre, no forme parte de ese
espectáculo sin sociedad. Mal que le pese a quienes11 cambiaron mucho más que un nombre por una investidura de lentejuelas.
1Sasso,
R. “Apuntes sobre el Tiro Suizo” en Tupamaros los comienzos http://tupamarosloscomienzos.blogspot.com.uy/2010/08/apuntes-sobre-el-tiro-suizo.html
2“Llevarán
espionaje en democracia a la justicia” Montevideo
Portal (13/09/17)
http://www.montevideo.com.uy/contenido/Llevaran-espionaje-en-democracia-a-la-Justicia-354484
3“Para
Lacalle Pou la crisis institucional era inevitable” Montevideo
Portal (09/09/17)
http://www.montevideo.com.uy/contenido/Para-Lacalle-Pou-la-crisis-institucional-era-evitable-354162
4“Iturralde
cuestionó “pacto de silencio” en el Frente Amplio en torno a la
salida de Sendic” Montevideo
Portal (13/09/17)
http://www.montevideo.com.uy/contenido/Iturralde-cuestiono-pacto-de-silencio-en-el-FA-en-torno-a-la-salida-de-Sendic-354518
5“Lucía
Topolansky asumió como vicepresidenta de la República, tras
votación de la Asamblea” Montevideo
Portal (13/09/17)
http://www.montevideo.com.uy/contenido/Lucia-Topolansky-asumio-como-vicepresidenta-de-la-Republica-tras-votacion-de-la-Asamblea-354455
6Foucault,
M. (1997) “Verdad y poder” en Teorías de la verdad en el
siglo XX, Tecnos, Madrid,
p.455.
8Viscardi,
R. (2013) Contragobernar,
Maderamen, Montevideo, p. 46.
9Foucault,
M. (1969) L'archéologie du savoir,
Gallimard, Paris, p. 22.
10Viscardi,
R. (2013) Contragobernar,
Maderamen, Montevideo, p. 47.
11Ver
en este blog “Zabalza, los canallas y el tupamplismo”
http://ricardoviscardi.blogspot.com.uy/2016/02/zabalzalos-canallas-y-el-tupamplismo-2a.html