UPM-ROU:
Agradecimientos
2a.
quincena, noviembre 2017
El
texto que sigue fue presentado en el evento “Globalización, poder,
pensamiento” que tuvo lugar por iniciativa autoconvocada en el
Ateneo de Montevideo, el 13 de noviembre de 2017.
En
primer lugar quiero agradecer a los organizadores de este evento por
la invitación a participar en “Globalización, poder,
pensamiento”. En segundo lugar quiero dirigir un agradecimiento de
otra índole, al Gobierno Nacional del Uruguay, por el aporte
institucional decisivo que ha hecho al Contragobierno, en
cuanto acaba de firmar días pasados un acuerdo en pie de igualdad
con una empresa transnacional. Queda claro que en este
emprendimiento, que se presenta como gravitante para el destino
nacional del Uruguay bajo un criterio de desarrollo, cualquiera de
las partes puede desistir de los términos del proceso que se
promueve conjuntamente, en el curso de un plazo de dos años, a
partir de la reciente firma del documento. Si existe igualdad de
condiciones de las partes firmantes ¿por qué hablar de
“Contragobierno”? Porque las partes no se encuentran en igualdad
de condiciones desde el punto de vista gubernamental, aunque sí,
como surge del documento firmado, desde el punto de vista
contragubernamental.
Cabe
aclarar que no está en juego una cuestión de derechos entre
personas jurídicas, como la que interviene entre un particular y el
gobierno nacional en un estado de derecho: reitero que el documento
invoca el desarrollo nacional, de forma inequívoca, como destino del
emprendimiento.1
La
desigualdad entre los firmantes que consolida la vigencia del
Contragobierno proviene, por lo tanto, de la significación
pública de cada una de las partes: una encuentra su razón de ser en
la colectividad nacional, la otra en el desarrollo empresarial. Se
dirá que entre las llamadas “funciones secundarias” del Estado,
que interpreta cada gobierno a su turno, se encuentra la promoción
de las mejores condiciones para el desarrollo social y económico de
una nación, condiciones de las que forma parte el propio desarrollo
empresarial. La novedad consiste en este caso, contrariando ese
criterio, en que no es la entidad nacional la que fomenta la empresa
para el mejor cumplimiento de sus fines, sino la empresa -por si poco
faltara, transnacional- la que pauta las condiciones del desarrollo
nacional, fijando metas, modalidades y reservándose la potestad de
entender, una vez que la nación uruguaya en este caso, haya desplegado
todos los esfuerzos posibles, que los gestos en su favor no
satisfacen, a su criterio, la debida evaluación.2
Esta
paridad entre el interés empresarial y el interés nacional deja de
manifiesto que ninguno de los dos puede aspirar a ejercer por su
cuenta la condición soberana, cuya existencia requiere una potestad
singular e indivisible de decisión.3
La empresa (UPM en este caso) encuentra vedada esa condición por su
propia índole institucional, en cuanto representa un interés
particular y no una orientación pública como tal, el segundo (el
Gobierno Nacional) por su desistimiento, ya que renuncia a una
potestad constitucional al colocarse bajo la férula empresarial.
En
cuanto desde el punto de vista de la tradición que integra nuestro
país no existe gobierno que no se funde en el principio de
Soberanía, la claudicación del gobierno nacional manifiesta el
abandono del mismo principio tal como la Modernidad lo postuló: como
potestad intangible de un conjunto ciudadano (el pueblo). Esa
declinación gubernamental del principio de Soberanía plantea el
Contragobierno como discusión o explicitación de la
soberanía de cada parte (por ejemplo, a través de condiciones a
cumplir recíprocamente por las partes contractantes), de forma tal
que instala la posibilidad de que el poder se revierta sobre la
escena pública en su conjunto.
Tal
posibilidad de contragobierno no supone desconocer, bajo un
criterio de subversión institucional, el centro gubernamental del
poder en tanto facultad administrativa, sino que el poder, en tanto
que conjunto vectorial de distintas incidencias estratégicas, queda
distribuido entre una potestad crítica y participativa de los
individuos y los grupos, diseminado en el todo social. Tal conjunto
no puede, en el presente, entenderse al margen de la emisión a
distancia que posibilita la tecnología, ni por consiguiente, como
apartado de la movilización inmediata y reivindicativa, a escala
nacional e internacional.
Quizás
ayude a percibir la orientación del Contragobierno reseñar
brevemente, antes de pasar a una propuesta de acción, la genealogía
y la cronología, en este caso singularmente entrelazadas, de esta
propuesta. Entre los años 1987 y 1990 se publicaron en la revista
Relaciones un conjunto de artículos, recopilados en un libro
que se denominó “Después de la política”, que se presentó en
1991.4
Tal propuesta se apoyaba en el devenir de lo político y
señalaba que el ascenso simultáneo y multiplicado, tanto en el
Uruguay como en el ámbito internacional, de los movimientos sociales
y las empresas transnacionales, iba a perforar la condición
supuestamente soberana de los estados-nación. Esta transformación
se acompañaba, en el plano del saber, por el ascenso del criterio
discursivo, que deslegitimaba la potestad epistémica de la
representación, colocándola bajo el criterio singular y
diversificador de la enunciación, por naturaleza plural, diversa e
idiosincrática.
Hacia
inicios del siglo actual, esa propuesta sumó el criterio de
globalización, como incidencia de la mediación a través de la
tecnología. En cuanto vincula a los individuos en un intercambio a
distancia, la interacción mediática determina la articulación de
los contextos nacionales y promueve la diseminación de las
sensibilidades (etarias, de género, profesionales, etc.), en razón
de una proliferación de los márgenes de identificación simbólica.
Esa incidencia de la tecnología también determina que la
representación social de masas, es decir, la substitución de una
presencia colectiva por otra que toma su lugar (pueblo, partido,
ideología, etc.), quede progresivamente en manos del empresariado,
habilitado para traducir todo asunto público en campaña mediática
(inclusive y ante todo, la política partidaria, hoy en manos de
publicistas y encuestadores).
Con
ese criterio describimos el falso conflicto bi-nacional entre Uruguay
y Argentina, como un conflicto de globalización, gobernado
mediáticamente por la empresa y motivado ante todo por un conflicto
entre la transnacional Botnia y el movimiento social ambientalista de
Gualeguaychú. Este análisis dio lugar al libro “Celulosa que me
hiciste guapo”, publicado en 2006.5
Finalmente
en la actualidad la hipótesis del Contragobierno
se dedica a estudiar la conformación de un sector tecno-intelectual,
integrado por un funcionariado del capital tecnológico (que como
sabemos tiene su cotización sectorial en la Bolsa de Valores de
algunos países), cuya órbita social se orienta por medio de la
“Nueva gestión pública” promovida por el Banco Mundial. Esta
dinámica ha llevado en nuestro país a la creación -sugestivamente
bajo gobiernos del Frente Amplio- de un conjunto de organismos
públicos y mixtos (público-privados) apartados de las instituciones
tradicionales de la Educación Pública, con el efecto de desviar
fondos estatales en provecho de la empresa transnacional, que obtiene
pingües réditos a partir de los saberes biológicos, informáticos
y financieros.6
Me
importa destacar, para neutralizar dos prejuicios que instruyen
perversamente nuestra idiosincracia política nacional, a saber “no
le hagás el juego a...” y “cuidado...podría ser peor”, que
este planteo que sostengo se inicia años antes del primer triunfo
electoral del actual partido de gobierno en Montevideo, e incluso
reconoce claros antecedentes políticos y académicos personales con
anterioridad a mi retorno del exilio. Es por lo tanto el fruto de una
reflexión emprendida con la trayectoria formativa y militante, no
con la inscripción estratégica, ni menos, bajo un mismo horizonte
político. De todo lo anterior se entiende que la propuesta del
Contragobierno no es una propuesta nostálgica que anhele
retornar a un pasado de soberanía y gubernamentalidad nacional, sino
que ante todo se funda en la obsolescencia de esa perspectiva, de la
que conviene ya hacer el duelo y a la que corresponde oponer una
alternativa efectiva.
Pasemos
entonces a la propuesta en el presente. Debiera considerarse a mi
entender, que el período de dos años que se da el gobierno nacional
para cumplir con las exigencias presentadas por UPM, también es un
período de dos años para movilizar y organizar a la colectividad
nacional e internacional sobre el alcance y la perspectiva del
emprendimiento celulósico. Dos años para cuestionar prebendas
impositivas que consolidan un modelo extractivo que se fortaleciera
con la instalación de Botnia (ahora UPM) y Montes del Plata,
analizar la orientación estratégica que se da a la tecnología bajo
signo empresarial, subrayar el impulso que recibirá la desigualdad
que ha campeado incrementándose con el mismo modelo económico desde
2005, denunciar el incremento de la marginalidad que conlleva, tal
como ha sucedido entre nosotros, todo desarrollo tecnológico que no
proviene de una fuente incorporada y autosustentable, condenar los
perjuicios ambientales que genera una productividad subordinada a la
ganancia. En fin, gracias al acuerdo UPM-ROU dos años de
Contragobierno por delante, con movilización y crecimiento
crítico !!
1 Contrato ROU-UPM Recuperado de https://es.scribd.com/document/363792007/Contrato-de-inversion-entre-UPM-y-El-gobierno-uruguayo
2 Nuñez, A. "La tan deseada sumisión: el acuerdo entre Uruguay y la corporación finlandesa UPM
https://redfilosoficadeluruguay.wordpress.com/2017/11/10/la-tan-deseada-sumision-el-acuerdo-entre-uruguay-y-la-corporacion-finlandesa-upm/
3Derrida, J. (2001) L'Université sans condition, Galilée, Paris, p.20.
https://redfilosoficadeluruguay.wordpress.com/2017/11/10/la-tan-deseada-sumision-el-acuerdo-entre-uruguay-y-la-corporacion-finlandesa-upm/
3Derrida, J. (2001) L'Université sans condition, Galilée, Paris, p.20.
4Viscardi,
R. (1991) Después de la política, Juán Darién,
Montevideo.
5Viscardi,
R. (2006) Celulosa que me hiciste guapo,
Lapzus, Montevideo.
6Maniglio,
F. (2016). «La subsunción del saber: la transformación de la
universidad en la época del Capitalismo Cognitivo», en
Sierra, F. (ed.)
Capitalismo
cognitivo y economía social del conocimiento,
Ciespal,
Quito, p.191.