29.7.18


Nicaragua: un agua que se ha de beber, a 50 años del 68'


1a. quincena, agosto 2018



El 68' de la revolución cubana


El discurso que pronunció Fidel Castro en 1968 con oportunidad de la invasión de Checoslovaquia por el Pacto de Varsovia incluía, junto con la justificación estratégica del desmán soviético, una pregunta acerca del sí mismo revolucionario:

"¿Podría concebirse, señores, que al cabo de veinte años de comunismo en nuestro país, de Revolución comunista, de Revolución socialista, pudiera darse bajo ningún concepto la circunstancia de que un grupo de honestos revolucionarios en este país, aterrorizados por las perspectivas de un avance o, mejor dicho, un retroceso hacia los posiciones contrarrevolucionarias y hacia el imperialismo, se vieran en la necesidad de solicitar la ayuda de ejércitos amigos para impedir que tal situación ocurriera?"1

Esta pregunta expresaba la inscripción del sentimiento en el fundamento político, incorporación subjetiva propia a la política en la modernidad. Tal registro difiere notablemente de la sucesión lógica entre democracia y socialismo, que imbuído de una racionalidad igualmente moderna, pero de cuño sistemático, reivindicaba Lenin cuando sostenía:

“Quien quiera ir al socialismo por otro camino que no sea el de la democracia política, llegará infaliblemente a conclusiones absurdas y reaccionarias, tanto en el sentido económico como en el político”2

Mientras el planteo de Lenin se fundaba en la noción de una secuencia histórica efectiva y necesaria, la pregunta de Fidel Castro acerca del destino de la revolución anclaba en el sentimiento social. Tal como lo expresa la literatura romántica, incluso desde las guerras civiles que pautaron el período que seguiría a la independencia de los países latinoamericanos, toda representación gobernada por la libertad humana incorpora el sentimiento y pauta tanto el carácter emancipado de las letras como el carácter liberador de la política.

Tal sujeto surge, a su vez, como efecto de una ambivalencia que determina sus condiciones de posibilidad, se diría, “históricas”, si no fuera porque la propia noción de “historia” es tributaria de un “sujeto histórico”, cuya genealogía no es otra que la del “sujeto popular”, el “sujeto revolucionario” y el “sujeto literario”. El vínculo entre política y literatura es uno de los rasgos latinoamericanos más distintivos, del Martín Fierro (por la consignación social) a Martí (por la militancia política), o desde el modernismo (Rubén Darío) hasta la literatura del Boom Latinoamericano de los 60' (García Márquez, entre otros).


No llores por la piedad, Nicaragua


La cuestión democrática ancla en la cuestión de la conciencia porque el fuero íntimo se concibe como constitutivo del sujeto humano y núcleo rector de la condición ciudadana que Foucault denominó “biopolítica”. Conviene recordar que los estamentos post-medievales llegan a esa reversión del sujeto divino en conciencia ciudadana, siempre según Foucault, a partir de una transferencia desde el “biopoder”, o sea, invirtiendo el derecho divino que asistía al monarca absoluto para justificar la totalización (de la suma) del poder.3 Esta relación entre el monarca y el Orden se encuentra magistralmente estampada, en tanto que representación, en la tela de Velázquez “Las Meninas”, ante la cual, quien contempla el reflejo del rey en el espejo se encuentra, ipso facto, en el lugar donde el soberano posaba para el pintor. Pero el rey "en presencia" no forma parte de la escena pintada, al igual que el espectador, convertidos en sujetos invisibles que sostienen la representación que se mira.4 El lugar del rey y el lugar del ciudadano coinciden en cada sujeto, para sostener en esa medida, aunque sin incorporarla, la representación en acto.

Esta reversibilidad es la que un título reciente del argentino Fabián Campagne, "Profetas en ninguna tierra", establece entre la Iglesia Católica y la Ilustración desde fines del siglo XVIII, es decir desde la plena Modernidad, en cuanto la institución eclesial llega a adoptar las pautas de inteligencia de la Ilustración. Lejos de corresponder a una casuística o a la mera coyuntura, esa reversión protagonizada desde la propia matriz (católica-romana) de la institucionalidad , manifiesta que la reversibilidad -y sobre todo del poder, tal como sucede hoy en Nicaragua- es la pauta definitoria de la institucionalidad occidental.5

La reversión del sentido no supone, mal que nos pese, la eliminación del sentido, ni para la monarquía absoluta, ni para la revolución democrática. La necesidad del sentido supone la verdad de la referencia, o sea, un vínculo sin fisuras entre el sujeto enunciador, la significación de su enunciado y el objeto de referencia. La “voluta de la representación” clausura el conocimiento en aras de la propia formulación que incorpora. Esta totalización corresponde, justamente, a la filosofía romántica, expresada por Hegel en la fórmula “Todo lo real es racional y todo lo racional es real”.6 Nada escapa, desde un punto de vista moderno, a la posibilidad de una totalización del sentido. Esta totalización del sentido es propiamente la condición de posibilidad del totalitarismo.


La cuestión democrática del 68'


Todas las corrientes de pensamiento que confluyen en el movimiento del 68' comparten como designio principal pergeñar una alternativa al totalitarismo, trágicamente ejemplificado por los regímenes nazi-fascistas y tal como se reveló poco más tarde, en el correr de los años 50' a través de los “juicios de Moscú”, por el estalinismo. Hacia los años 60' los pensadores de la Escuela de Francfort o incluso la lectura humanista del marxismo apelaban, como principal recurso dialéctico, a una reivindicación de la conciencia como condición de posibilidad de una transformación social sin exterminio de la libertad.

La alternativa no provino, sin embargo, del ámbito de una conciencia plena. Una vez gobernada por la integridad del sí mismo, toda conciencia queda tan clausurada como “la voluta de la representación” que se cierra en Las Meninas, entre el espejo que pinta un rey reflejado en su luna y el lugar del rey efectivo que ocupa cualquier ciudadano espectador. Al lugar que el rey ocupa en la tela siempre se contrapone, por lo tanto, un exterior y la forma divisada no es sino efecto del gesto que la pinta, incluso a partir de la mirada de Velázquez desde su propia tela (en "Las Meninas" el pintor integra la escena pintada). Todo sentido no llega a ser, escrito o leído, más que efecto del discurso de cada quien, tan incontinente como habilitante de sentido.

La “irracionalidad” de la sublevación en una sociedad de consumo se articuló, en los años 60', con el “giro lingüístico” del pensamiento, que explicaba la realidad social como un “efecto de sentido” del discurso. Desde entonces el sentido se diseminaba en la inabarcable multiplicidad de las situaciones de enunciación, dando lugar a una “democracia de enunciaciones”, irreductible a una totalización racional. En esta perspectiva se abre paso la concepción de un equilibrio público sustentado en la diferenciación con la soberanía estatal y por contraposición a la gubernamentalidad normativa, alternativa que encarnaron primero los movimientos sociales y que se continúa, entrado el siglo XXI, a través de las sinergias de movilización en redes. No en vano al día de hoy se repudia con tanto encono la “antipolítica”, supuesta agencia de disolución social y genuina expresión del espanto que inspira, entre sus validos, la caducidad de las instituciones de Estado.7


Nicaragua, un agua de la que se ha vuelto a beber


Supuestamente contrapuesto al nacionalismo en razón de la universalidad de su formulación, el socialismo ha terminado por subordinarse a las estrategias nacionales. Esta reversión del socialismo ha sido particularmente notoria en América Latina, donde el “revisionismo histórico” ha reivindicado una estrategia de “liberación nacional” sustentada en una movilización política de carácter antiimperialista y por consiguiente, de base nacional. Esta tendencia historiográfica cuyo principal representante ha sido Jorge Abelardo Ramos,8 ha estado particularmente presente en el Uruguay, donde inspiró en particular, la lectura del contexto estratégico de los años 50’ por parte de los fundadores del MLN. Pero el conjunto de la coyuntura así lo reclamaba por entonces, a través del planteamiento de un “socialismo nacional” de Vivián Trías, mientras Rodney Arismendi reconvierte la estrategia del Partido Comunista en función de una perspectiva de corte nacional.9 El elemento clave de este contexto es sin duda el planteo de “el desarrollo del socialismo en un solo país” (la URSS), no por las dimensiones que alcanzó aquel Estado, sino porque se convierte en el emblema de la subordinación estratégica de la transformación histórica al nacionalismo.

Detrás de la propia noción de Historia que se desarrolla, en el planteo moderno, bajo el criterio del Progreso, o sea protagonizada por una condición que preserva un norte necesario, se encuentra la noción de Sujeto y esta porta, sobre todo imbuida de una fatalidad objetiva de las etapas (signadas por una esencia de relaciones objetivas), la totalización de un Sujeto confinado en su propia “Voluta de la Representación”.

En latinoamérica hemos asistido a la claudicación de los progresismos, emanación de la modernidad en versión socialdemócrata, disueltos como un terrón del azúcar en el agua del economicismo neoliberal. En tiempos de tecnología mundializada por los “nuevos medios” de comunicación, “la representación” se convierte en una burbuja mediática emitida a distancia. Significativamente, las banderas de la lucha incondicional se sostienen hoy en los contextos más alejados de la racionalidad de Estado: entre los indigenismos, con base en los movimientos sociales y a través de movilizaciones de redes.

No sorprende en este contexto que la expresión partidocrática que refleja el Foro de San Pablo haya recurrido a la operación estalinista de descubrir en cada opositor nicaragüense un agente encubierto del imperialismo,10 ni que los socialdemócratas lloren lágrimas de cocodrilo por un derecho a las libertades que hoy en América Latina, como ayer en Europa, rematan al mejor postor.11 Unos y otros son, fueron o serán “progresistas”, es decir, titulares de un “Orden” que siempre se quiere “nuevo”, pero que el neoliberalismo ya disolvió en la totalización mercadocrática de la sociedad.

Más allá de las lamentables tomas de posición sobre Nicaragua a las que hemos asistido en estos últimos días, conviene tener en cuenta que la celebración del aniversario de 50' años del 68' en el Uruguay se caracterizó por la referencia a los “años de plomo y de sangre” y por la consabida “diferenciación con el mayo francés”. Ni una palabra sobre la cuestión del totalitarismo, no este o aquel, sino del totalitarismo que implica la secularización de la soberanía de derecho divino en conciencia del sujeto moderno.

La inscripción antiimperialista del sujeto latinoamericano no lo exime del núcleo totalitario de un principio rector del sentido. La lucha social de un sujeto emancipado no deja de involucrarlo en un principio totalizador de la racionalidad. Por allí, tanto como por aquí, hace agua la democracia en Nicaragua.



1“Fragmentos del discurso de FidelCastro ” RuinasDigitales. Recuperado de: http://www.ruinasdigitales.com/cristianismoyrevolucion/cyrfragmentosdeldiscursodefidelcastro1010/ (acceso el 27/07/18)
2 Lenin, V.I., Dos Tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática, Editorial Progreso, Moscú, p. 490.
3Pese a las dificultades que plantea la traducción conviene, sobre la concepción del poder en Foucault (frecuentemente malinterpretada) ver “Las confesiones de Michel Focault” (entrevista de R-Pol Droit). Recuperado de: http://www.taciturno.be/IMG/pdf/entrevista_foucault.pdf
4Foucault, M. (1968) Las palabras y las cosas, Siglo XXI, Buenos Aires, pp.24-25.
5Viscardi, R. (2017). Tecnocracia y control institucional del saber. Humanidades. Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, No. 3, 71-84. Recuperado de: https://www.aacademica.org/ricardo.g.viscardi/10.pdf
6 Hegel, W. (2011) Principios de Filosofía del Derecho, RandomHouseMonadori, Argentina, p. 20. Recuperado de: http://argentina.elmilitante.org/teora-othermenu-54/6845-2015-04-14-21-57-00.html
7 Ver Otheguy, M. “Democracia y Redes Sociales”, La Diaria. Recuperado de: https://ladiaria.com.uy/articulo/2018/6/democracia-y-redes-sociales/
9Arismendi, R. “Lenin, la revolución y América Latina”. Recuperado de: https://www.marxists.org/espanol/arismendi/lenin-rev-amer-latina.pdf
10Ver hacia el final de la declaración la definición sobre Nicaragua Declaración del XXIV encuentro del Foro de San Pablo, Radiomundo1170Am (19/07/18) https://www.enperspectiva.net/documentos/declaracion-del-xxiv-encuentro-del-foro-san-pablo/
11“Miranda desmarca al FA de declaración del Foro de San Pablo sobre Nicaragua” La República (19/07/18) http://republica.com.uy/miranda-desmarca-al-fa-de-declaracion-del-foro-de-san-pablo-sobre-nicaragua-id666599/