Nicaragua:
un agua que se ha de beber, a 50 años del 68'
1a.
quincena, agosto 2018
El
68' de la revolución cubana
El
discurso que pronunció Fidel Castro en 1968 con oportunidad de la
invasión de Checoslovaquia por el Pacto de Varsovia incluía, junto
con la justificación estratégica del desmán soviético, una
pregunta acerca del sí mismo revolucionario:
"¿Podría
concebirse, señores, que al cabo de veinte años de comunismo en
nuestro país, de Revolución comunista, de Revolución socialista,
pudiera darse bajo ningún concepto la circunstancia de que un grupo
de honestos revolucionarios en este país, aterrorizados por las
perspectivas de un avance o, mejor dicho, un retroceso hacia los
posiciones contrarrevolucionarias y hacia el imperialismo, se vieran
en la necesidad de solicitar la ayuda de ejércitos amigos para
impedir que tal situación ocurriera?"1
Esta
pregunta expresaba la inscripción del sentimiento en el fundamento
político, incorporación subjetiva propia a la política en la
modernidad. Tal registro difiere notablemente de la sucesión lógica
entre democracia y socialismo, que imbuído de una racionalidad
igualmente moderna, pero de cuño sistemático, reivindicaba Lenin
cuando sostenía:
“Quien
quiera ir al socialismo por otro camino que no sea el de la
democracia política, llegará infaliblemente a conclusiones
absurdas y reaccionarias, tanto en el sentido económico como en el
político”2
Mientras
el planteo de Lenin se fundaba en la noción de una secuencia
histórica efectiva y necesaria, la pregunta de Fidel Castro acerca
del destino de la revolución anclaba en el sentimiento social. Tal
como lo expresa la literatura romántica, incluso desde las guerras
civiles que pautaron el período que seguiría a la independencia de
los países latinoamericanos, toda representación gobernada por la
libertad humana incorpora el sentimiento y pauta tanto el carácter
emancipado de las letras como el carácter liberador de la política.
Tal
sujeto surge, a su vez, como efecto de una ambivalencia que determina
sus condiciones de posibilidad, se diría, “históricas”, si no
fuera porque la propia noción de “historia” es tributaria de un
“sujeto histórico”, cuya genealogía no es otra que la del
“sujeto popular”, el “sujeto revolucionario” y el “sujeto
literario”. El
vínculo entre política y literatura es uno de los rasgos
latinoamericanos
más
distintivos, del Martín Fierro (por la consignación social) a Martí
(por la militancia política), o
desde el modernismo (Rubén Darío) hasta la literatura del Boom
Latinoamericano de los 60' (García Márquez, entre
otros).
No
llores por la piedad, Nicaragua
La
cuestión democrática ancla en la cuestión de la conciencia porque
el fuero íntimo se concibe como
constitutivo del
sujeto humano y
núcleo rector de la condición
ciudadana que Foucault denominó “biopolítica”. Conviene
recordar que los estamentos post-medievales llegan a esa reversión
del sujeto divino en conciencia ciudadana, siempre según Foucault, a
partir de una transferencia desde el “biopoder”, o sea,
invirtiendo el derecho divino que asistía al monarca absoluto para
justificar la totalización (de la suma) del poder.3
Esta relación entre el monarca y el Orden se encuentra
magistralmente estampada,
en tanto que representación, en la tela de Velázquez “Las
Meninas”, ante la cual, quien contempla el reflejo del rey en el
espejo se encuentra, ipso
facto,
en el lugar donde el soberano posaba para el pintor. Pero el rey "en presencia" no forma parte de la escena pintada, al igual que el espectador, convertidos en
sujetos invisibles que sostienen la representación que se mira.4
El lugar del rey y el lugar del ciudadano coinciden en cada sujeto,
para
sostener en
esa medida,
aunque
sin incorporarla,
la representación en acto.
Esta
reversibilidad es la que un título reciente del argentino Fabián
Campagne, "Profetas en ninguna tierra", establece entre la Iglesia Católica y la Ilustración desde
fines del siglo XVIII, es decir desde la plena Modernidad, en cuanto
la institución eclesial llega
a
adoptar
las pautas de inteligencia de la Ilustración. Lejos de corresponder
a una casuística
o a
la mera
coyuntura, esa reversión protagonizada desde la propia matriz
(católica-romana) de la institucionalidad , manifiesta que la
reversibilidad -y sobre todo del poder, tal
como sucede hoy en Nicaragua-
es la pauta definitoria de la institucionalidad occidental.5
La
reversión del sentido no supone, mal que nos pese, la eliminación
del sentido, ni para la monarquía absoluta, ni para la revolución
democrática. La necesidad del sentido supone la verdad
de
la referencia, o sea, un vínculo sin fisuras entre el sujeto
enunciador, la significación de su enunciado y el objeto de
referencia. La “voluta de la representación” clausura el
conocimiento en aras de la propia formulación que incorpora. Esta
totalización corresponde, justamente, a la filosofía romántica,
expresada por Hegel en la fórmula “Todo
lo
real es racional y todo
lo
racional es real”.6
Nada escapa, desde un punto de vista moderno, a la posibilidad de una
totalización del sentido. Esta totalización del sentido es
propiamente la condición de posibilidad del totalitarismo.
La
cuestión democrática del 68'
Todas
las corrientes de pensamiento que confluyen en el movimiento del 68'
comparten como designio principal pergeñar una alternativa al
totalitarismo, trágicamente ejemplificado por los regímenes
nazi-fascistas y tal como se reveló poco más tarde, en el correr de
los años 50' a través de los “juicios de Moscú”, por el
estalinismo. Hacia los años 60' los pensadores de la Escuela de
Francfort o incluso la lectura humanista del marxismo apelaban, como
principal recurso dialéctico, a una reivindicación de la conciencia
como condición de posibilidad de una transformación social sin
exterminio de la libertad.
La
alternativa no provino, sin embargo, del ámbito de una conciencia
plena. Una vez gobernada por la integridad del sí mismo, toda
conciencia queda tan clausurada como “la voluta de la
representación” que se cierra en Las Meninas, entre el espejo que
pinta un rey reflejado en su luna y el lugar del rey efectivo que
ocupa cualquier ciudadano espectador. Al lugar que el rey ocupa en la tela siempre se contrapone, por lo tanto, un exterior y la forma divisada
no es sino efecto del gesto que la pinta, incluso a partir de la
mirada de Velázquez desde su propia tela (en "Las Meninas" el pintor integra la escena pintada). Todo sentido no llega a ser,
escrito o leído, más que efecto del discurso de cada quien, tan
incontinente como habilitante de sentido.
La
“irracionalidad” de la sublevación en una sociedad de consumo se
articuló, en los años 60', con el “giro lingüístico” del
pensamiento, que explicaba la realidad social como un “efecto de
sentido” del discurso. Desde entonces el sentido se diseminaba en
la inabarcable multiplicidad de las situaciones de enunciación,
dando lugar a una “democracia de enunciaciones”, irreductible a
una totalización racional. En esta perspectiva se abre paso la
concepción de un equilibrio público sustentado en la diferenciación
con la soberanía estatal y por contraposición a la
gubernamentalidad normativa, alternativa que encarnaron primero los
movimientos sociales y que se continúa, entrado el siglo XXI, a
través de las sinergias de movilización en redes. No en vano al día
de hoy se repudia con tanto encono la “antipolítica”, supuesta
agencia de disolución social y genuina expresión del espanto que
inspira, entre sus validos, la caducidad de las instituciones de
Estado.7
Nicaragua,
un agua de la que se ha vuelto a beber
Supuestamente
contrapuesto al nacionalismo en razón de la universalidad de su
formulación, el socialismo ha terminado por subordinarse a las
estrategias nacionales. Esta reversión del socialismo ha sido
particularmente notoria en América Latina, donde el “revisionismo
histórico” ha reivindicado una estrategia de “liberación
nacional” sustentada en una movilización política de carácter
antiimperialista y por consiguiente, de base nacional. Esta tendencia
historiográfica cuyo principal representante ha sido Jorge Abelardo
Ramos,8
ha estado particularmente presente en el Uruguay, donde inspiró en
particular, la lectura del contexto estratégico de los años 50’
por parte de los fundadores del MLN. Pero el conjunto de la coyuntura
así lo reclamaba por entonces, a través del planteamiento de un
“socialismo nacional” de Vivián Trías, mientras Rodney Arismendi
reconvierte la estrategia del Partido Comunista en función de una perspectiva de corte nacional.9
El elemento clave de este contexto es sin duda el planteo de “el
desarrollo del socialismo en un solo país” (la URSS), no por las
dimensiones que alcanzó aquel Estado, sino porque se convierte en el
emblema de la subordinación estratégica de la transformación
histórica al nacionalismo.
Detrás
de la propia noción de Historia que se desarrolla, en el planteo
moderno, bajo el criterio del Progreso, o sea protagonizada por una
condición que preserva un norte necesario, se encuentra la noción
de Sujeto y esta porta, sobre todo imbuida de una fatalidad objetiva
de las etapas (signadas por una esencia de relaciones objetivas), la
totalización de un Sujeto confinado en su propia “Voluta de la
Representación”.
En
latinoamérica hemos asistido a la claudicación de los progresismos,
emanación de la modernidad en versión socialdemócrata, disueltos
como un terrón del azúcar en el agua del economicismo neoliberal.
En tiempos de tecnología mundializada por los “nuevos medios” de
comunicación, “la representación” se convierte en una burbuja
mediática emitida a distancia. Significativamente, las banderas de
la lucha incondicional se sostienen hoy en los contextos más
alejados de la racionalidad de Estado: entre los indigenismos, con
base en los movimientos sociales y a través de movilizaciones de
redes.
No
sorprende en este contexto que la expresión partidocrática que
refleja el Foro de San Pablo haya recurrido a la operación
estalinista de descubrir en cada opositor nicaragüense un agente
encubierto del imperialismo,10
ni que los socialdemócratas lloren lágrimas de cocodrilo por un
derecho a las libertades que hoy en América Latina, como ayer en
Europa, rematan al mejor postor.11
Unos y otros son, fueron o serán “progresistas”, es decir,
titulares de un “Orden” que siempre se quiere “nuevo”, pero
que el neoliberalismo ya disolvió en la totalización mercadocrática
de la sociedad.
Más
allá de las lamentables tomas de posición sobre Nicaragua a las que
hemos asistido en estos últimos días, conviene tener en cuenta que
la celebración del aniversario de 50' años del 68' en el Uruguay se
caracterizó por la referencia a los “años de plomo y de sangre”
y por la consabida “diferenciación con el mayo francés”. Ni una
palabra sobre la cuestión del totalitarismo, no este o aquel, sino
del totalitarismo que implica la secularización de la soberanía de
derecho divino en conciencia del sujeto moderno.
La
inscripción antiimperialista del sujeto latinoamericano no lo exime
del núcleo totalitario de un principio rector del sentido. La lucha
social de un sujeto emancipado no deja de involucrarlo en un
principio totalizador de la racionalidad. Por allí, tanto como por
aquí, hace agua la democracia en Nicaragua.
1“Fragmentos
del discurso de FidelCastro ” RuinasDigitales.
Recuperado
de:
http://www.ruinasdigitales.com/cristianismoyrevolucion/cyrfragmentosdeldiscursodefidelcastro1010/
(acceso el 27/07/18)
2
Lenin, V.I.,
Dos Tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática,
Editorial
Progreso, Moscú, p. 490.
3Pese
a las dificultades que plantea la traducción conviene, sobre la
concepción del poder en Foucault (frecuentemente malinterpretada)
ver “Las confesiones de Michel Focault” (entrevista de R-Pol
Droit). Recuperado de:
http://www.taciturno.be/IMG/pdf/entrevista_foucault.pdf
4Foucault,
M. (1968) Las palabras y las cosas, Siglo
XXI, Buenos Aires, pp.24-25.
5Viscardi,
R. (2017). Tecnocracia y control institucional del saber.
Humanidades. Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la
Educación, No.
3,
71-84. Recuperado
de: https://www.aacademica.org/ricardo.g.viscardi/10.pdf
6
Hegel,
W.
(2011)
Principios
de Filosofía del Derecho, RandomHouseMonadori,
Argentina,
p. 20.
Recuperado
de:
http://argentina.elmilitante.org/teora-othermenu-54/6845-2015-04-14-21-57-00.html
7
Ver Otheguy, M.
“Democracia y Redes Sociales”, La Diaria. Recuperado
de:
https://ladiaria.com.uy/articulo/2018/6/democracia-y-redes-sociales/
8Ramos,
J. “Historia de la Nación Latinoamericana”. Recuperado de:
http://jorgeabelardoramos.com/libros/51/Jorge%20Abelardo%20Ramos%20-%20Historia%20de%20la%20Nacion%20Latinoamericana.pdf
9Arismendi,
R. “Lenin, la revolución y América Latina”. Recuperado de:
https://www.marxists.org/espanol/arismendi/lenin-rev-amer-latina.pdf
10Ver
hacia el final de la declaración la definición sobre Nicaragua
Declaración
del XXIV encuentro del Foro de San Pablo, Radiomundo1170Am
(19/07/18)
https://www.enperspectiva.net/documentos/declaracion-del-xxiv-encuentro-del-foro-san-pablo/
11“Miranda
desmarca al FA de declaración del Foro de San Pablo sobre
Nicaragua” La
República
(19/07/18)
http://republica.com.uy/miranda-desmarca-al-fa-de-declaracion-del-foro-de-san-pablo-sobre-nicaragua-id666599/