19.8.20


Ibero Gutiérrez: lucha y arte

2a. quincena, agosto 2020


La significación de este 14 de agosto

En ocasión de conmemorarse el día de los mártires del movimiento estudiantil, que en el Uruguay se celebra el 14 de agosto en memoria de Liber Arce, primer caído en la lucha contra el pre-golpe de Estado propiciado por el Presidente Pacheco Areco en 1968, la Sala de Estudiantes de Literatura del Instituto de Profesores Artigas organizó una charla en torno a “lucha y arte”, centrada en la figura de Ibero Gutiérrez.1 La actividad reviste una significación especial, en cuanto interviene ante el primer año del gobierno “pro(re)gresista”2 de cuño ideológico neoliberal de Lacalle Pou, así como por la reciente condena de Miguel Sofía, connotado miembro del “Escuadrón de la Muerte”, que fuera vector propicio del golpe de Estado en el Uruguay (1973). En lo que sigue, se retoma de forma desarrollada las notas que quien suscribe presentó en la misma actividad.

Lucha y arte: la significación esquiva

La expresión “lucha y arte” presenta particulares dificultades críticas. Si se interpreta la significación de la conjunción “y” como implicación (de la lucha en el arte y viceversa), la expresión se disgrega en múltiples modos de redundancia entre “lucha” y “arte” (“la lucha del arte”, “el arte como lucha”, “la lucha de los artistas”, etc.). Si por el contrario se interpreta la misma conjunción como disyunción, habrá que explicar el vínculo entre “lucha” y “arte” en tanto que significados mancomunados en un mismo distingo conceptual. Ahora, una vez cristalizado en el concepto, el distingo queda tan ajeno a la lucha como al arte, clausurado para siempre en el isomorfismo del significado.

Parece razonable, ante la dificultad que plantea la expresión, recurrir a la fractura que impone la expresión de la sensibilidad, ante anclajes en coyunturas que exigen “decir algo distinto”. Tal es el proceso de la “creación lingüística” por cuyo intermedio, los hablantes introducen términos previamente inexistentes en el “tesoro” que según Saussure, es la memoria de una lengua. Identificadas como “neologismos” del lenguaje natural, estas expresiones traducen una sensibilidad alternativa, desafiada y desafiante, tanto más cuanto pueden aparecer en un momento y en otro desaparecer del uso acostumbrado.

Tal es el caso de la expresión “luchador social”, que ingresó en el español del Uruguay hacia fines de los 60’, recobró cierto auge en la segunda mitad de los 80’ y conoce desde entonces un notorio declive. “Luchador social” introduce un sesgo diferenciado de “militante”, diferenciación que se aparta de la pertenencia a una estructura organizativa formalizada, ya que la raíz latina del término “militante” lo hace descender de “soldado”.3 En la Modernidad la “militancia” no se vincula de forma regular con la institución militar, sino con las estructuras partidarias, a punto tal que desde el fin del “militarismo” (1890), el Uruguay pauta el predominio civil por sobre la intervención militar en el poder público (incluso y quizás sobre todo, cuando no se trata de “dictadura” -es decir, régimen de excepción- sino de la regimentación totalitaria de una “ideología de la defensa nacional” (1973-1985).

Contraponiéndose a una esfera formalizada de participación, el “luchador social” expresa, bajo una modalidad insumisa, un trasfondo social que legitima la insurgencia: una emergencia colectiva. En un plano universal, sin duda no registrado bajo forma crítica en el Uruguay (y probablemente tampoco en el contexto latinoamericano en su conjunto), la expresión “luchador social” es concomitante a un fenómeno histórico que todavía traza el presente: los movimientos sociales. Estos movimientos no se plantean una transformación finalista del Estado (bajo la forma de reforma o de revolución), sino la transformación de la situación relativa al poder público (que trasciende el gubernamental) de un sector de la población (en el plano nacional o incluso en el internacional).4

Tanto en la expresión “luchador social” como en “movimiento social”, la legitimidad política no surge de un esfera socialmente formalizada, sino justamente de la rebelión ante una formalidad social injusta. Por esa razón las dos expresiones refieren a un trasfondo que no se agota ni en la forma inclusiva de la implicación entre lucha y arte, ni en la forma disyuntiva que requiere de un distingo conceptual sistemático. Como consecuencia (de un trasfondo social emergente) no sólo se pone en cuestión un “orden de cosas”, sino por sobre todo “una manera de entenderlo”, es decir, la racionalidad Moderna. A esto se le ha llamado, con una expresión quizás más irreverente que conceptual, “contracultura” (nada que reprochar).

La arquitectónica del trasfondo en Ibero Gutiérrez

Desde la referencia a la pieza en el fondo de la casa de la familia, donde Ibero leía, escribía y pintaba, hasta la expresión “el revés de la trama”5 con que Hugo Alfaro acierta, en el primer texto publicado tras la muerte de Ibero sobre su obra,6 a describir el vínculo entre lucha y arte en el contexto de aquel asesinato, el trasfondo surge “para abrir en caso de emergencia”7 como una clave formal de la obra del joven poeta.

Así como la pieza en el fondo de la casa es trasfondo de la casa, el revés de la trama nos muestra un entramado que no es el mismo que el derecho de la (misma) trama. Sin embargo tanto el fondo de la casa, como el revés de la trama, forman parte de un mismo trasfondo de entramado. Este vínculo de trasfondo y entramado no queda reducido a una totalidad relacionada, como la que se asigna a una “situación social”, ni a un sentido cristalizado en un estereotipo del idioma. Tanto en el trasfondo como en el entramado, siempre hay menos que la totalidad y más que la forma: “una sustracción sin pérdida”.

“Lo que trunca a la literatura: no existe como tal, porque no hay nada fuera del todo. Sin embargo existe, porque hay un “excluirse de todo”, un afuera del todo, es decir, una suerte de sustracción sin pérdida”.8

La unidad de los dos lados del trasfondo-entramado no se articulan dentro de un campo saturado, sino que se diseminan a partir de una actividad desligada de toda norma: “para abrir en caso de emergencia”. Esta actividad no es acción, porque no prosigue un norte, no tiene “guía” posible, como no sea la forma que pro-mueve su propio actuar. Es la actividad que a partir de una misma cosa-figura promueve en la gestalt dos formas distintas, distinguiéndose en un entre-sí por decisión. Nada más formal que una gestalt, nada más informal que el gesto, que entre dos formas, la devela. Hay sustracción de la racionalidad como totalidad, pero la decisión no se pierde en la irracionalidad. Tal la “Copa de Rubín”, gestalt que prefería Ibero: dos rostros tanto como una copa.

Lucha y arte tantocomo lectura y escritura

Lucha y arte presentan en Ibero una relación de reversibilidad, a partir de una divisoria actuante. Otro tanto ocurre con la lectura y la escritura, divididas por el mismo vínculo de palabra (cosa-figura) que las gesta en común.

“En cuanto a los ejemplos de magia que cierran el volumen, no tengo otro derecho sobre ellos que los de traductor y lector. A veces creo que los buenos lectores son cisnes aun más tenebrosos y singulares que los buenos autores”.9

“El que escribe es el mismo que el que lee”.10

“La situación de quien inscribe y de quien suscribe es, en cuanto al escrito, radicalmente la misma que la del lector”.11

En vez de supeditarse a un vínculo de mediación, la escritura y la lectura se supeditan a un vínculo de inmediación. Son efecto de una misma actividad, de una mismidad diferenciadora. Tanto como el vínculo entre una identidad y la diferencia que la distingue, o entre la firma y la contrafirma que la confirma, o aún, entre el gobierno y el contragobierno que lo cuestiona.





1Ibero Gutiérrez fue asesinado por el Escuadrón de la Muerte a la edad de 22 años. Se reveló de inmediato tras su muerte, que se trataba de un poeta inédito de inmensa significación artística. Del mismo alcance ha sido considerada su obra visual. Ibero Gutiérrez ejemplifica con su obra, de forma impar, la significación del 68’ en el Uruguay, incluso porque su creación la incorpora en la significación universal de esa generación.

2Acerca de la expresión “pro(re)gresista” ver en este blog la actualización “Genealogía de la república empresarial: el día después de la nostalgia”:

3Corominas, J. (1987) Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Madrid: Gredos, p. 396.

4Ver al respecto de “movimientos sociales”: Viscardi, R. “Estado, intelectuales y movimientos sociales: un desarrollo filosófico con enfoques sobre Chile y Uruguay “ (2016) Altre Modernità, No.Speciale, 1-14, Universitá degli Studi di Milano, Milano, https://riviste.unimi.it/index.php/AMonline/article/view/7011

5Título de una novela de Graham Greene.


7Título de un poemario incluido en la recopilación “Obra junta” (2009, Estuario editora, Montevideo).

8“Ce qui coupe court à la littérature: elle n’existe pas, puisqu’il n’y a rien hors du tout. Elle existe, puisqu’il y a une “exception du tout”, un hors du tout, à savoir une sorte de soustraction sans manque”. Derrida, J. (1972) La dissémination. Paris: Seuil, pp. 64-65.

9Borges, J. L. “Prólogo a la 1a. Edición de Historia Universal de la Infamia (1935)”. Recuperado de: https://www.megustaleer.com.uy/libros/cuentos-completos/MES-028542/fragmento/

10Kristeva, J. (1969) Séméiotikè. Paris: Seuil.

11“La situation du scripteur et du souscripteur est, quant à l’écrit, foncièrement la même que celle du lecteur”. Derrida, J. (1972) Marges. Paris: Minuit, p. 376.