20.7.20


El Escuadrón del Sarcasmo: atenerse a los “límites de la verdad”

2a. quincena, julio 2020

La mueca feroz del destino

Incluso después del procesamiento con prisión de Miguel Sofía,1 la prensa sigue difundiendo fotografías tomadas en ocasión de su primera llegada a la sede judicial. La iconografía periodística ha generado, por esa vía, un significativo archivo. La expresión facial que manifiesta el ahora procesado con prisión domiciliaria se incluye, en efecto, en una serie de indudable similitud con otros imputados que le precedieron ante sede judicial, incluso desde hace más de una década atrás.

El sarcasmo que arroja el gesto de Sofía sobre el lente periodístico presenta una ostensible semejanza con la expresión de otros condenados por análoga causa de secuestro, tortura y asesinato: Gilberto Vázquez y José Gavazzo. El significante facial esgrimido ante la condena ética, política y judicial, no deja dudas acerca de la inspiración que lo anima. Cargado de desparpajo, burla y desprecio por la circunstancia, el sarcasmo destinado a la escena pública manifiesta, sin duda posible, que estos enjuiciados se entienden a sí mismos por encima de la normas y la sensibilidad que los juzga. En efecto nadie demostraría tal desprecio por la circunstancia, ante una mueca feroz del destino que sentencia y encarcela, si esa actitud no se entendiera a sí misma, incluso al comparecer por causa criminal, dotada de supremacía.

La similitud gestual entre los imputados por crímenes de lesa Humanidad, incluso cometidos antes del golpe de Estado de 1973, refuerza la lectura del régimen que imperó por entonces en el Uruguay como un régimen totalitario, antes que como “dictadura”. No se trató, en efecto, de un “estado de excepción” destinado a cundir como “razón de Estado”, sino por el contrario, de una puesta al límite de la “razón de Estado” que la habilita sin alternativa, eliminando por consiguiente la posibilidad misma de otra lectura. El totalitarismo es, entendido de tal manera, la eliminación por anticipado de toda otra posibilidad, ante una totalidad de sentido que todo lo explica y justifica.2

El lector podría preguntarse a que viene esta digresión sobre el totalitarismo, que compone un curioso archivo de memoria visual entre dos militares y un civil parapolicial, igualmente condenados por delitos de lesa Humanidad. La puesta en paralelo de la gesticulación ante cámaras de los esbirros de la represión, que motiva además un razonamiento sobre el totalitarismo, se funda en la propia calidad profesional que se adjudica a Miguel Sofía, presentado por los medios como “empresario”. No sólo en tanto que empresario exitoso y acrecido en capital, sino además, empresario de medios de comunicación radiales.

Así como no podemos exigirle al lector especialización en totalitarismo, tampoco podemos exigirle ser versado en teoría y medios de comunicación. Nos vemos, por consiguiente, en la obligación de explicar que toda empresa de medios de comunicación radiales es efecto de una decisión de gobierno nacional, en cuanto las ondas radiales (o el “éter” como se decía antaño), es patrimonio del Estado y no se llega a su usufructo (por ejemplo empresarial) sin una concesión gubernamental que habilite tal emprendimiento.

Si ahora el lector supone que la concesión de ondas radiales al “empresario” Sofía fue obra de la “dictadura” (obsérvese las comillas), tendrá razón, pero sólo muy parcialmente. De las ocho concesiones de ondas radiales de que fue beneficiario sucesivamente Miguel Sofía, sólo una y primera tuvo lugar bajo un régimen formalmente totalitario y las 7 restantes tuvieron lugar en subsiguientes períodos “democráticos” (otra vez, entre comillas).3

Tales concesiones no fueron hechas a alguien desconocido de la opinión pública, ya que como lo documenta abundantemente el relato biográfico de Sofía, este ya era un connotado miembro de grupos ultraderechistas (en particular la Juventud Uruguaya de Pie), desde fines de los años 60’, a punto tal que su condición de “damnificado” por la acción estudiantil de izquierda, ya es consignada por un medio de prensa tan conspicuo como “El País” en el año 1971.4 Por si algo faltara para agregar a tanta notoriedad, el Parlamento tomó conocimiento, en sesión formal, de las declaraciones al MLN-Tupamaros de Bardesio; en la cuales el mismo Sofía fue imputado de pertenecer al Escuadrón de la Muerte, imputación que Bardesio refrendó además, ante tan conspicuo personaje como Julio María Sanguinetti (entre otras figuras institucionales del momento).5 Aquí se cierra el círculo, ya que la concesiones de ondas radiales de que fue beneficiario Sofía tuvieron lugar, después de 1985, bajo las sucesivas presidencias del mismo Sanguinetti y de Luis Lacalle Herrera (este último, a su vez, miembro del Parlamento ante el que fue denunciado Sofía).

El sarcasmo que hilvana entre sí a tres esbirros tiene, por consiguiente, una significación genealógica más vasta y articuladora, a través del fino vínculo que habilita en calidad de empresario a un afamado ultraderechista desde un contexto partidocrático.



El botín de Ibero y las reglas de juego



Enterado de la presencia en Montevideo de Ariel Caggiani, retenido por la epidemia de covid-19 en nuestro país, me propuse conocerlo personalmente. En su infancia Ariel fue compañero de juegos de Ibero Gutiérrez, quien era su vecino en la misma manzana de Punta Gorda, a sólo una cuadra de distancia tomando por Rivera, entre Hernani y Grito de Gloria. Compañero de los primeros años de escuela de Ibero, Ariel me relató un episodio que tuvo lugar en ese mismo entorno barrial.

Jugando “a las bolitas”6 con Ibero, cuando los dos escasamente llegaban a los 10 años, sucedió que Ariel perdió implacablemente a cada vuelta de juego, de modo que su amigo acaparó todas las bolitas. Pero intervino luego la mamá de Ibero, quien enterada del despojo que había sufrido una de las partes, conminó a su propio hijo a reparar la radical asimetría instalada por la fatalidad del juego. Me contó Ariel que ese suceso lo llevó a cierta distancia con Ibero, producto de la vergüenza que lo embargaba ante una reparación sin fundamento en la competencia, sino en un sentido superior de justicia, ya que Ibero había logrado arruinarlo en buena ley.

La asimetría entre el bolsillo triunfalmente deformado por un puñado de bolitas y el arrasado sentimiento de privación reconoce, en esa escena que recuerda Ariel, un margen bastante más dilatado que la competencia infantil. No es sino en razón de un sentimiento de justicia que trasciende la posesión y la fortuna, que puede repararse la desgracia de un jugador niño, por un acto gracioso y superior de devolución magnánima. Que Sara González Methol haya intervenido, por encima de las reglas del juego y del desempeño de los contendientes, para reparar el infortunio de un jugador, manifiesta un imperativo ético que impide la privación absoluta del semejante.

Tal sentido pleno de la justicia no deja de hilvanar asimismo, la condición del desposeído, ya que Ariel se vio beneficiado por una generosidad que lo privaba, ya no de las bolitas perdidas en la ley del juego, sino de haberlas conservado o ganado por sí mismo y no en razón de una rectitud que lo anonadaba. Quizás de esa providencia de justicia surge el sentimiento de resquemor a ser desbordado, no ya por la habilidad del contrincante, sino por la generosidad de una madre, imbuida del sentimiento protector.

La figura silenciosa de Ibero en la anécdota está atravesada de sacrificio, por partida doble: pierde lo que ganó en buena ley pero además, parece quedar del lado de la injusticia, cuando para hacer valer la justicia, se le obliga a desprenderse de una posesión válida. Acá el sacrifico es doble: Ibero queda en deuda con la justicia, pero también con su propio haber, pese a haberlo ganado honestamente.

Quizás la escena en la que Ibero queda dividido entre un sentimiento superior de justicia y el adeudo por lo que había ganado con probidad, pueda aportar una clave de su posterior sacrificio como víctima expiatoria. El Escuadrón de la Muerte significó, en efecto, la violencia absoluta del poder, pero en el caso de Ibero, se trató de una víctima ostensible para sí mismo, ya que desde el asesinato de quien fuera su compañero de celda en el Penal de Punta Carretas -Ramos Filippini-, se sabía una víctima designada.7

Esas reglas del juego que ya eran, desde antes del golpe de Estado gravitantes en el Uruguay, fueron ignoradas por Ibero, dividido entre un sentimiento de Justicia superior y una deuda personal que lo llamaba a desconocer una amenaza insoslayable. Las reglas que jugó Ibero, militante de un frente legal y protagonista de un escenario cotidiano regular, ya no eran las reglas que salvaguardaban la existencia de la militancia tomada por objetivo parapolicial. En poco tiempo más, esas reglas tampoco salvaguardarían el acerbo democrático del Uruguay.



Atenerse a los “límites de la verdad”



Derrida desarrolla en “Fuerza de ley” un planteo central para (la deconstrucción de) la justicia. Desde ese punto de vista existe una relación siempre inconclusa entre la justicia y el derecho.8 Mientras la justicia supone lo inconmensurable (excede toda formalización posible), el derecho es conmesurable (puede ser objeto de una formalización rigurosa), pero sin embargo, es impensable una justicia sin derecho, o un derecho sin justicia. La cuestión central pasa a ser, por lo tanto, el vínculo entre la justicia y el derecho. Este vínculo se lauda en la expresión “democracia-por-venir”,9 tanto por la homofonía entre “por-venir” y “porvenir”, que concita en paralelo la homología “democracia-porvenir”, gobernada por la perspectiva ilustrada y moderna; como en razón de la doble significación de la preposición “por”: tránsito y causa, por tanto, la democracia no puede admitir clausura definitiva ni definitoria.

Estamos en tránsito hacia el porvenir a causa (en razón) de la democracia, la democracia es causa (movimentista) del tránsito hacia el porvenir. En los dos casos, la decisión respecto al tiempo y el tiempo mismo de la decisión, se quiebran entre sí, lo indecidible gobierna la decisión posible. Pero para Derrida, la decisión es posible sólo porque la habilita lo indecidible, planteo que puede ejemplificarse a través de un error de traducción (siendo que, para Derrida, la traducción es la actividad intelectual por excelencia).

La traducción al español del libro Apories,10 donde Derrida desarrolla su teoría de la decisión (y en particular, aunque no sólo allí, el planteo de la indecidibilidad) traduce el subtítulo del mismo libro (“Mourir-s’attendre aux “limites de al vérité”) por “Morir-esperarse (en) “los límites de la verdad”. La expresión “s’attendre” presenta sin embargo, en francés, una complejidad mayor que la connotada por “esperarse”. No es sólo atención al tiempo que vendrá, sino también emplazamiento subjetivo con connotación normativa. Así como en español uno puede “esperarse” ser penalizado en caso de una infracción. Pero la acepción francesa de “esperarse algo” es más fuerte: “Attendez-vous à…)” expresa en francés un modo de advertencia usual y enérgico.

Por lo tanto el subtítulo “Mourir-s’attendre aux “limites de la véritéexpresa tanto la expectativa por el futuro como la advertencia acerca de lo que advendrá. La verdad es en efecto, portadora de futuro (tal el sentido de la máxima moderna “la verdad es revolucionaria”), pero asimismo acarrea, una vez que se accede a sus límites, un horizonte insospechado. La traducción “esperarse (en) los “límites de la verdad” divide al sujeto, entre aquel que es ahora y el que será una vez acaecida la verdad, pero esa división del sujeto, lo reinstala asimismo como protagonista. Por el contrario: la división entre el presente de la expectativa y lo adventicio a los límites (de la verdad), abre un crédito insondable a la decisión-por-venir-porvenir. Este crédito es tan insondable como la justicia (los jueces dicen “la justicia es divina”), pero asimismo tal trasfondo puede suponer un “abajo que se mueve” y remover al propio derecho. El creciente apoyo que ha concitado, en medio de las peores dificultades, “Madres y familiares de detenidos desaparecidos”, habilita a “atenerse a los límites de la verdad”.



Sarcasmo y parodia judicial: atenerse a los límites de la verdad política



En un sugestivo artículo periodístico, Samuel Blixen relata el transcurso del juicio por difamación que iniciara Jorge Batlle contra Julio Marenales, en razón de declaraciones formuladas por uno de los fundadores del MLN-Tupamaros.11 Estas declaraciones tuvieron lugar cuando se conoció el contenido de documentos desclasificados por el Departamento de Estado de EEUU. El embajador en Montevideo de ese país informaba a su gobierno de los propósitos expresados por Jorge Batlle, cuando la guerrilla (no sólo la del MLN) se encontraba en un período de máximo auge.

Estas declaraciones involucraban al ex-presidente en una perspectiva estratégica consonante con la del Escuadrón de la Muerte. Una vez conocido el documento, Marenales declaró que entendía que Julio María Sanguinetti y Jorge Batlle habían sido los autores intelectuales del Escuadrón de la Muerte. Ante tales expresiones públicas de quien fuera rehén del régimen cívico-militar, Jorge Batlle inició en su contra un juicio por difamación.

Lo sugestivo del relato que hace Blixen de esa escena judicial es que la pauta como una parodia. Se pone de relieve que ante la mera declaración por parte de Marenales, de no haber incurrido nunca y en ningún caso en intención de difamación, el abogado de Jorge Batlle da por conjugada, ipso facto, la honorabilidad de su defendido.

En la lectura que hizo Blixen de tan ligera satisfacción del ofendido, la premura en desistir de la acusación obedecía a la necesidad de obtener un efecto mediático de probidad política, ante una campaña electoral en ciernes. No deja de responder a un correlativo objetivo mediático la presencia de José Mujica y Lucía Topolanski en “Marchas del Silencio”, celebradas con oportunidad de conmemorarse los crímenes de Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruiz, William Whitelaw y Rosario Barredo en Buenos Aires, el 20 de mayo de 1976.

El gobierno de Mujica en efecto fue imputado, particularmente desde el campo de los DDHH, por el encubrimiento sistemático de las responsabilidades aparejadas por los gobiernos pre- y post-golpistas. Incluso un coro de ex-militantes guerrilleros debió levantarse, en su momento, contra la iniciativa presidencial de erigir un monumento que fundiría, en un único bloque de olvido sin perdón, las armas de insurgentes y represores.12 Es cierto que el gobierno de Mujica se caracterizó por obrar en sentido contrario al que profesaba, con efecto acorde a un simulacro de rebeldía. La clave de esa fachada fue, otra vez, la estrategia mediática, emprendida como parodia de gobierno.13

Esta parodia disimula el rictus que el sarcasmo manifiesta, por ejemplo, en el rostro de los represores de antaño, en tren de comparecer ante juez. Tanto el sarcasmo como la parodia obedecen, en clave política, a una misma distancia de la justicia con la norma: el hiato entre una y otra proviene de una condición absoluta de la Soberanía; eximida de atenerse a los “límites de la verdad”, porque la asiste, en guisa de coartada suprema, la razón de Estado. Razón de más para congratularnos, una vez más, de que “Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos” se haya retirado de la coordinación gubernamental.14 Quizás la actual decisión del Frente Amplio de emprender una acción plebiscitaria contra la Ley de Urgente Consideración -que oficia en el Uruguay de golpe de Estado legal en modo blando- sólo si la emprende un frente de oposición social, configure un avatar revelador de la verdad política, conducida por sus propios límites.15




1Acusado y ahora condenado como miembro del “Escuadrón de la Muerte” o “Escuadrón Caza-Tupamaros” que asesinó a 4 militantes del MLN-Tupamaros entre el 31/07/71 y el 28/02/72.

2Ver al respecto de la discusión sobre “totalitarismo”, en este blog, “Sarthou y la polémica: totalitarismo y totaliterismohttp://ricardoviscardi.blogspot.com/2017/10/sarthouy-la-polemica-totalitarismo-y_89.html

3Gómez, G. “¿Cómo obtuvo Miguel Sofía sus 7 emisoras del Grupo del Plata?”. Recuperado de: https://twitter.com/gusgomezgermano/status/1084822579419013121

4Pernas, W. “La increíble declaración judicial del “enfermo cerebral” Miguel Sofía”, Sudestada (11/01/19). Recuperado de: https://www.sudestada.com.uy/articleId__0e640eda-3710-413b-b0d8-12528d1a36f8/10981/Detalle-de-Investigacion

5“El caso Bardesio muestra que tenemos que trabajar todos juntos”, Caras y Caretas. Recuperado de: http://juanraulferreira.com.uy/Caras%20y%20caretas.html

6Americanismo, por el castellano “canicas”

7La afirmación da testimonio de la convicción que Ibero manifestó ante quien escribe.

8Derrida, J. (1994) Force de loi. Paris: Galilée. Se encuentra en acceso libre y en español: “Del derecho a la justicia”, en Derrida en castellano. Recuperado de: https://redaprenderycambiar.com.ar/derrida/textos/derecho_justicia.htm

9Derrida, J. (2003) Voyous. Paris: Galilée, p. 126. Trad. Al español (2005) Canallas. Madrid: Trotta.

10Derrida, J. (1996) Apories. Paris: Galilée. Traducción parcial en acceso libre: “Esperarse (en) la llegada”, Derrida en castellano. Recuperado de: https://redaprenderycambiar.com.ar/derrida/textos/esperarse.htm

11Blixen, S. “Sin palabras” Brecha (9/01/19) https://brecha.com.uy/sin-palabras/

12“Tupamaros condenan “monumento a la reconciliación” Montevideo Portal (11/06/15) https://www.montevideo.com.uy/Noticias/Tupamaros-condenan-monumento-a-la-reconciliacion--uc274133

13Ver en este blog “Caradamianto, el caradura mediático” https://ricardoviscardi.blogspot.com/2017/07/caradamianto-el-caradura-mediatico-1a.html

14Ver en este blog “Volver al 68’: la paradoja uruguaya” https://ricardoviscardi.blogspot.com/2018/05/volveral-68-la-paradoja-uruguaya-2a.html

15“¿Plebiscito por la LUC? Frente Amplio espera por la postura de organizaciones sociales y sindicatos” La República (15/07/20) https://www.republica.com.uy/plebiscito-por-la-luc-fa-espera-por-la-postura-de-organizaciones-sociales-y-sindicatos-id775203/