21.10.20

 

“Pando fue sólo una muestra”: la profecía heterocumplida

 

2a. quincena, octubre 2020



Verosimilitudes volubles: de gesta heroica a banda de criminales



La denuncia penal presentada contra el MLN-Tupamaros por Diego Burgueño, hijo de Carlos Burgueño, quien muriera como efecto de una bala perdida (disparada desde un vehículo empleado por el MLN) durante la “toma de Pando” hace más de 50 años, señala una significativa transformación de la verosimilitud de los procesos colectivos.1 La descalificación desde el poder público de la insurgencia latinoamericana que sigue a la revolución cubana y se inscribe, hacia fines de los años 60’, entre los movimientos de liberación tercemundistas, debía recurrir a una demonización flagrante para menoscabar el prestigio ideológico de la gesta insurgente. Conviene recordar al respecto, que el efecto de la “propaganda armada negativa” (es decir, vehiculizada por la propia prensa legal) desarrollada por el MLN-Tupamaros era tal, que el presidente Pacheco Areco se vio obligado a prohibir el uso periodístico de siete palabras y expresiones acuñadas por la lengua y consagradas por los diccionarios. Incluso con connotación social negativa y formando parte de versiones oficiosas del gobierno, estos términos cundían como otros tantos catalizadores masivos de la adhesión a la guerrilla.2

El proceso que lleva del respeto moral, incluso por parte de los adversarios, ante el compromiso al límite de la vida que representaba el “guerrillero heroico” (la “toma de Pando” conmemoraba, dos años después, la ejecución de Ernesto “Che” Guevara en “La Higuera”, año 1967), llega en la actualidad por un senda poco analizada, a la descripción de una “comunidad agredida” por bandas criminales. Aunque la figura del “inadaptado” ya estaba en curso por entonces, en el intento de algunos medios de prensa de confundir toda insurgencia con la informalidad ética que cundía hacia fines de los 60', este relato denotaba un artefacto sucedáneo y derivado de la criminalización política. Toda demonización gubernamental no accedía, por lo tanto, sino a transitar el camino desgastado de asociar la insurgencia con la sedición, palabra esta última, admitida por los úkases pachequistas. La identificación de la guerrilla con la delincuencia común no significaba, sin embargo, sino un recurso manido y desvahído por un empleo que, en el contexto del Uruguay, hundía sus raíces en la “leyenda negra” labrada por el poder regional contra el “bandido” Artigas.

Un panorama alternativo surge de la verosimilitud mediática del presente. No sólo la resonancia que adquiere la denuncia penal presentada por Diego Burgueño, sino las versiones que presentan otros actores públicos, como Ope Pasquet y Alejandro Sánchez presentan un sesgo común: se parte de que “la toma de Pando” fue un “error”, a inscribir por el primero en una versión panglossiana de “la mejor democracia en el mejor país posible”3 y por el segundo, en una versión piadosa de “los errores de una generación entera” puestos al margen del sacrificio que “con sus ideas puso el cuerpo y entregó su vida”.4 No hay relato público en que “la toma de Pando” no aparezca políticamente condenada, ahora ya no por el pachequismo, sino incluso desde la benevolencia histórica.

Del partisano al narcotraficante: la demarcación territorial

Afiliado inicialmente al partido Nacional Socialista (nazi), Carl Schmitt es el primero en establecer una teoría filosófica, como tal, del (de la) combatiente informal. Su punto de partida es, en la huella dejada por Claussewitz, la consideración del levantamiento de la población civil española contra la ocupación napoleónica. Schmitt coloca esa observación en un plano filosófico, en cuanto la asocia a una declinación del “derecho internacional europeo”, que consagró la soberanía secular de los Estados-nación occidentales (S. XVIII y XIX), en detrimento de la soberanía teológica medieval. Llegado a su apogeo, este dispositivo que cierra el período de las guerras de religión (S. XVI y XVII), comienza una declinación que es efecto de la generalización y posteriormente universalización, de los conflictos entre estados.5 Se genera entonces la “guerra de ocupación”, cuyo efecto es el surgimiento de un combatiente cuya condición no estriba en el vasallaje, en el enrolamiento mercenario y ni siquiera en el servicio militar ciudadano, sino ante todo en la pertenencia telúrica.6

Incluso la teoría social revolucionaria incorpora (Engels, Lenin, Mao, Guevara), detalladamente analizada por Schmitt, la condición territorial como un “valor agregado” al perfil del combatiente. El arraigo territorial venía a sumarse a la potencia subjetiva que la Modernidad adjudicó, con creces desde que rodó la cabeza del soberano de derecho divino, a una substancia humana, esto es, subjetiva. Por lo tanto, la condición del combatiente es potenciada por la ocupación territorial, en cuanto la intervención extranjera excita la defensa inmemorial de la identidad nacional.

Aunque todas las guerras de resistencia a la ocupación provengan de esta escena de profanación territorial, ninguna alcanza la generalidad y universalidad de la resistencia que provoca la ocupación extranjera cuando esta ocurre de forma súbita. Es así que Virilio asocia la resistencia necesariamente con la ocupación, particularmente con la sufriera en su niñez como efecto de la “Blitzkrieg” sobre Nantes.7 Ahora, el mismo autor ha hecho hincapié en la “llegada generalizada” que es propia a la tecnología info-com, ocupación permanente que inhibe la misma condición de localía, sin la cual pierde todo sustento la condición telúrica reivindicada por Schmitt como premisa del partisano.8

Sucede por consiguiente en la escena actual, dominada por los aparatos mediáticos de comunicación interactiva, que el territorio no es algo que aparezca naturalmente marcado sino que, como todo efecto artificial de un artefacto, conlleva la decisión propia del ocupante-ocupado. Por consiguiente la demarcación territorial es ante todo espectral, ya que cada territorio apropiado pertenece de antemano también a otra inteligencia. Ya no sólo “un fantasma recorre Europa” (Manifiesto Comunista), sino que Europa se recorre en un espectro de pantalla (Google Earth).9

Las nuevas reglas de demarcación territorial, lejos de eliminar la base física de la territorialidad, la someten a un nuevo régimen de responsabilidad (es decir, de correspondencia con otro: vínculo a la base de la noción periodística de co-rresponsal). Esta responsabilidad de correspondencia mediática supone una habilitación primordial de la decisión y por consiguiente, de la demarcación de lo propio a cada quien como (sub)territorio. Una remodelación de la territorialidad, que Derrida in-scribiera en la tríada Marka-Marca-Marcha (el confín -de un dominio-, el límite -del sentido- y el paso -de la decisión-), también reconfigura la noción misma de individuo, de crisis y de crítica.10

De ahí que la demarcación territorial exclusiva, sea esta de índole religiosa, nacionalista o ideológica, tienda en nuestros días a encontrarse asociada a la figura del “fanático”, integrante potencial de una banda criminal. De ahí también, que todo aquel que defienda como su cuerpo propio (“à son corps défendant”) un territorio, se vea llevado a hacerlo por la vía de una creciente criminalidad.

La profecía heterocumplida

En los días que siguieron a la “toma de Pando” una leyenda reiterada en los muros de Montevideo y rubricada por el MLN-Tupamaros rezaba “Pando fue sólo una muestra”. La frase aludía a determinada fatalidad histórica que por entonces, e incluso hasta bastante entrado el último cuarto del siglo XX, cundía en la convicción insurgente: la toma del poder revolucionaria corresponde a una fatalidad histórica, que el particular destino de una coyuntura no logrará nunca esquivar definitivamente. La toma de una ciudad aledaña a la capital del país señalaba, por entonces, una significativa anticipación territorial de la revolución históricamente insoslayable.

El diálogo que tuvo lugar a inicios de este año entre Jorge Zabalza y Diego Burgueño, señala a las claras una confluencia de miras entre la mejor memoria tupamara11 y quien se reivindica víctima de la acción revolucionaria. Este laudo de partes diferentemente involucradas en la violencia revolucionaria que cundiera medio siglo atrás, manifiesta que el concepto de una continuidad histórica de la violencia, que opone un quantum revolucionario a otro represivo, ha sido abandonada por la sensibilidad de tirios y troyanos.12

La frase pintada en los muros de Montevideo se ha convertido, pese a la transformación que ha sufrido la percepción de la violencia, en una profecía heterocumplida. La violencia ha cundido de forma creciente en la comunidad uruguaya, a punto tal de que el número de asesinatos aumenta de año en año. Pero esa violencia no corresponde a la “toma de conciencia” de la fatalidad histórica de la revolución, sino a su exacto contrario, la apropiación territorial exclusiva por parte del narcotráfico.

Un informe estadístico reciente señala que el 50% de los homicidios que ocurren en el Uruguay obedecen a conflictos entre grupos criminales, ajustes de cuentas y tráfico de drogas. Pero además, el 60% de los asesinatos ocurre en los barrios de la periferia, en contexto de marginalidad o en intersección con esos contextos. El 61,3 % de los asesinados corresponde a personas menores de 38 años, de los cuales el 37,7 % son jóvenes entre 18 y 28 años. Finalmente, el 88 % de los asesinados son varones.13

De este conjunto de datos surge un perfil nítido: el aumento de homicidios corresponde al narcotráfico y grupos criminales, quienes mueren son en notoria proporción mayoritaria varones jóvenes y estas muertes ocurren en contexto de marginalidad social. Quizás la versión más elocuente de esta escena criminal la provea un video difundido recientemente, en el cual se registra un tiroteo en un contexto barrial de asentamiento, que sin embargo, no generó ninguna denuncia policial de los vecinos. El territorio ha sido tomado, en algunos sectores de Montevideo en los que cunde la marginalidad, por el narcotráfico.

Ciertas advertencias acerca de “formas de violencia inspiradas por la ideología” y “no repetir los errores del pasado” suenan, ante esa constatación, tan obsoletas como aquellas pintadas anunciando que “Pando fue sólo una muestra” de la revolución por venir. Quizás esta memoria anquilosada y sin interrogantes vigentes manifiesta, ante todo, el temor a un contexto mundial donde la exclusión no se salda por una “toma del poder”, sino por una exigencia multitudinaria e inmediata de justicia reivindicativa.

 

 

1“Denuncia penal al MLN por acto que recuerda “la toma de Pando” El Observador (8/10/20) https://www.elobservador.com.uy/nota/denuncian-a-la-policia-al-mln-por-acto-que-recuerda-la-toma-de-pando--2020108174138

2Las palabras prohibidas eran “célula”, “comando”, “delincuente político”, “delincuente ideológico”, “subversión”, “extremista” y “terrorista”. Ver “El creciente autoritarismo del Poder Ejecutivo”. Recuperado de: https://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:XuPxf10d2jgJ:https://historia6e.weebly.com/uploads/3/8/5/2/3852413/1l_creciente_autoritarismo_del_poder_ejecutivo.doc+&cd=7&hl=fr&ct=clnk&gl=uy&client=ubuntu

3Pasquet, O. “MLN-T en Pando: una acto para exaltar errores que costaron sangre, dolor y muerte” Montevideo Portal (9/10/20) https://www.montevideo.com.uy/Columnistas/Opinion--MLN-T-en-Pando-un-acto-para-exaltar-errores-que-costaron-sangre-dolor-y-muerte-uc767099

4“Sánchez sobre denuncia contra el MLN “Reivindicamos la historia de nuestros compañeros” Montevideo Portal (10/10/20) https://www.montevideo.com.uy/Noticias/Sanchez-sobre-denuncia-contra-MLN--Reivindicamos-la-historia-de-nuestros-companeros--uc767175

5Schmitt, C. (2013) Teoría del partisano. Madrid: Trotta, pp. 62-63.

6Op.cit. p. 37.

7Virilio, P. (2010) L’Administration de la peur. Paris: Textuel, pp. 17-18.

8Op.cit. pp. 72-73.

9Derrida, J. “Inyucciones” en Espectros de Marx. Derrida en castellano. Recuperado de: https://redaprenderycambiar.com.ar/derrida/textos/marx_inyunciones.htm

10Derrida, J. (1995) El lenguaje y la instituciones filosóficas. Barcelona: Paidós, p. 40.

11Ver en este blog: “Zabalza, los canallas y el tupamplismo” https://ricardoviscardi.blogspot.com/2016/02/zabalzalos-canallas-y-el-tupamplismo-2a.html

12Haberkorn, L. “Zabalza, su relato de la “toma de Pando” y su encuentro con el hijo del civil asesinado” El Observador (4/03/20) https://www.elobservador.com.uy/nota/zabalza-su-relato-de-la-toma-de-pando-y-su-encuentro-con-el-hijo-del-civil-asesinado-202033163542

13Legrand, D. “Las muertes por homicidio en Uruguay, en 2019, se concentraron en varones jóvenes” La Diaria (17/10/20) https://ladiaria.com.uy/justicia/articulo/2020/10/las-muertes-por-homicidio-en-uruguay-en-2019-se-concentraron-en-varones-jovenes/