6.8.15

Google-Ceibal: la empresa-país


1a quincena agosto 2015



La decidida intervención del rector de la Universidad de la República y de la decana de la Facultad de Ingeniería,1 entre otros universitarios que opinaron sobre el asunto, introdujo un compás de espera en el acuerdo entre Google y la educación pública uruguaya. Se puede desde ahora vaticinar, sin embargo y sin ínfulas de augur, que este tema no abandonará la agenda pública por bastante tiempo. En primer lugar, porque aquello que se reitera con antecedentes señala una incidencia significativa. El antecedente del Plan Ceibal, con el que se articula además explícitamente la propuesta de acuerdo con Google, ya ha propiciado un debate no sólo arduo, sino sobre todo escamoteado.

En efecto, una vez conocidos los nulos resultados pedagógicos del emprendimiento, el Presidente del Plan Ceibal afirmó que el mismo no comportaba por sí resultados pedagógicos, sino tan sólo comparables a los de un servicio de infraestructura.2 Este escepticismo respecto al impacto de la tecnología sobre la incorporación de conocimientos curriculares no puede dejar de ser compartido, pero se presenta en curiosa contradicción, no sólo con el batiburrillo armado sobre el asunto, sino también respecto a los fondos educativos invertidos, e incluso, el lugar institucional elegido para hacerlo: las escuelas públicas del país.

Conviene ante todo tener presente el anuncio institucional en su forma primigenia, que se encuentra en el ítem “Historia” en el Portal del Plan Ceibal y del que extractamos una flor:

“Ese fue el puntapié inicial de este ambicioso proyecto socioeducativo, que pone a Uruguay a la vanguardia en la reducción de la brecha digital, la inclusión y la equidad en el acceso a la educación”.3

Si el lector se queda de esa declaración con la conclusión que extrajo el responsable del Plan Ceibal, a saber, que ese Plan tendría un efecto análogo al suministro de agua corriente y potable (sin prejuzgar sobre esas calidades, hoy puestas en cuestión)4 a los establecimientos educativos, debe entender por “educación” algo tan distante del saber como el agua corriente de la química, que la explica como la unión de un atómo de oxígeno con dos de hidrógeno.

Si la fórmula del agua no sale por la canilla, no se explica porqué la educación pública toma por objeto privilegiado de ingente inversión la informatización de la aulas. Tampoco se entiende porqué comportaría doble discurso al borde de la inmoralidad, tal como lo pretende entre otros el Ing. Omar Paganini -quién ya se lució al hacer el panegírico de la tecnología como negocio,5 la calidad de usuario de Google y la impugnación del Acuerdo Google-Ceibal.6 Veamos: ¿el asalariado es cómplice del empresario que lo contrata? ¿Sostiene un doble discurso porque cobra a fin de mes? ¿La oposición es cómplice del gobierno porque este cuenta con mayoría absoluta en las Cámaras? ¿Implica doble discurso cuando interpela a un ministro con nulas posibilidades de que sea censurado?

Tanto la líquida metáfora de Brechner cuando compara al Plan Ceibal con el suministro de OSE,7 como la acusación de doble discurso dirigida contra los usuarios de Google que impugnan el acuerdo Google-Ceibal, revelan una sugestiva igualación, incluso moral en el segundo caso, entre educación y artefacto. Efectivamente, un niño con sed aprende mal y poco. Pero un niño sin computadora igual aprende. Ya sabemos que un obrero explotado por el patrón no obtempera por cobrar a fin de mes, sino que incluso puede encontrar más razones ese día para luchar por sus derechos. Asimismo, un usuario de Google interviene en una red haciendo valer un servicio que paga directa e indirectamente (abono a la red, recepción de publicidad), eventualmente para difundir la significación de las redes en el actual equilibrio tecnológico y político mundial.

La falacia de la contracción que encierra el ideologema educación=artefacto conlleva tanto la confusión entre éxito pedagógico e informatización, como la confusión moral entre conocimiento y lugar social. Por esa vía se da por esencial, como el agua, lo que es subsidiario, como el artefacto, al tiempo que se confunde la integridad del lugar social con la conectividad a la red. Si no se sale de esa identificación pueril pero cargada de lugares de poder, por más que la Universidad de la República logre desarrollar una plataforma educativa de primerísimo nivel, la empresa-país, esa curiosa reducción de la organicidad de una comunidad nacional al valor de cambio que introduce la conectividad, cundirá como fatalidad tecnológica.

En efecto, conviene recordar que Marx definió matemáticamente (con el término “ecuación”)8 el valor de cambio de una mercancía por las cantidades relativas de otras mercancías que exige el intercambio, para obtener una igualdad comercial. Pero esa exactitud del valor de cambio, no se sostenía en la condición matématica de una fórmula ni menos aún, en la eficacia de un aparato. Es más, uno de sus aportes fundamentales estribó precisamente en establecer que el valor es efecto del trabajo social y no de la existencia de la mercancía, ni siquiera en su valor de uso, es decir, de consumo en base a una necesidad humana. Precisamente porque el trabajo social comporta un componente subjetivo (que según Marx el materialismo había abandonado en manos del idealismo),9 la igualdad matemática del valor de cambio no cierra la historia sobre una cifra, como por ejemplo una factura de OSE, o una dirección de Google.

Sin embargo lo que sí comporta la dirección de Google y también la factura de OSE con código de barras, es el acceso a una imagen a distancia. De ahí que convenga, antes que presentar la identificación entre artefacto y educación bajo el inocente manto del progreso social, ver bajo la excusa de la transparencia del conocimiento que lo produce y que asimismo induce, el elemento que se introduce en tanto que otro-que-sí: la imagen. Cuando esta imagen se encuentra programada según imperativos estratégicos y viene a ser difundida por vía comunitaria, no puede sino incidir como “tercero incluido”, que obedece a su propias inclinaciones y mandatos.

La vida de las imágenes ha comportado, desde siempre, ese avatar de un “más allá” que interviene y gravita sobre los grupos humanos, en particular cuando se la admite, a partir del ícono cristiano, como portadora de trascendencia.10 Sin embargo, en las tecnologías mediáticas la imagen aparece cargada de un efecto ideológico de conocimiento y verdad en la perspectiva del progreso de todos y cada uno, que como condición inherente al artefacto programado, esconde el designio programador.11

Ese ocultamiento es concomitante, ideológica y políticamente, a la fatalidad empresarial del neoliberalismo, que predica la reducción de la experiencia social al valor de cambio del mercado (la “ecuación” que criticó Marx). La razón de esa concomitancia consiste, ante todo, en la eficacia operativa que facilita la tecnología (“definición operacional del ser”),12 en cuanto confunde la exactitud cifrada en un programa con la entidad del vínculo entre particulares.

Suplantar el Acuerdo Google-Ceibal por una Plataforma Educativa Nacional es un buen paso para neutralizar la ideología de la tecnología, para derrotarla, es imprescindible sin embargo pasar a desarticular críticamente la identificación, narcisismo cognitivo mediante, entre educación y artefacto.


1Sarthou, H. “Un Google y varias moscas” Voces (23/07/15) p.2.
2“Todos tenemos el Plan” Montevideo Portal (18/09/13) http://www.montevideo.com.uy/auc.aspx?213773 (acceso el 06/08/15)
4Marchese, M. “Carta a Tabaré Vázquez acerca del agua de la contaminada democracia” Uy.press (01/06/15) http://www.uypress.net/uc_60582_1.html (acceso el 06/08/15)
5Ver en este blog la crítica a la posición de Paganini en “Humanidades del poder: los “contenidos” de Antel-Arena” http://ricardoviscardi.blogspot.com/2013/05/lashumanidades-del-poder-los-contenidos.html
6Paganini, O. “Plan Ceibal + Google ¿Discusión válida o doble discurso?” Voces (16/07/15) p.4.
7La sigla significa “Obras Sanitarias del Estado”.
8Marx, K. El Capital. El Proceso de Producción del Capital. Sección Primera. http://pendientedemigracion.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital1/1.htm
9Labica, G. (1987) Karl Marx: les “Thèses sur Feuerbach”, PUF, Paris, p.45.
10Marie-José Mondzaín ha subrayado la supeditación de la imagen a la mediación que la articula: Mondain, M-J. (2003) Le commerce des regards, Seuil, Paris, p.22.
11Virilio, P. (1996) El arte del motor, Manantial, Buenos Aires, pp. 43-44.
12Baudrillard, J. (1988) El otro por sí mismo, Anagrama, Barcelona, p.15.